New York Times Syndicate

En busca de eficiencia, España piensa en mover la hora

Mientras la gente en algunos países se está preparando para ir a la cama, la noche española suele empezar a las 10, en tanto la comida se sirve con frecuencia y programas de TV en el horario estelar empiezan.

MADRID.- Estirándose hasta un cubo lleno de cervezas Mahou, Jorge Rodríguez y sus amigos se acomodaron en sus asientos en una reciente noche de miércoles para ver el futbol en el Mesón Viña, un bar local. Una pareja se hacía arrumacos en una mesa cercana, ajena a los demás comensales, mientras una camarera traía tortillas de papa y otras órdenes de comida. Después, empezó el juego. Eran las 10 p.m.

Lo cual no es inusual. Incluso mientras la gente en algunos países se está preparando para ir a la cama, la noche española suele empezar a las 10, en tanto la comida se sirve con frecuencia y programas de TV en el horario estelar empiezan (y no terminan hasta después de la 1 a.m.). Encuestas revelan que casi una cuarta parte de la población española está viendo televisión entre medianoche y la 1 a.m.

"Es la identidad española, comer en otro horario, dormir en otro horario", dijo Rodríguez, de 36 años, quien tenía que levantarse temprano la mañana siguiente para ir a trabajar en un banco.

España sigue operando a sus propias horas y ritmo. Sin embargo, ahora que está intentando recuperarse de una devastadora crisis económica - en la ausencia de soluciones fáciles -, un movimiento en pro de la eficiencia arguye que el país puede volverse más productivo, más sincronizado con el resto de Europa, si adopta un horario más regular.

Sin embargo, lo que pudiera sonar lógico para mucha gente que no es española representaría un cambio fundamental para la vida de España. A lo largo de las décadas, muchos españoles han tomado un largo descanso de mediodía para almorzar y tomar una siesta. Bajo un nuevo horario, ese lapso sería truncado a una hora o menos. Los programas de televisión serían programados una hora antes. Y el elástico día laboral de España sería reemplazado por algo más cercano a un horario de 9 a 5.

Apuntalando los cambios propuestos está una recomendación para cambiar la hora en sí atrasando el reloj una hora, lo cual sacaría a España de la zona horaria que incluye a Francia, Alemania e Italia. Más bien, España se uniría a su espacio natural en términos geográficos con Portugal y Reino Unido en la Hora Universal Coordinada, el moderno sucesor del Meridiano de Greenwich.

"Queremos ver una cultura más eficiente", dijo Ignacio Buqueras, el activista más vocal sobre el cambio del horario español. "España tiene que romper los malos hábitos que ha acumulado a lo largo de los últimos 40 o 50 años".

Por el momento, el gobierno español está tratando con seriedad la campaña. En septiembre, una comisión parlamentaria recomendó que el gobierno atrasara el reloj una hora e introdujera un día laboral normal de ocho horas. Hasta la fecha, el gobierno no ha emprendido acciones.

Un día laboral abreviado por la siesta es un cliché español, aunque no está fundamentado necesariamente en la realidad. Más bien, muchos españoles se quejan de un día laboral que nunca termina, el cual empieza en la mañana pero es interrumpido de nuevo por un tradicional descanso ya entrada la mañana para el almuerzo del mediodía. Si los trabajadores regresan a sus escritorios a las 4 p.m. (el almuerzo empieza a las 2), dice mucha gente, terminan trabajando hasta ya bien entrada la noche, particularmente si el jefe toma un descanso largo y después trabaja hasta tarde.

"Estas horas laborales no son buenas para las familias", dijo Paula Del Pino, de 37 años de edad, abogada y madre de dos niños, quien dijo que un día laboral de 8 a 5 aligeraría la presión. "La sociedad española sigue siendo anticuada. Los que gobiernan son anticuados, y aquí, les gusta como están las cosas".

ATASCADOS EN UN HORARIO

El origen del horario nacional se remonta a la II Guerra Mundial, cuando el dictador Francisco Franco adelantó los relojes para alinearse con la Alemania nazi, como también ocurrió en la vecina Portugal. Tras la derrota de Hitler, Portugal regresó a la hora del Meridiano de Greenwich, no así España.

En esa época, España era una nación mayormente agraria y muchos agricultores sincronizaban sus horarios con el sol, no con relojes. Los agricultores comían el almuerzo y la comida como antes, incluso si los relojes declaraban que era una hora más tarde. Pero, a medida que España se industrializó y urbanizó, el horario gradualmente alejó al país de la norma europea.

"La gente quedó atascada en ese horario", dijo el economista Javier Díaz-Giménez. "Con el tiempo, prevalecieron los relojes". En las primeras décadas de su régimen, Franco ordenó que las estaciones de radio transmitieran informes de prensa y propaganda dos veces al día para que coincidieran con las horas de comer, aproximadamente a las 2:30 y las 10 p.m. La televisión llegó en los 50 y siguió el mismo decreto, con programación diaria en el único canal del gobierno terminando a medianoche con el himno nacional y un retrato de Franco.

"Después, todos solían ir a la cama y procreaban", dijo Ricardo Vaca, director ejecutivo de Barlovento Communications, consultoría de medios en Madrid. Para la década de los 90, con la transición a la democracia después de Franco en marcha, la televisión también empezó a evolucionar. Vaca dijo que nuevas redes privadas, impacientes por ganancias en populares programas, hacían más largos los programas y desplazaron el horario estelar hasta las primeras horas de la mañana. Ahora, agregó, los sondeos de opinión revelan que 12 millones de personas siguen viendo televisión a la 1 a.m. en España.

El cambio del horario estelar es una de las recomendaciones en el paquete armado por Buqueras, el presidente de la Asociación por la Racionalización de los Horarios Españoles. En su oficina de Madrid. Buqueras irrumpió en una sala de conferencias y de inmediato revisó su reloj.

"¡Gracias por ser puntual!" dijo. Buqueras argumenta que el cambio del horario español sería una bendición para madres trabajadoras, permitiría más tiempo libre a las familias para estar juntas y contribuiría a la recuperación económica de España.

"Si España tuviera una horario racional, el país sería más productivo", dijo. Sigue en discusión si un horario más temprano y regimentado se traduciría en mayor productividad. El grupo de Buqueras dice que los trabajadores españoles están en sus puestos laborales durante más tiempo que los trabajadores alemanes, pero completan solo 59 por ciento de sus tareas diarias. La medición de la productividad es una ciencia imprecisa, y si bien muchos expertos dicen que la productividad española es muy baja, actualmente España supera el desempeño de muchos países europeos en algunos cálculos, con base en Eurostat, la dependencia de estadística de la Unión Europea.

"Estas siestas de tres horas no existen", dijo Carlos Angulo Martín, quien supervisa en análisis social en el Instituto Nacional de Estadística, en Madrid. Los hábitos tampoco son uniformes a lo largo del país, dijo, notando que en la región de Cataluña, las horas de la comida y los horarios laborales están más alineados con los de otros países europeos.

DUDAS SOBRE LA PRODUCTIVIDAD

María Ángeles Durán, prominente socióloga por el Consejo Español de Investigación Nacional, duda que el cambio de la zona horaria revierta la baja productividad, lo cual atribuye más a la estructura de la economía orientada a los servicios y un retraso tecnológico. Sin embargo, coincidió en que la normalización del horario laboral sería una ayuda para las mujeres. Citó un sondeo que ella condujo entre legisladoras en Europa, quienes se quejaron de que los hombres programaban importantes reuniones en las primeras horas de la noche, cuando las mujeres estaban presionadas para regresar a casa.

"Para los hombres, esto es perfecto", notó Durán. "¡Ellos llegan a casa y los niños ya están bañados! Los horarios pueden ser utilizados como algo similar a un arma".

En el bar Mesón Viña, Rodríguez y sus amigos contemplaron el reloj español. Un amigo, Carbayo, se sentía consternado ante la idea de un almuerzo sin siesta. Había trabajado como pasante en Países Bajos, donde sus colegas llegaban a las 8 y se iban a las 5, con media hora para devorar un sándwich en el almuerzo, régimen que consideró traumático.

"¿Reducir la hora del almuerzo?" dijo. "No, yo me opongo completamente a eso. Una cosa es comer y otra nutrirse. Nuestra cultura y costumbres son nuestro estilo de vida".

Sin embargo, reconoció, una siesta más corta pudiera ser aceptable. "Dicen que 20 minutos basta para impulsar la productividad", concluyó.

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