New York Times Syndicate

Caballitos milenarios de Perú se desvanecen en el ocaso

Problemas climáticos y un gobierno apático podrían acabar con la tradición pesquera de Perú, la cual se realiza desde hace miles de años en pequeñas embarcaciones llamadas "caballitos de totora". 

HUANCHACO, PERÚ.-  La tradición pesquera de Perú indica que el pescador debe atrapar a sus presas a bordo del caballito, un bote realizado artesanalmente que, cuando menos, tiene 3 mil 500 años de historia. 

Sin embargo, problemas climáticos y gobernantes desinteresados podrían hacer que esta tradición desaparezca. Por si eso no fuera poco, cada vez hay menos gente que se dedica a la pesca, un oficio poco remunerado.

En esta región los pescadores tienden sus redes en pequeñas embarcaciones de carrizos con puntiagudas proas hacia arriba, de manera muy similar a las que se han usado aquí durante miles de años.
Siglos antes de que los españoles llegaran y mucho antes de que los incas extendieran su imperio de las cimas de las montañas a la costa, pescadores locales estaban construyendo botes del carrizo totora que crecer a lo largo de la orilla. Actualmente, un puñado de pescadores conserva esa tradición, cultivando y cosechando los carrizos y formándolos en los botes aquí conocidos como caballitos de totora.

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​Pero todo eso está cambiando. Los cenagosos lechos donde los pescadores cultivan los carrizos están siendo destruidos a medida que la costa se erosiona. Además, la misma pequeña reserva que se apartó exclusivamente para las plantas está bajo amenaza, acotada cada vez más por casas y especuladores de bienes raíces a medida que sube el valor de la tierra junto al mar.

Sin embargo, quizás lo que reviste más importancia es que ir al mar en pequeñas embarcaciones de carrizo se ha vuelto casi totalmente la ocupación de un hombre viejo. Los hijos y nietos de los pescadores locales se están volviendo instructores de surf, trabajadores de la construcción y agentes de policía, toman empleos en barcos pesqueros de mayor tamaño o van al extranjero en busca de mejores sueldos.

"Tal parece que somos la última generación", dijo Luis Urcia, quien a sus 30 años es uno de los pescadores más jóvenes que sale con regularidad en los caballitos. Con el pecho desnudo y shorts verdes de surfista, se inclinó contra su bote de carrizo, de más del doble de su estatura, y arañó la húmeda arena con los pies descalzos.

"La vida de un pescador es dura", dijo. "Es por ello que los jóvenes no quieren hacerlo. Preferirían tener una profesión y seguro de salud, así como una cuenta bancaria".

Huanchaco, en la costa norte de Perú, con alrededor de 15 mil habitantes, se ha convertido en un refugio para el surf, conocido por tener buenas olas durante todo el año. Sin embargo, su identidad está envuelta en la tradición de los caballitos, cuya imagen aparece en autobuses, letreros de hoteles y en el sello de la comunidad. El alcalde tiene un modelo de caballito de casi un metro de altura apoyado detrás de su escritorio.

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¿CÓMO SON LOS 'CABALLITOS'?

Los botes son de aproximadamente 4.5 metros de longitud, con una popa plana y proa en punta que se curva hacia arriba como una elegante pantufla o el colmillo de un elefante. Unos cuantos manojos de carrizo que sobresalen de la puntiaguda proa les dan la apariencia de alguna extravagante criatura seussiana con moño.

SU IMPORTANCIA HISTÓRICA

Cerámica precolombina, de hasta 2 mil años de antigüedad, muestra embarcaciones muy similares a las que aún se usan en Huanchaco. Algunas ollas muestran escenas pintadas con barcos similares a los caballitos; otras piezas están moldeadas en la forma de botes tridimensionales con remadores encima.

El arqueólogo Gabriel Prieto cree que ha encontrado la evidencia más vieja hasta ahora de los botes, en una excavación en el pueblo: un diminuto lío de carrizo que, piensa, es el fragmento de un bote miniatura hecho hace 3 mil 500 años. Está atado con dobles nudos de cordel prácticamente de la misma forma que los pescadores lían sus botes de carrizo actualmente.

Estas pequeñas embarcaciones fueron empleadas en otra época a lo largo de toda la costa. Hoy día se encuentran solo en unos cuantos poblados, aunque las de Huanchaco, donde pobladores locales dicen que hay aproximadamente 30 pescadores que aún trabajan con regularidad, son consideradas por muchos las más tradicionales.

Sin embargo, algunos elementos son nuevos. Los pescadores ponen un plástico similar a la espuma de poliestireno dentro de sus embarcaciones para hacer que floten mejor. Los atan con cuerda de nailon. Además, están atentos a los informes del clima por Internet antes de salir al mar.

Los pescadores también obtienen buena parte de sus ingresos del turismo. Algunos dan paseos a turistas en sus embarcaciones, por alrededor de 3.60 dólares. Unos pocos pescadores más jóvenes también trabajan como instructores de surf.

La idea de que el caballito es un precursor de la tabla de surf es una percepción común en este pueblo de Perú, donde los surfistas a menudo esperan olas justo al lado de los pescadores con sus caballitos, que cuidan sus redes.

Sin embargo, muchos historiadores y arqueólogos dicen que la conexión es meramente casual. Los pescadores montan los caballitos hincados o sentados, no de pie, aunque algunos sí lo hacen como espectáculo.

Prieto destacó que la proa hacia arriba representa un logro considerable de los fabricantes de botes prehispánicos: un elemento de diseño que les ayudó a cortar las olas y alcanzar aguas más profundas, donde se podía capturar peces mayores. "El caballito no está diseñado para montar las olas, sino para pasarlas", precisó.

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EN PELIGRO DE EXTINCIÓN


Las playas lo largo de esta sección de la costa han sido erosionadas considerablemente a medida que el océano se va comiendo la tierra más. Muchos guanchaqueros, como se les conoce a los locales, culpan a un largo rompeolas construido al sur de este lugar en un puerto, del cual dicen que ha cambiado las corrientes. La playa en Huanchaco, refirieron, solía ser mucho más ancha, pero se ha erosionado hasta acabar como una estrecha franja.

Un grupo ambiental de la localidad, el movimiento Guanchaquero en Defensa del Ambiente, ya empezó a registrar el daño, contando y cartografiando los lechos de carrizos. Informa que en 2010, un sondeo por parte de los pescadores contó aproximadamente 300 lechos de carrizo, en tanto actualmente sólo hay 162.

Huamanchumo y otros pescadores quieren que el gobierno local pague por un trascabo para excavar nuevos lechos. Algunos pescadores han tomado las cosas en sus propias manos y excavaron lechos de carrizo más lejos de la costa, donde los carrizos están prosperando a todas luces.

El alcalde José Ruiz se excusó al decir que él no tenía dinero para excavar lechos de carrizo, pero que había pedido dinero para hacerlo el año próximo.

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