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‘Minas urbanas’, el tesoro de los basureros asiáticos

La "minería urbana" está despegando en el sureste asiático. El termino se refiere a la recuperación de metales preciosos y tierras raras de los automóviles y dispositivos desechados, así como a la basura industrial.

La "minería urbana" está despegando en el sureste asiático. El término se refiere a la recuperación de metales preciosos y tierras raras de la basura industrial, así como de los automóviles y dispositivos desechados.

En el polígono industrial de Jurong, en Singapur, Dowa Holdings opera una planta que recupera y refina metales preciosos de los desechos industriales. La basura recogida en las fábricas de la región es acumulada en esta instalación, donde el productor japonés extrae oro, plata y paladio.

Con electrólisis y otros procesos se recuperan los metales, que encuentran así su camino de vuelta a las industrias automotriz y electrónica.

El volumen de residuos que la planta Dowa recolectó para su reciclaje en el segundo semestre de 2014 se habría cuadruplicado desde el primer semestre de 2012, cuando inició sus operaciones.

Se prevé que el sureste asiático genere 480 millones de toneladas de residuos industriales en 2025, y que se duplique para llegar a 900 millones de toneladas en 2050, según estimaciones del Instituto de Investigación sobre Gestión de Residuos Sólidos, con sede en Tokio.

El número total de vehículos en los seis Estados más poblados de la región (Indonesia, Filipinas, Vietnam, Tailandia, Myanmar y Malasia) llegó a 50 millones en 2013. En estos países, los autos desechados probablemente se dupliquen en 2020, para llegar a 980 mil, desde los 420 mil de 2013, según el Instituto japonés de Investigación Yano. Para 2020 se proyecta que generen 960 mil toneladas de metales básicos como hierro, cobre, plomo y zinc y mil 416 kilogramos de los de tierras raras, incluyendo litio, cobalto y níquel.

TESORO

Eso es un tesoro que ya ha logrado que empresas de Japón y Europa se trasladen a la región. Umicore, un grupo con sede en Bélgica, opera una planta en la capital tailandesa de Bangkok. Al apuntar a los residuos de la manufactura de joyería y componentes electrónicos, se ha convertido en una de las mayores refinerías de plata del país.

Por otra parte, Dowa proyecta instalar para finales de octubre una planta industrial de tratamiento de residuos en Myanmar, y analiza instalaciones similares en Indonesia y Tailandia. Esta empresa nipona prevé invertir cerca de 126 millones de dólares en plantas del sureste de Asia durante los siguientes tres años. La compañía espera que sus ingresos antes de impuestos desde el extranjero lleguen a 6.5 millones de yenes (54.6 millones de dólares) en 2018, de los cuales el 60 por ciento se generaría en la región.

Matsuda Sangyo, otra empresa de reciclaje de Japón, abrirá durante el primer semestre del año una planta en Vietnam.

REGULACIÓN NECESARIA

Mientras que el sector privado ha desempeñado un papel fundamental en la promoción del reciclaje en el sureste asiático, los gobiernos se mantienen muy lejos.

La falta de control ha dado lugar a una industria artesanal y clandestina. Algunos recicladores vietnamitas trabajan en patios y a menudo utilizan productos químicos peligrosos que se dispersan fácilmente en el medio ambiente; otro problema común es el vertido ilegal de residuos industriales.

A principios de este mes, Vietnam introdujo una ley de reciclaje que exige que los productores e importadores de productos electrónicos se hagan cargo de los residuos. A partir de enero de 2018, los fabricantes de automóviles también serán sometidos a esta legislación.

Otros países de la región también están considerando leyes de responsabilidad ampliada al productor que mandatan obligaciones ambientales a las empresas de electrodomésticos y electrónicos.

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