New York Times Syndicate

Obras de museo vuelven a su lugar de origen

La repatriación de esculturas clásicas no siempre se logra de forma negociada, ni su regreso significa que serán admiradas en su total esplendor.

AIDONE, Sicilia.- Las ruinas de la antigua ciudad griega de Morgantina se ubican en lo alto de una colina en el este de Sicilia. Hay cerezos, flores silvestres y quietud total, salvo por el sonido de un trino. El área desde hace tiempo ha sido sagrada para Perséfone; la leyenda dice que Hades llevó a la diosa al inframundo por un lago cercano.

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El encuentro de una diosa

Fue aquí en Morgantina, justo a las afueras de la ciudad moderna de Aidone, que, a fines de los años 70 y principios de los 80, se cree fue encontrada una soberbia estatua de una diosa, envuelta en una túnica ondulante y con más de dos metros de altura. Primero considerada Afrodita y ahora ampliamente considerada Perséfone, la estatua, que data de alrededor del año 425 antes de Cristo, se ha vuelto una de las obras de arte más disputadas en el mundo.

Su travesía -de Sicilia al Museo J. Paul Getty en California y eventualmente de vuelta en Sicilia- ofrece una visión pertinente del mundo de las restituciones de arte.

En los últimos años, museos en todo Estados Unidos y Europa han empezado a regresar objetos a sus países de origen. Cada caso cuenta su propia historia. Aunque mucha atención se ha enfocado en el acto de la repatriación, The New York Times analizó lo que sucedía a varios objetos después de ser regresados. Algunas obras, regresadas con grandes fanfarrias, han adquirido un significado mayor al estar de nuevo en exhibición en los países o culturas que las produjeron. En otras ocasiones, después de que se desvanece el triunfalismo, caen víctimas del descuido benigno o no siempre es fácil acceder a ellas.

La mayoría de los museos occidentales reconocen ahora un argumento ético firme para el regreso de objetos, especialmente si se ha descubierto que salieron de sus países de origen bajo circunstancias dudosas, como en el caso de la diosa de Morgantina. El Getty, que había comprado la estatua en 1988 por 18 millones de dólares, la regresó a Italia en 2011 después de que fiscales italianos concluyeron que había sido saqueada, exportada ilegalmente y vendida por comerciantes que muy probablemente ocultaron su procedencia.

Algunos arguyen que la repatriación, particularmente de antigüedades occidentales, habla de la persistencia de las naciones en un mundo globalizado.
Es "la obstinación de los objetos", dijo James B. Cuno, presidente y director ejecutivo del Fideicomiso J. Paul Getty y autor de "Who Owns Antiquity?" (¿Quién es dueño de la antigüedad?).

"No es lo mismo con la música. No es lo mismo con el cine. No es lo mismo con la literatura; pero cuando se trata de objetos físicos, estas cosas son mostradas como evidencia de un pasado orgulloso según lo define el gobierno de la nación-estado", dijo.

Otros cuestionan si ciertos museos tienen la infraestructura para salvaguardar los tesoros que han sido regresados; o para hacerlos accesibles, lejos de las ciudades capitales bien transitadas
. Los críticos argumentan que esas cuestiones indican una actitud casi neocolonial.

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Un nuevo hogar

La diosa de Morgantina está ahora en exhibición en el museo arqueológico de Aidone. La idea fue dispersar los tesoros de Italia en todo el país y permitir que los visitantes vieran las obras en el contexto en que fueron encontradas. La estatua, regresada en medio de la música de bandas de la policía, ahora se erige orgullosamente en una plataforma de metal en el museo.

Docenas de figuras de exvoto de Kore, o Perséfone, encontradas cerca, algunas con su pintura rosada aún intacta, están en exhibición en el museo junto con otros objetos de las eras fenicia, griega y romana de la isla. Estos tesoros esperan a aquellos que hacen el viaje, en ocasiones difícil. A unos 90 minutos en auto al oeste de Catania, Aidone está en la provincia de Enna, la más pobre de Sicilia, y está a menos de 25 kilómetros de la Piazza Armerina, cuyos mosaicos de la era romana, parte de un sitio Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, están entre los lugares más visitados en Sicilia. Pero la isla, famosa por la corrupción política, carece de un transporte público confiable. Las carreteras locales en ocasiones son cerradas.

El año pasado, 30 mil 767 personas visitaron el museo de Aidone, y alrededor de 26 mil visitaron Morgantina, en comparación con las 400 mil personas que visitaron la Villa Getty en 2010, el último año en que la estatua estuvo en exhibición ahí.


Los recortes generales en los presupuestos públicos han dejado al museo con pocos recursos para el mantenimiento, guardias y publicidad, dijo Laura Maniscalco, una arqueóloga que ha sido directora del museo de Aidone desde el otoño.

"No creo que me corresponda a mí crear itinerarios para los turistas", afirmó Maniscalco. "Pero puedo quejarme de las carreteras cerradas. ¿Por qué no so reparadas? Estos son problemas políticos".

Algunos casos de repatriación subrayan el hecho de que los países están reafirmando su lugar en el escenario mundial, en vez de simplemente reclamar las glorias pasadas. En 2010, el Museo de Historia Natural Peabody de Yale aceptó regresar a Perú miles de objetos cotidianos desenterrados en Machu Picchu hace un siglo por el explorador Hiram Bingham III.

"Ahora, lo que era antes un símbolo de poder es un símbolo de debilidad", dijo Luis Jaime Castillo Butters, un arqueólogo que es ahora el viceministro de cultura de Perú. "Nos destacamos en una posición moral que es más fuerte" que la de "quienquiera que se llevó nuestras cosas. Las queremos de regreso porque es aquí donde pertenecen. Es aquí donde fueron producidas".

Regresados a Perú en 2012, los objetos -que incluyen cerámica, herramientas, joyería y huesos humanos y animales- ofrecen un notable relato de la ciudad, que fue abandonada después de la conquista española de Perú en el siglo XVI. Muchos de estos objetos están ahora en exhibición en un museo en Cuzco, la ciudad más cercana a Machu Picchu. La instalación sigue siendo en gran medida la de una exposición itinerante de 2003 organizada por el Museo Peabody, que celebra los triunfos de Bingham, pero es probable que ese énfasis cambie conforme las autoridades museográficas peruanas asuman el mando.

Aunque algunos casos de repatriación se han originado en prolongadas batallas legales, el acuerdo entre la Universidad de Yale y el gobierno de Perú fue elogiado como un triunfo de la diplomacia y el intercambio intercultural. Después de años de conversaciones a menudo mordaces, Yale aceptó en 2010 regresar los artefactos, y la universidad y Alan García, el entonces presidente de Perú, prometieron ayudar a crear un centro de estudio e investigación conjuntos con la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco.

"Pienso que el caso de Yale es bueno como modelo en algunos casos porque se resolvió diplomáticamente; no se resolvió a través de fallos legales", dijo Richard Burger, presidente del Consejo de Estudios Arqueológicos en Yale y ex curador del Museo Peabody, quien fue parte de las negociaciones. Un comité de expertos de Yale y funcionarios del Ministerio de Cultura de Perú supervisan el museo.

El caso de Yale también ha allanado el camino para que Perú reclame objetos en todo el mundo, incluida una colección de textiles paracas, que la ciudad de Gothenburg, Suecia, negocia regresar. "Su preocupación es ¿cómo se cuidarán estas piezas si salen de Suecia)?", dijo Castillo. "Es una preocupación legítima", añadió. "El punto es que Perú está listo".
"Si se llevaron nuestro patrimonio, iremos hasta el fin del mundo", aseguró. "Perú está tomándolo muy en serio".

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