New York Times Syndicate

Desentierra aldea japonesa su pecado bélico y sufre ataque

Sarufutsu quiso honrar a 80 jornaleros coreanos que murieron por abuso y desnutrición, mientras construían una pista de aviación a instancias de los militares japoneses durante la II Guerra Mundial, sin embargo encontraron una férrea oposición de quienes quieren limpiar a Japón de culpas militares.

SARUFUTSU. Más de medio siglo ha pasado desde que el jefe de correos en este caserío costero en la gélida punta norte de Japón llevó aparte a un joven hombre y le compartió un secreto. En algún lugar de la aldea, confió el hombre, estaba perdida una tumba que ocultaba huesos coreanos.

Tuvieron que pasar varios años para que Koichi Mizuguchi comprendiera la importancia de esas palabras, y décadas más para arrancarles la sombría verdad a sus vecinos, que no abrían la boca: Cuando menos 80 jornaleros coreanos habían muerto de abuso y desnutrición aquí, mientras construían una pista de aviación a instancias de los militares japoneses durante la II Guerra Mundial.

Con el tiempo, Mizuguchi ayudó a encontrar las tumbas, y tanto él como otros residentes empezaron a construir un monumento de piedra, de 1.80 metros de altura, en el sitio. Hace una década, una comunidad que hubiera intentando conservar el recuerdo de sus pecados de tiempos bélicos pudiera haber pasado desapercibida en Japón.

Sin embargo, el diminuto salón del ayuntamiento de Sarufutsu fue inundado a finales del año pasado de amenazadores telefonemas denunciando a residentes como traidores. La campaña, orquestada por Internet, también se pronunciaba por un boicot a la industria de vieiras de la aldea. Sacudido, el alcalde ordenó un alto a la construcción del monumento.

LIMPIAR A JAPÓN DE SU PASADO MILITAR, LA CONSIGNA

Para Japón nunca ha sido fácil aceptar su pasado militarista, que trató de poner a un lado los problemas surgidos por la guerra mientras se reconstruía hasta convertirse en la nación pacífica y próspera que es actualmente. Sin embargo, la presión para borrar los episodios más oscuros de su historia bélica se ha intensificado en fecha reciente con el surgimiento de un pequeño y agresivo movimiento en línea que busca intimidar a gente como Mizuguchi, quien cree que el país nunca debe olvidar.

Conocidos colectivamente como Net Right, estos ciberactivistas organizados fueron descartados en otra época como radicales en los extremos distantes del panorama político de Japón. Sin embargo, han cobrado desmedida influencia con el ascenso del gobierno conservador del Primer Ministro Shinzo Abe, el cual comparte su objetivo de ponerle fin a representaciones negativas de la historia japonesa, y con la aquiescencia de una sociedad demasiado desinteresada o asustada para expresarse en voz alta.

"No culpo al alcalde por ceder", dijo Mizuguchi, de 79 años de edad, arquitecto que guio a este visitante hasta el sitio de la vieja pista de aviación usando un mapa trazado a mano. "Culpo al resto de Japón por no haberse expresado en voz alta para apoyarnos". En círculos académicos se dice que Net Right no tiene más de unos cuantos miles de miembros activos, muchos de ellos de las crecientes filas de trabajadores bajo contrato que han sido incapaces de encontrar codiciados empleos de por vida.

EXTREMISTAS CONTRA "PERSPECTIVA MASOQUISTA"

Sin embargo, estos extremistas se han beneficiado de una acumulación más extensa de frustración entre jóvenes nipones en torno al largo estancamiento económico y político de su nación. Los activistas responsabilizan a una paralizante falta de orgullo nacional, argumentando que la autoconfianza de Japón fue borrada por completo tras 70 años de descripciones injustas como el villano en la guerra por parte de Estados Unidos y otros que pasan por alto sus propios crímenes en tiempos de guerra, incluidos los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki.

"Estamos cansados de que a Japón le digan constantemente que ofrezca disculpas", dijo Kazuya Kyomoto, de 26 años de edad, popular bloguero entre jóvenes conservadores que condenó monumentos como el de Sarufutsu por promover una perspectiva "masoquista" de la historia japonesa. Agregó que tan solo unos pocos extremistas demasiado celosos usaron tácticas de intimidación.

Kyomoto y otros dijeron que su resentimiento era alimentado parcialmente por disputas crecientes en torno a la historia y territorio con China y Corea del Sur, dos ex víctimas de la formación de un imperio por parte de Japón en el siglo XX, que ahora parecen estar eclipsándolo económicamente.

"El grupo Net Right le da voz a las inquietudes de Japón con respecto a su propia decadencia", dijo Shojiro Sakaguchi, académico en la Universidad Hitotsubashi en Tokio. Los extremistas, que se organizan en sitios ultranacionalistas y, a veces, apuntan a coreanos en Japón con discurso racista de odio, tienen mayor influencia que antes, en parte debido a la caída de la oposición japonesa que tiende a la izquierda, la cual está en caos después de una contundente derrota electoral hace dos años y un periodo infructuoso en el poder.

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COREANOS "JORNALEROS POR LA FUERZA"

Desde que el Sr. Abe se volvió primer ministro, todo se ha vuelto muy emotivo y reaccionario", dijo Yasuhito Maeda, de 90 años, ex subalcaide de Sarufutsu y el autor de un libro publicado hace dos décadas, el cual detallaba el uso forzoso de jornaleros de Corea y convictos japoneses para construir la pista de aviación de Asajino, en esta localidad.

"Cuando vi Asajino, ni siquiera los conservadores pusieron en duda que se hubiera usado coerción". Funcionarios en esta comunidad de 2 mil 400 habitantes en la isla de Hokkaido dijeron que no más de 100 personas estaban detrás de los telefonemas que cruzaron sus líneas telefónicas. Sin embargo, Akira Tatsumi, el alcalde en esa época, dijo que las acusaciones de traición - en parte surgiendo del hecho que la comunidad había aceptado dinero del gobierno surcoreano para construir el monumento - finalmente lo habían llevado a ceder.

"Esto no es una lucha que una sola aldea pueda librar sola", destacó Tatsumi. Pocos activistas, si es que alguno, usaron sus nombres reales en los sitios web que organizaron los telefonemas. Pero uno de ellos, Mitsuaki Matoba, accedió a que lo entrevistaran por correo electrónico, describiéndose como un médico de 60 años en Hokkaido.

Él defendió las tácticas de presión de Net Right, aduciendo que era la única forma de hacerse oír por encima de los medios informativos más populares que repetían falsedades sobre acciones de Japón en tiempos de guerra. Como aquellos que llamaron al salón de Sarufutsu, él se opuso al término "jornaleros por la fuerza" para describir a los coreanos. "Decir que fueron objeto de 'coerción' es una fabricación", escribió. "Si hubo coreanos involucrados en la construcción de la pista de aviación, vinieron por propia voluntad".

Historiadores de la corriente popular afirman que casi 700 mil coreanos fueron detenidos y obligados a trabajar en el Japón de tiempos bélicos. Maeda, el escritor, dijo que había pocas dudas con respecto a que los coreanos enterrados en Sarufutsu estuvieran entre ellos, notando que los pobladores han descrito que cientos de coreanos eran detenidos en barracas sin ventanas similares a prisiones.

Muchos de los coreanos intentaron escapar, agregó, y fueron capturados y golpeados. Tras su derrota, el ejército japonés quemó registros a toda prisa registros para eliminar evidencia de crímenes de guerra. Sin embargo, Maeda dijo que un documento fue encontrado en una caja fuerte de la aldea con una lista de los nombres de 82 trabajadores coreanos, todos entre los 20 y 30 años de edad, que murieron durante la construcción de la pista aérea.

La mayoría murió de tifoidea y otras enfermedades que indican deficientes instalaciones sanitarias, desnutrición y severas condiciones de trabajo. Mizuguchi, el arquitecto que oyó por primera vez de los coreanos del jefe de correos de la comunidad, ayudó a organizar tres excavaciones del sitio de tumbas entre 2006 y 2010. Participaron cientos de investigadores y voluntarios japoneses y surcoreanos, encontrando 38 juegos de restos.

En una reciente visita al sitio, actualmente una vista bucólica de granjas lecheras, dijo que él no había renunciado a la construcción del monumento. "Estos forasteros están intentando intimidarnos para que cerremos los ojos de nuevo", dijo, parado al lado de tumbas excavadas cubiertas con lonas azules de plástico. "Nos podemos permitirles que nos impidan encontrar cierre".

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