New York Times Syndicate

Moteles brasileños, la ‘Disneylandia del sexo’

Toboganes, albercas, vuelos en helicóptero y paseos en Ferrari, son parte de las amenidades que ofrecen algunos de los cinco mil moteles de Brasil, cuyos propietarios enfrentan la presión de presentar nuevos elementos para una exigente clientela.

SAO PAULO, Brasil. Cuando se conduce por la mancha urbana de cualquier ciudad brasileña ahí están, los moteles de paso irradiando sus luces neón y nombres del tipo de Magnata y Taj Mahal. Algunos parecen colosales fortalezas medievales para aventuras amorosas. Otros evocan antiguos excesos faraónicos de Egipto. Sin embargo, esa ostentación tan común es sumamente anticuada.

Los palacios del placer que surgen ahora ofrecen servicios como viajes en helicóptero sobre Sao Paulo. En suites de ciertos moteles, los huéspedes se escurren a través de toboganes que desembocan en piscinas privadas con calefacción. Otras suites que pueden alquilarse por unas pocas horas incluyen cenas preparadas por chefs ganadores de premios, DJ privado o películas en 4D en un sofá ondulante.

"Los clientes de los mejores moteles brasileños ahora exigen una experiencia mucho más allá de encontrar un lugar discreto para tener relaciones sexuales", dijo Flavio Monteiro, el director del Motel Apple, que abrió hace poco donde otro motel, el Roma In Ville, acogió en otra época a huéspedes con estatuas que evocan una bacanal romana.

"Las estatuas no estaban funcionando para nosotros", dijo Monteiro, cuyo equipo rediseñó el local para que asemejara vagamente, cuando menos por afuera, a una Tienda Apple; aunque fuera una Apple Store con vidrios entintados que cambiaban de color, del rojo al azul al verde. Pero una vez adentro, los clientes terminan en suites con cascadas cayendo hasta piscinas privadas. "Nosotros ofrecemos algo más sublime", agregó.

Valorados por muchos, desdeñados por otros, los moteles del amor han tenido un lugar especial desde hace largo tiempo atrás en el país más grande de Latinoamérica. Si bien se cree que al principio fue inspirada por moteles al estilo estadounidense, la variedad de moteles brasileños en los caminos se desarrolló como lugares donde las parejas podían reunirse para un encuentro secreto, un escape de las viviendas hacinadas o sólo por darle un poco de sabor a las cosas.


La Asociación Brasileña de Moteles informa que el mercado es tan popular y competitivo que hay aproximadamente 5 mil moteles de paso en todo el país… tan solo 300 en Sao Paulo. Los propietarios enfrentan constante presión para presentar nuevas características para una exigente clientela.

"Prefiero moteles que innovan con normas de buen gusto", dijo Vanessa Antolinez, de 36 años de edad, diseñadora de interiores que es clienta regular, junto con su marido, de Acaso Motel, donde las suites cuestan hasta 120 dólares por estadía de unas pocas horas. Entre las amenidades hay un costal de boxeo para dejar salir vapor, entradas como cordero con mostaza Dijon y un baño 'ofuro' al estilo japonés.

"A veces necesitas un poco de privacidad y un descanso de la rutina", dijo Antolinez. "Sin embargo, también hace falta algo con clase".


Al igual que muchas otras empresas brasileñas, los moteles están luchando con la crisis económica del país. Sin embargo, algunos propietarios, particularmente los de alto nivel del espectro, dicen que los negocios son fuertes y adaptables, posiblemente debido a que la marcada devaluación de la divisa brasileña está volviendo más caras las vacaciones en el extranjero, impulsando a algunos a derrochar en distracciones en casa.

"Mucha gente prefiere reducir otros costos antes de decidirse a dejar de efectuar visitas con regularidad a un motel", dijo Felipe Martínez, de 32 años de edad, uno de los directores de Lush, motel que acaba de ser remodelado y ofrece a su clientela un viaje en helicóptero de 30 minutos por alrededor de 350 dólares y un paseo de una hora en un Ferrari, por aproximadamente 400 dólares.

Lush alquila suites que van de alrededor de 85 dólares, por una estadía de tres horas, a 120 dólares por toda la noche. (En comparación, el Hotel Unique, lujoso hotel de 95 habitaciones, diseñado para parecer el casco de un barco, cobra alrededor de 330 dólares por noche.)

Aquel papel tapiz azul por allá en una de las suites del Lush parece inspirado en las pinturas surrealistas de Salvador Dalí. En otra suite, la voluptuosa cama evoca cámaras de sueño de ciencia ficción. Los dueños de Lush también contrataron a la artista callejera Raquel Brust, quien produce fotografías impresas en dimensiones enormes, para darles una estética atrevida y urbana.

"La comida es exquisita y el ambiente es impecable", dijo Thays Maroni, de 22 años de edad, maestra de inglés en preparatoria que se da gusto con regularidad en estadías en Lush con su novio, Ibere Balbeck, de 23 años, quien vive con sus padres mientras estudia para piloto de helicóptero. "Es aquí donde venimos para un poco de privacidad. Algún día sorprenderé a Ibere con un paseo en un Ferrari".


Académicos que estudian moteles dicen que su uso varía ampliamente, con los días entre semana presentando a menudo aventuras secretas o citas con prostitutas (la prostitución es legal en Brasil), y los fines de semana favorecidos por parejas que tienen relaciones a largo plazo o que están casadas.

La industria motelera de Sao Paulo atiende una amplia diversidad de intereses personales. El Motel Classe A, por ejemplo, ofrece una suite decorada para seguidores del club de futbol Corinthians, y otra para devotos del libro "50 sombras de Grey". Las suites en el Motel Snob's a todas luces aspiran a lo cosmopolita, con nombres en honor de ciudades como Dubái, Moscú y, sí, Las Vegas. Una suite en el Motel Riviera está diseñada para parecer como si el cliente estuviera cerca de un yate anclado en el Mediterráneo.

Sin embargo, ese tipo de embellecimientos parecen anticuados, o meramente carentes de ambición, comparados con el excesivo enfoque en lugares como el Motel Harmony.

Su suite Nagoya tiene un bar con cerveza de barril, un asador para cortes de solomillo, un escenario con un tubo para baile, una sala para jugar Xbox, máquinas de pinball, techo solar, una mesa de billar, un acuario repleto de enormes peces de agua dulce como el pirarucu y el bagre come-perro, así como una cama king-size decorada con pétalos de rosa.

El hotel también recuerda a sus huéspedes que más de 100 personas pueden apretujarse en la suite si los huéspedes quieren organizar una fiesta. Quedarse en la suite dúplex por una pareja empieza en alrededor de 100 dólares por unas pocas horas; el costo aumenta con la duración de la estadía y el número de huéspedes.

"Los moteles en Brasil son como el Disneyland del sexo", dijo Dinah Guimaraens, antropóloga y arquitecta que ha escrito ampliamente sobre moteles brasileños. "Ellos suministran una combinación de entretenimiento, fantasía y escapismo, permitiendo que la clase media se sienta poderosa durante unos pocos fugaces momentos".

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