New York Times Syndicate

Gorgona, un vino desde la prisión

En la isla de Gorgona, Italia, existe una prisión poco común donde los reos trabajan en viñedos para obtener vinos exquisitos que luego son vendidos alrededor del mundo. 

GORGONA, Italia.-  Los reos del penal de Gorgona, localizado en la isla más septentrional en el archipiélago toscano, no suelen tener permiso para beber alcohol.

Sin embargo, hace algunos días, hubo una excepción: guardias y presos tuvieron un brindis para celebrar la cosecha 2013 de un vino nombrado en su honor.

El vino "Gorgona" - de color paja y sabor afrutado - fue el causante de que los reos tuvieran, aunque sea unos instantes, la sensación de libertad. "Es importante que a veces se den ciertas complacencias. Debemos abrirnos, desafiarnos a nosotros mismos", aseguró el director de la prisión, Carlo Mazzerbo.

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El vino "Gorgona" es una mezcla de uvas vermentino y ansonica. Su obtención se basó en la labor de decenas de detenidos, quienes diariamente trabajaron en los viñedos y en varias otras actividades relacionadas con la agricultura y tienen acceso a los terrenos desde el amanecer hasta la hora del encierro, ya entrada la noche.

El trabajo comunitario de la prisión de Gorgona llamó la atención de Los Frescobaldis, una de las familias viticultoras más antiguas de Italia.

Durante los últimos dos años, enólogos y agrónomos Frescobaldi han impartido su conocimiento a un grupo de los presos de la isla como parte de un programa de rehabilitación, el cual apunta a suministrar las habilidades para la vida después de su liberación.

El índice de reincidencia es alto en las prisiones italianas, alrededor de 80 por ciento, "pero en vez de eso, si educas a la gente, le das capacitación o acceso a un empleo, la reincidencia desciende a 20 por ciento", destacó Lamberto Frescobaldi, presidente del Marchesi de' Frescobaldi.

Giuseppe Fedele, educador en Gorgona, afirmó que "el mejor agradecimiento que un prisionero puede demostrar cuando es liberado de aquí es que no lo envíen de nuevo a prisión".

Los presos deben presentar una solicitud para que los admitan en la colonia agrícola, y las listas de espera son largas. Al parecer, muchos vienen tanto por la experiencia como por escapar de las hacinadas penitenciarías, característica muy criticada del sistema carcelario de Italia.

En enero de 2013, la Corte Europea de Derechos Humanos en Estrasburgo condenó a Italia por trato "inhumano y degradante" de prisioneros en cárceles sobresaturadas. Le ordenó al gobierno que resolviera el hacinamiento de prisiones en el plazo de un año.
Ese plazo se cumplió en mayo, pero el Consejo de Europa decidió el mes pasado que le daría a Italia otro año antes de evaluar plenamente su progreso, reconociendo las "tendencias alentadoras y positivas" en meses recientes que han reducido el número de personas en prisión, tanto al cambiar algunas leyes como introduciendo formas alternativas de encarcelamiento, dijo el consejo en un informe.

Actualmente hay alrededor de 70 detenidos en Gorgona, "situación óptima", con base en el superintendente de la penitenciaría, Alessandro Zaccaria.

Abierta por primera vez en 1869, la prisión opera como una granja funcional. Algunos reos llevan a cabo deberes agrícolas - cultivan fruta y vegetales, crían ganado y hacen quesos y pan - al tiempo que otros trabajan en mantenimiento o en la cocina y la comisaría.

"Sigue siendo una prisión, pero el día vuela porque estás trabajando. Una cosa es estar en una celda durante 12 horas y otra estar al aire libre, ocupado haciendo algo", dijo Santo Scianguetta, quien aún debe cumplir 6 años de una condena por 16.

La mayoría de los presos aquí sirven los últimos años de largas condenas por delitos graves, incluido asesinato. Por razones de privacidad, los oficiales carcelarios pidieron a los reporteros que se abstuvieran de especificar sus delitos individualmente.

Proyectos como la Iniciativa Frescobaldi hacen que los reos se sientan como "los protagonistas de su encarcelamiento, y no recipientes pasivos en los que el estado es el enemigo", sostuvo Mazzerbo, el director de la prisión, quien ha cabildeado por extender programas similares a otras prisiones italianas.

"No cuesta nada cambiar la mentalidad de una persona. Eso puedes hacerlo en cualquier lugar. No se necesita una isla", agregó. 

Varias penitenciarías ya están involucradas en actividades económicas, al tiempo que al menos otras dos producen vino. Algunas cárceles están involucradas en iniciativas alimentarias o de moda, al mismo tiempo que es posible ordenar productos desde el sitio en línea del Ministerio de Justicia.

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Aquí, los prisioneros reciben un salario mensual, aproximadamente dos tercios de lo que obtendrían en el exterior, con base en el contrato laboral agrícola de la provincia. "Es bueno que no dependamos de nuestras familias para tener dinero. Cuando menos, aquí tienes una oportunidad. En muchos casos, la gente sale de prisión más enojada que antes", señaló Ciro Amato, quien cumple una condena de 30 años. "

Sin embargo, eso no quiere decir que la vida en esta isla sea sencilla. Históricamente, esta región de Italia fue sitio de aislamiento y privación de libertad. 

Aproximadamente a 30 km de Livorno y parte de un archipiélago, este lugar evoca a una aislada detención, como Elba, donde Napoleón se exilió, y Montecristo, vuelto famoso por el conde epónimo, fue encarcelado por un delito que no había cometido.

Los restos de edificios de monasterios y torres militares de vigilancia hablan de su aislamiento pasado, al tiempo que los hogares vacíos de la diminuta aldea de pescadores en uno de los puertos de la isla indican una ausencia de oportunidades económicas viables en tiempos más recientes. Solamente un civil, una mujer de 80 años, vive aquí durante todo el año.

Con el paso del tiempo, la prisión se convirtió en la principal - aunque precaria - línea vital de la isla, garantizando necesidades básicas como electricidad y transporte al territorio continental. Cuando Frescobaldi se sumó, en 2012, el ministerio de justicia estaba considerando el cierre de la prisión, la única colonial penal en una isla que resta en Italia. Frescobaldi firmó hace poco un contrato de 15 años para cosechar vino Gorgona, lo cual sugiere un aplazamiento.

UNA PROLÍFICA PRODUCCIÓN DE VINO

La producción de vino en la isla empezó antes de la participación de los Frescobaldi. El viñedo de una hectárea fue plantado en 1989, y al poco tiempo se empezó a producir vino. Auxiliadas por amigos enólogos, las primeras cosechas, tanto de vino tinto como blanco, fueron discretas. El vino se vendía en 3.5 euros (aproximadamente 4.75 dólares) por botella.

El salto de calidad llegó cuando Frescobaldi apareció hace dos años, dándole experiencia a la empresa. Este año, se produjeron 2 mil 500 botellas y 200 mágnum numeradas de Gorgona, muchas con destino en mercados extranjeros.

En Estados Unidos, una botella de Gorgona cuesta actualmente cerca de 90 dólares.

Es un producto caro, reconoció Frescobaldi. "Es un vino que tienes que pensar dos veces antes de elegirlo, como cuando compras un automóvil caro".

Con base en el éxito de las primeras dos cosechas, Frescobaldi está en el proceso de duplicar el tamaño del viñedo.Además, Mazzerbo está investigando otros caminos de inversión para abrir la isla incluso más allá, incluido el desarrollo de turismo, que por el momento se limita por las restricciones impuestas por el parque nacional.

Umberto Prinzi, quien ha pasado los últimos 18 años tras las rejas, ha sido uno de los principales cuidadores del viñedo desde que empezó el proyecto Frescobaldi. Hoy, admite que beber el vino por el que ha trabajado tanto tiempo es como un instante de felicidad, de libertad.

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