New York Times Syndicate

Los patrulleros sobre camellos de Jordania

En la estación de la Real Fuerza del Desierto de Jordania, 4 mil hombres de la fuerza policial nacional son responsable de vigilar y patrullar las escasamente pobladas áreas desérticas y para ello utilizan a un grupo de camellos que les permite atrapar a contrabandistas y rastrear autos robados.

WADI RUM. Con la brida atada en el arenoso terreno al lado de la estación de policía, junto a los camiones cuatro por cuatro y el vehículo para arena, están algunos otros elementos importantes del equipo para aplicar la ley en este valle seco y amenazadoramente desértico: ocho ariscos camellos que están masticando perpetuamente.

Seis de las altas bestias son ensilladas regularmente para las patrullas realizadas por la policía local para llegar a las áreas escarpadas o impresionar a los turistas. Los otros dos son camellos de carreras de raza pura, machos, conservados para ofrecer otro tipo de servicio. "Cualquier residente que quiera traer a su camello hembra puede venir", dijo Kayed Nasser, un encargado de la unidad de camellos de la estación."Es un servicio gratuito que ofrecemos a los ciudadanos".

Esta es la estación local de la Real Fuerza del Desierto de Jordania, una rama de 4 mil hombres de la fuerza policial nacional que es responsable de vigilar y patrullar las escasamente pobladas áreas desérticas que cubren cuatro quintas partes de esta monarquía del Medio Oriente. La fuerza desciende de un cuerpo de camellos fundado en los años 20, cuando Gran Bretaña, que tenía un mandato para gobernar el área, separó la región de Transjordania de Palestina.

La fuerza evolucionó después de la independencia de Jordania en 1946, dependiendo más fuertemente de camiones y tecnología de vigilancia. Hoy, las patrullas de camellos son una parte pequeña, pero aún importante, de los esfuerzos de la Real Fuerza del Desierto para atrapar a contrabandistas, rastrear autos robados e impedir que las enemistades familiares terminen en asesinatos.

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TRIBUS BEUINAS Y JORDANIA

Los agentes de la fuerza provienen de las tribus beduinas de Jordania, lo que significa que saben cómo manejarse en el desierto y como navegar por los intrincados códigos sociales de los cientos de miles de beduinos que viven en esas áreas. "Los nacidos en la ciudad no saben cómo interactuar con los beduinos que viven en el desierto", dijo el capitán Enad al-Jazi, un beduino y subjefe de la estación de Wadi Rum. "Nosotros sí", dijo, aunque ahora pasa más tiempo en un camión de tracción cuatro por cuatro que sobre el lomo de un camello.

La composición de la fuerza también proyecta luz sobre un factor que ha ayudado a mantener una estabilidad relativa en Jordania, un aliado árabe clave de Estados Unidos, pese a la turbulencia que sacude a sus vecinos. A lo largo de su historia, la monarquía de Jordania no solo ha mantenido buenas relaciones con las tribus del país, también las ha convertido en la estructura del estado reclutando a sus miembros para el ejército y los servicios de seguridad, dicen analistas.

Esto tiene que ver con el pasado de Jordania, que ha dejado a sus ocho millones de ciudadanos divididos entre "los de la margen oriental", o jordanos nativos, y "los de la margen occidental", o descendientes de palestinos desplazados por la creación de Israel y sus subsecuentes guerras con sus vecinos árabes.

Los gobernantes de Jordania han visto desde hace tiempo a esos descendientes de los palestinos, que tienden a preocuparse menos por la monarquía, como una amenaza demográfica para su régimen, según Ora Szekely, un profesor asociado de ciencias políticas en la Universidad Clark en Massachusetts, que estudia a Jordania.

Este sentimiento aumentó después del Septiembre Negro, la violenta batalla que comenzó en 1970 entre el ejército jordano y la Organización para la Liberación de Palestina. Miles murieron, pero la monarquía ganó y expulsó a la OLP del reino. "Esto fortaleció la decisión y convenció a la monarquía de que los únicos en los que se podía confiar era en los de la margen oriental", dijo Szekely, "y especialmente los beduinos".

BENEFICIOS A CAMBIO DE SEGURIDAD

Desde entonces, la familia gobernante ha llenado los servicios de seguridad con residentes de la margen oriental, quienes reciben prebendas como pensiones y beneficios de educación para sus hijos, asegurándose de que familias enteras permanezcan dedicadas a la supervivencia de la monarquía, dijo Szekely. La importancia de esos lazos entre las tribus y el Estado se ha vuelto más clara con el ascenso de los yihadistas del Estado Islámico en el vecino Irak.

Desde la invasión estadounidense de 2003 llevó a un gobierno encabezado por chiitas a Bagdad, la relación entre el Estado y las tribus sunitas se ha visto deteriorada, y muchos culpan a las políticas discriminatorias del ex Primer Ministro Nouri al-Maliki por enfurecer a los sunitas del país. Algunos se han unido directamente al Estado Islámico, también conocido como ISIS; otros se oponen a su ideología pero les alegra verle combatiendo al gobierno.

Sin embargo, otros han tomado las armas para combatirlo y acusan al Estado de brindarles poca ayuda. La diferencia del enfoque jordano es clara para muchos aquí. "En Irak, Maliki oprimió a los sunitas, de manera que ellos dijeron:"Dejemos llegar al ISIS y destruir sus casas'", dijo Al-Jazi, el subjefe de policía.

SIN LAZOS CON EL ESTADO ISLÁMICO

"Aquí en Jordania, las tribus son el sistema nervioso del Estado". Aunque han surgido algunos signos de apoyo para el Estado Islámico en Jordania, no se sabe que el grupo tenga presencia operacional aquí. Analistas señalan que muchos otros factores también han dado forma al destino de los dos países.

Por un lado, Jordania, que es casi totalmente sunita, carece de las divisiones sectarias que han resultado explosivas en Siria e Irak. Los monarcas de Jordania también han optado más por medios moderados para manejar la disensión interna, haciendo pequeñas concesiones políticas en vez de recurrir a los asesinatos masivos del Presidente Saddam Hussein en Irak o el Presidente Bashar Assad en Siria.

La mayor prueba de que el enfoque de Jordania ha tenido éxito – al menos hasta ahora – es esta: "Jordania sigue existiendo", dijo Szekely. Los elementos de esa durabilidad eran claros en la estación Wadi Rum y en la carrera de Al-Jazi, su subjefe.

Dando la bienvenida a un invitado en una fogata en el desierto donde sus hombres servían rondas de té y pan pita horneado sobre carbón ardiente, Al-Jazi, de 44 años de edad, dijo que se había unido a la Fuerza del Desierto a los 16 años y prestado servicio en todas las fronteras de Jordania. La mayor parte de su trabajo había involucrado rastrear a hombres que contrabandean con cigarrillos, drogas, aparatos electrónicos y armas entre Jordania y sus vecinos, una labor a menudo peligrosa.

LEALTAD A ABDULLAH II, REY DE JORDANIA

Su hermano Atallah, que también había prestado servicio en la fuerza, fue asesinado en 1991 en un tiroteo cerca de la frontera iraquí, dijo Al-Jazi. De vez en cuando, la unidad de Al-Jazi se había unido a la policía antimotines para desintegrar manifestaciones en las ciudades de Jordania, trabajo que considera parte del servicio al rey Abdullah II, el oficial en jefe de la Fuerza del Desierto.

Fotos del rey, vestido en un uniforme tradicional de la policía beduina con cartucheras rojas que cruzan su pecho y una daga plateada que sobresale de su cinturón, cuelga prominentemente en las estaciones de la fuerza. Mucho había cambiado, dijo Al-Jazi, desde los días en que los desiertos carecían de carreteras y cobertura telefónica y cuando los agentes hacían patrullajes de varios días en camello portando solo lentejas, harina, manteca y leche en polvo; durmiendo con sus camellos en torno a fogatas.

Ahora, el ejército de Jordania vigila la mayoría de las fronteras, y Al-Jazi y sus hombres trabajan en camiones, o por teléfono celular. Una tarde, un colega llamó para decirle que cuatro agentes habían estado recorriendo el desierto a alta velocidad cuando se les ponchó un neumático y su vehículo volcó. Todos estaban ilesos, así que Al-Jazi envió a una cuadrilla en otro camión a recogerlos.

Posteriormente, sus agentes atraparon a algunos beduinos cazando sin licencia. Confiscaron el rifle de los cazadores furtivos, les elaboraron citatorios judiciales y liberaron a un halcón que habían atrapado y a una paloma que estaban usando como carnada, dijo Al-Jazi.

Él y sus hombres pasan poco tiempo en su estación de policía cuadrada y blanca, prefiriendo beber té y charlas con los beduinos que llegan de visita a la tienda de campaña roja y negra erigida sobre el pasto. Los camellos descansan cerca. Todos tienen nombres así como números gubernamentales oficiales marcados en el cuello, como placas de licencia.

Uno fue capturado cargado de drogas cerca de la frontera con Israel y entregado a la fuerza después de que su dueño fue encarcelado. Los agentes de la estación reconocen que la tecnología en gran medida ha hecho a los camellos innecesarios, pero afirman que la fuerza de la tradición los mantiene ahí. "Son la herencia legada de nuestros abuelos", dijo Nasser, uno de los cuidadores de los camellos. "Y los amamos".

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