New York Times Syndicate

En busca de ‘likes’ para los tiburones

Un Zoológico de Sídney busca desestigmatizar la creencia de que los tiburones son agresivos y solitarios; el centro está estudiando a un conjunto de tiburones rizados de felpa y hasta el momento las hipótesis indican que les gusta estar y comer juntos.

SÍDNEY.- Junto a los convencionalmente adorables canguros, koalas y tejones australianos de juguete que desde hace tiempo se venden en la tienda de regalos del Zoológico Taronga aquí, destaca un recién llegado: un tiburón rizado de felpa.

Es carnada para los visitantes jóvenes, por supuesto, pero también un símbolo de los esfuerzos para explorar el lado más suave de estos animales ampliamente temidos.

En septiembre, el zoológico inauguró una exhibición que incluye a un pequeño grupo de tiburones de Port Jackson, un proyecto conjunto con la Universidad de Macquarie, en el que los investigadores están estudiando el comportamiento social de los tiburones para ayudar a combatir la idea errónea de que los tiburones son criaturas mayormente solitarias.

El objetivo secundario del proyecto es elevar la posición social de los tiburones entre los humanos; una preocupación que es particularmente relevante aquí en Australia, donde los ataques de tiburones a menudo son tema de titulares sensacionalistas y hay frecuentes llamados para sacrificarlos, pese al hecho de que los ataques fatales suceden solo una vez al año en promedio en el país.

"Más personas mueren al caerse de acantilados mientras se toman autorretratos (selfies) que por ataques de tiburones", dijo Culum Brown, un profesor asistente del Laboratorio de Comportamiento, Ecología y Evolución de los Peces en Macquarie, citando una estadística mundial aparentemente bien documentada.

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El proyecto empezó hace cuatro años después de que uno de los estudiantes de Brown propuso investigar si los tiburones se involucran en el mismo tipo de comportamientos sociales que los humanos; reuniéndose por el simple placer de la compañía de otros, por ejemplo.

Aunque algunas especies de tiburones, como los peces martillo, son conocidos por formar grandes bancos, hay poca investigación que analice por qué: ¿Es algo social, o los tiburones simplemente se sienten atraídos por un recurso particular?

"La sensación general es que los tiburones son robots; que son antisociales y van por ahí mordiendo y matando cosas", dijo Brown. "Nadie conoce las vidas sociales de los tiburones porque es notoriamente difícil darles seguimiento".

Brown reunió a un equipo de estudiantes y voluntarios y pasó tres meses en la Bahía de Jervis, en la costa de Nueva Gales del Sur, 145 kilómetros al sur de Sídney, revisando las aguas en busca de sujetos de investigación. Los tiburones de Port Jackson parecieron encajar en los requerimientos; con unos 1.5 metros de largo, son lo suficientemente grandes para ser detectados en el agua, y abundan. "Probablemente son el tiburón más común en las aguas australianas", y son relativamente amistosos, dijo Brown. "Si se les atrapa, tienden a ser pasivos. Casi como una mascota".

El equipo de Brown etiquetó y liberó a los tiburones, usando una combinación de herramientas de rastreo. Las etiquetas de transportador integrado pasivo (o PIT, por su sigla en inglés), ligeramente más grandes que un grano de arroz, contienen equipo electrónico que permite que actúen como códigos de barras vitalicios que pueden ser detectados y leídos sin que el animal tenga que ser recapturado. Las etiquetas fueron insertadas en cada tiburón vía una pequeña incisión en el vientre del animal.

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Una etiqueta acústica colocada en la aleta de cada tiburón envía un sonido metálico cada vez que se acerca a una décima de kilómetro de un receptor subacuático, o a unos nueve metros de otro tiburón etiquetado. Cada sonido es registrado por horario, lo que significa que es posible detectar cuándo un tiburón en particular estuvo en un lugar en particular, y si estuvo en contacto con cualquier otro de los tiburones etiquetados ahí.

Durante el proceso de etiquetado inicial, el equipo de Brown etiquetó a 250 tiburones en la Bahía de Jervis con etiquetas PIT y acústicas. El año pasado, 38 tiburones más fueron etiquetados. De los datos analizados hasta ahora, Brown concluyó que los tiburones de Port Jackson etiquetados hace cuatro años regresaron consistentemente a algunos lugares. Al principio, se pensó que se reunían para aparearse, pero Brown descubrió posteriormente que los tiburones eran de edades y géneros mixtos, lo que llevó a otra teoría: que a los tiburones les gustaba comer juntos.

Para descartar la posibilidad de que los animales fueran atraídos a un lugar mismo en lugar de otro, Brown necesitaba un ambiente artificial en el cual observarlos de cerca. Así que contactó a una ex estudiante, Jo Day, quien había estudiado las interacciones sociales en los delfines de nariz de botella y ahora trabajaba como coordinadora de investigación y conservación en el Zoológico Taronga.

Aunque Day se entusiasmó con la posibilidad de crear un hábitat para tiburones ahí, fue necesario convencer a funcionarios del zoológico; la instalación no había tenido una exhibición de tiburones en 25 años.

En septiembre, Brown trajo 10 tiburones, los cuales inmediatamente se apoderaron de su nuevo hogar: una piscina de 18 metros de largo, tres metros de profundidad y siete metros de ancho, embellecida con una cascada y refugios de piedras en el fondo para imitar el tipo de sitios donde se reúnen los tiburones de Port Jackson en libertad. Aunque los datos no han sido formalmente analizados, las primeras observaciones respaldan la hipótesis de que a los tiburones les gusta estar cerca unos de otros.

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"En vez de dispersarse por la piscina, siempre están juntos", dijo Brown. "Hemos visto esto en la naturaleza también, pero, aquí, no hay razón para que se sientan atraídos por algo en el refugio, porque todo es artificial".

Además de las etiquetas PIT y acústicas, a los tiburones en la piscina se les colocaron acelerómetros en sus aletas dorsales, para medir sus patrones de movimiento en tres dimensiones. Se instalaron tres cámaras en el área de avistamiento subacuático, que registran hacia dónde nadaron los tiburones y lo que hicieron. Esto permite a los investigadores enlazar la señal producida por el acelerómetro de cada tiburón con un comportamiento particular: nadar, descansar, comer o aparearse. Una vez que se establezca un tipo de patrón, será posible que Brown y su equipo determinen no solo a dónde se dirijan los tiburones una vez que sean liberados de nuevo en el océano, sino también lo que están haciendo.

Estos equipos de alta tecnología ayudaron a que el experimento de los tiburones fuera un éxito para el zoológico. "Siempre escuchamos a los niños diciendo cosas como '¡Vamos a ver a los tiburones!'", dijo Day. "Una plática de un cuidador sobre la exhibición atrajo a una multitud de unas 100 personas, todas apretadas en esta diminuta área de avistamiento. Es una de las exhibiciones más populares en el zoológico en este momento".

LA RESPUESTA TAMBIÉN COMPLACE A BROWN

"El temor a los tiburones es irracional", dijo. "Es difícil superar un temor irracional. Pero estamos tratando de enseñar a la gente que los tiburones no son máquinas asesinas sin sentido, que los tiburones son interesantes y hacen cosas interesantes. La realidad es que los humanos matan a millones de tiburones cada año. La mayoría de los tiburones están siendo amenazados por nosotros, no al revés".

Recientemente, el hijo de tres años de Brown visitó el zoológico con su grupo de preescolar. "Todo de lo que hablaba cuando llegó a casa era de los tiburones", recordó Brown. "Quiero decir, hay jirafas, gorilas y Dios sabe qué mas, ¿y qué hace? Habla sobre los tiburones".

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