Votar, además de ser un deber ciudadano, es crucial para nuestro futuro financiero. De quien triunfe se derivarán políticas y decisiones que afectan la economía, por lo cual es fundamental hacernos cuestionamientos clave para tomar la mejor elección.
El problema con los candidatos es que tienen dos momentos; primero ganar y luego gobernar. Están preocupados por el mensaje de sus campañas y descuidan la viabilidad de sus propuestas. Por eso es frecuente que lo prometido difiera diametralmente de lo que hacen a la hora de llevar las riendas del país. Esto introduce un aspecto difícil de medir y subjetivo, pues no sólo debemos analizar sus ofrecimientos sino juzgar si los cumplirán.
Para simplificar la reflexión es posible considerar tres grandes avenidas: crecimiento económico, manejo de las finanzas públicas y Estado de derecho.
1.- ¿Quién presenta una plataforma coherente para avanzar en el crecimiento? Hasta ahora el país ha registrado un incremento en la producción por debajo de lo necesario para dar empleo a los jóvenes que se integran al mercado laboral. El próximo presidente tiene el reto de instrumentar las estrategias adecuadas en este sentido y lidiar al mismo tiempo con la corriente proteccionista del principal socio comercial.
2.- Hay un dicho que dice, "prometer no empobrece, dar es lo que aniquila". Todos quisiéramos reducciones de impuestos, aumentos de salarios, facilidad para adquirir vivienda, gasolina barata, entre muchas cosas. La pregunta es qué significa en términos de gasto público y de financiamiento, porque podría causar un exceso de endeudamiento.
Las crisis en México han surgido particularmente por la poca responsabilidad sobre el erario. Sostener en la realidad una postura populista provoca inflación, ajustes cambiarios, encarecimiento del crédito y, tarde o temprano, más pobreza.
3.- Es muy importante también mantener el Estado de derecho, atacando la corrupción y aplicando la ley. Además del robo al patrimonio de la nación, los funcionarios se distraen, administrando hacia objetivos alejados de la eficiencia y el bien común.
Las consecuencias de la falta de aplicación de la justicia son la inseguridad, los pésimos servicios públicos y el desplome del bienestar para la población.
La decisión no es sencilla, habremos de vencer la sensación emocional que generan cada uno de los candidatos y pensar que la elección nos llevará a la conducción del país y a un efecto enorme en nuestras finanzas para los siguientes seis años.