New York Times Syndicate

Los elefantes de Myanmar sufren desempleo y engordan

Los elefantes en Myanmar han ayudado a extraer maderas preciosas de las selvas por cientos de años, pero ahora se han quedado sin trabajo luego de la reducción de los bosques y la ley que prohíbe la exportación de madera bruta; lo único que les queda es engordar y tener sexo.

Arrastrar árboles gigantescos de arriba abajo por las empinadas laderas de espesa selva es un duro trabajo. Pero hay algo peor, dicen los dueños de los elefantes madereros de Myanmar: no tener trabajo.

La reducción de los bosques y la ley promulgada hace tres años que prohíbe la exportación de madera bruta han causado una crisis de desempleo entre los elefantes de Myanmar. Cientos de elefantes se han quedado sin trabajo y muchos no lo están manejando bien.

"Se enojan con mucha facilidad", afirma U Chit Sein, de 64 años de edad, cuyos ocho elefantes ahora solo trabajan unos cuantos días al año. "No hay trabajo, así que están engordando. Y los machos, lo único que quieren es tener sexo todo el tiempo."

Los elefantes ocupan un lugar casi místico en Myanmar, que cuenta con la población de elefantes en cautiverio más grande del mundo. Por cientos de años, los animales han ayudado a extraer teca y otras maderas preciosas de las selvas, donde ni la maquinaria más moderna puede entrar.

Pero ahora, el futuro de los 5 mil 500 paquidermos en cautiverio es una preocupación importante para los funcionarios del gobierno que los supervisan.

"Es muy difícil manejar el desempleo", observa por su parte U Saw Tha Pyae, cuyos seis elefantes han estado sin trabajo desde hace dos años. "No hay tala porque ya no hay más árboles."

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El principal experto en elefantes de Myanmar, Daw Khyne U Mar, calcula que ahora hay 2 mil 500 elefantes desempleados, muchos de ellos en las selvas del este de Myanmar, a unas dos horas y media de la frontera con Tailandia. Esa cifra significa que el índice de desempleo es de 40 por ciento, más o menos, una enorme diferencia con el 4 por ciento de desempleo que tiene la población en general.

"La mayoría de estos elefantes no saben qué hacer", asegura Daw Khyne U Mar. "Los propietarios tienen una carga muy grande pues es costoso mantenerlos."

Los elefantes adultos, que pesan unas 4.5 toneladas, comen 181 kilos de alimento al día y, además de los circos y la industria maderera, tienen muy pocas oportunidades de trabajo.

La explotación forestal es ardua, pero los expertos aseguran que el trabajo es una razón de que los elefantes de Myanmar se hayan mantenido relativamente sanos. Un estudio realizado en 2008 calculó que los elefantes madereros de Myanmar, que tienen un régimen estricto de trabajo y juego, llegan a vivir hasta el doble de tiempo que los elefantes de los zoológicos europeos: una edad promedio de 42 años, a diferencia de los 19 años que viven sus congéneres en el zoológico.

Y algunos elefantes madereros viven mucho más. "Vemos elefantes trabajadores que viven hasta los 50 y 60 años con bastante regularidad", precisa Joshua Plotnik, especialista en conducta de elefantes radicado en Tailandia. "Todo es cuestión de buena nutrición y cuidados adecuados."

Se sabe que los elefantes sienten que tienen un propósito en la vida al realizar su trabajo, aseguran los expertos, y la pérdida de su trabajo puede ser desmoralizante para ellos.

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“No quiero antropomorfizar”, advierte John Edward Roberts, director de elefantes y actividades de conservación de la Fundación de Elefantes Asiáticos Triángulo Dorado, centro de rescate de los paquidermos en Tailandia. “Pero si se les quita esa parte de su vida, la parte que los entretiene y los mantiene en forma tanto física como mentalmente, las cosas se ponen difíciles para ellos.”

Para la mayoría de la gente en Myanmar, las cosas están mejorando. La economía está creciendo rápidamente y los ciudadanos disfrutan de nuevas libertades después de una dictadura brutal. Pero la alborada de la democracia ha significado un cambio de fortuna para los elefantes. En años pasados, cuando la población sufría bajo la dictadura, puede decirse que la vida era mucho menos dura para los elefantes.

Los gobiernos militares se atuvieron al estricto código de trabajo para los elefantes establecido en tiempos de la colonia inglesa: jornadas de ocho horas, semanas de cinco días, retiro a los 55 años, permiso de maternidad obligatorio, vacaciones de verano y buena atención médica. Todavía hay campamentos de maternidad para elefantes y comunidades de jubilados manejados por el gobierno. En un país donde las protecciones sociales básicas brillaron por su ausencia durante la dictadura, las leyes laborales para los elefantes se respetaban escrupulosamente, en parte porque un elefante explotado en el trabajo se convierte en un animal muy peligroso, advierten sus manejadores.

Cada elefante maderero tiene su libreta de registro, con el historial médico y laboral manejado por la Empresa Maderera de Myanmar, compañía estatal designada generalmente por sus iniciales en inglés, MTE.

"Los elefantes de MTE que he visto son muy sanos en comparación con elefantes que he visto en otros países", asegura la doctora Susan Mikota, directora de programas e investigación veterinaria de Atención Internacional de Elefantes, asociación con sede en Estados Unidos dedicada al bienestar de los elefantes. "Tienen una dieta natural y se les permite buscar su propio forraje. Están en buenas condiciones en cuanto a músculos y esqueleto. Y hacen buen ejercicio."

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Georgia Mason, que participó en el estudio de 2008, señaló que la obesidad parece ser un factor importante en la reducción de la esperanza de vida de los elefantes de zoológico. Un estudio subsecuente mostró que los elefantes nacidos en zoológico eran 15 por ciento más pesados que los nacidos en los campos madereros, agregó.

Ya que es probable que aumente el número de elefantes desempleados conforme se reducen los bosques y la industria maderera mengua, el gobierno está explorando la posibilidad de devolver algunos elefantes a la vida silvestre.

Simon Hedges, coordinador de elefantes de la Sociedad de Conservación de la Fauna, asociación protectora de animales con sede en Estados Unidos, afirmó que esta era una "oportunidad emocionante". Pero él y otros expertos advirtieron que hay que tomar precauciones ante la posibilidad de que los elefantes liberados difundan enfermedades a la población silvestre y de que ataquen aldeas para conseguir comida.

Mientras esperan una solución, los propietarios de elefantes lidian con el desempleo de diferentes maneras.

Algunos han vendido sus animales a empresarios de Tailandia, donde se destinan a la industria turística, como espectáculos de elefantes y recorridos por la selva. Aunque exportar elefantes a Tailandia técnicamente es ilegal sin permiso oficial, los propietarios aseguran que está ocurriendo cada vez con mayor frecuencia.

Pero otros propietarios dicen que no soportan la idea de vender sus animales.

"Yo no sé qué voy a hacer con mis elefantes", afirma Saw Tha Pyae que, al igual que muchos otros propietarios, heredó los animales de sus padres. "Pero nunca los voy a vender, ¡nunca! ¡Los quiero mucho!"

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