New York Times Syndicate

Al parecer, el apéndice sí sirve para algo

Si tienes fiebre moderada, náusea y vómito, diarrea o estreñimiento, podrías tener apendicitis, lo que significa que en el hospital que vayas te dirán que te extirparán el apéndice; sin embargo, hay otros tratamientos que evitarán te corten este órgano que pensabas que era inútil. 

La historia de Gwen Deely es un ejemplo de cómo no manejar una crisis de salud cuando se viaja en el extranjero. Ella se da cuenta de que es afortunada de estar viva.

Deely, de 66 años de edad, quien vive en Manhattan, estuvo en un vuelo nocturno de Nueva York a Venecia en octubre, cuando presentó lo que creía era intoxicación por alimentos, quizá del sándwich de atún que había comido en casa ese día. Soportó la noche armada con más de una docena de bolsas para el mareo y supuso que todo pasaría.

Pero, no fue así, y pasó la semana entera en Venecia en la cama, viendo el techo del apartamento Airbnb que ella y su pareja habían alquilado. Ella atribuyó su febrícula y escalofríos a la inyección contra la influenza que había recibido justo antes del viaje.

"Habría tenido que abordar una lancha para llegar hasta un médico, y ni siquiera me podía parar", dijo. Su decisión de no ir a un hospital que estaba a un taxi acuático de distancia fue reforzada por la renuencia a buscar ayuda médica donde ella no hablaba el idioma. "Si hubiera estado en un hotel, habría pedido ver un médico que hablara inglés", dijo.

De alguna forma, Deely se las ingenió para volar a casa según lo programado, intentando no actuar enferma en el avión, y fue del aeropuerto a la sala de emergencias, donde pruebas de sangre y una tomografía computarizada revelaron el apéndice desgarrado.

Plagada de infección, ella pasó cinco días en un hospital con antibióticos por vía intravenosa, seguidos de meses de tratamiento con antibiótico y drenado abdominal en casa. Finalmente, a mediados de febrero, ella estaba lo bastante saludable para que su enfermo apéndice fuera extirpado con una cirugía laparoscópica, que involucra varias incisiones diminutas en el abdomen.

Un apéndice roto es una condición que amenaza la vida. Tomada por sorpresa por síntomas atípicos parecidos a los de la influenza, en vez del dolorosísimo dolor abdominal que se suele asociar con un apéndice desgarrado, Deely no logró darse cuenta cuán cerca estuvo de morir. Ahora ella sabe algo mejor que intentar "soportarlo" cuando se presentan síntomas inexplicables y debilitantes.

Itis
El sufijo "itis" de apendicitis significa inflamado

La apendicitis, después de todo, es muy tratable, y la cirugía no es ya la única opción. A los pacientes se está ofreciendo cada vez más una serie de antibióticos en vez de llevarlos corriendo al quirófano para remover un apéndice inflamado. Sin tratamiento, un apéndice inflamado puede reventar dos a tres días después de que se presenten síntomas y puede derramar peligrosos microorganismos a lo largo del abdomen. De ahí que sea importante ver al médico tan pronto como sea posible.

Los síntomas de la apendicitis varían, y menos de la mitad de los pacientes los presentan todos. A menudo empiezan con inflamación abdominal y dolor alrededor del ombligo, que después pasa al lado inferior derecho del abdomen y se vuelve agudo y continuo. Es probable que el abdomen esté sensible al tacto, y un tosido, estornudo, movimiento repentino o respiración profunda pueden intensificar el dolor. Pudieran presentarse fiebre moderada, náusea y vómito, diarrea o estreñimiento.

Ese tipo de síntomas son una clara advertencia que requieren de expedita atención médica. Sin embargo, un tercio de toda la gente con apendicitis no presenta estos síntomas típicos, haciendo que casos como el de Deely sean particularmente desafiantes.

El apéndice es una bolsa con forma de dedo pegada al intestino grueso (colon), normalmente del lado inferior derecho del abdomen. Considerado largamente un órgano vestigial sin función conocida, mucha gente, joven y vieja, termina con los propios siendo removidos en el transcurso de otra operación.

Sin embargo, existen indicaciones actualmente de que el apéndice sirve como depósito de bacterias saludables que pueden reponer al intestino después de un ataque de diarrea extrema. Las personas que han sido sometidas a apendectomías, por ejemplo, tienen probabilidades mayores de experimentar infecciones recurrentes de la bacteria Clostridium difficile, debilitante infección intestinal que causa diarrea cuyo tratamiento resulta difícil.

La apendicitis ocurre con mayor frecuencia en niños y adultos jóvenes, y con mayor frecuencia entre hombres que mujeres, pero el riesgo de desgarro es mayor entre adultos mayores. Las probabilidades estimadas de presentar apendicitis a lo largo de la vida van de 7 a 14 por ciento.

La apendicitis aguda es la emergencia quirúrgica más común de Estados Unidos. Con mayor frecuencia se practica laparoscópicamente, lo cual se asocia con una recuperación más rápida, menos dolor y menor riesgo de infección que una operación abierta. Alrededor de 300 mil personas en Estados Unidos son sometidas a apendectomías cada año, pero resulta a veces que el apéndice no estaba inflamado, lo cual significa que la operación no era necesaria.

Los resultados de varios estudios recientes sugieren que los pacientes con apendicitis sin complicaciones no deberían ser llevados a cirugía a toda prisa y deberían, más bien, recibir la opción de un estudio de antibióticos.

En un estudio controlado entre 540 pacientes adultos, 72.7 por ciento de 257 pacientes asignados al azar a tomar antibióticos en lugar de una operación no requirieron de cirugía ulterior un año más tarde, y quienes sí la necesitaron efectivamente no sufrieron efectos negativos por la demora.

En otro estudio al azar de 3 mil 236 pacientes que no fueron operados al principio, el tratamiento no-quirúrgico no logró curar el apendicitis en 5.9 por ciento de los casos, y la inflamación recurrió en 4.4 por ciento.

Algunos pacientes pudieran elegir una operación para que así no tengan que preocuparse de padecer otro ataque de apendicitis, pero si no les informan que tienen una opción, ellos difícilmente pueden tomar una decisión.

En un artículo de JAMA el mes pasado, el Dr. Dana A. Telem, cirujano en el Centro Médico de la Universidad Stony Brook, notó que "la noción de tratamiento no-quirúrgico de apendicitis no ha sido bien recibida por la mayoría de la comunidad quirúrgica". Esto difícilmente es una sorpresa, debido a que los médicos, como muchos de nosotros, son criaturas de hábitos, y los cirujanos que no operan se pierden una considerable cuota.

Sin embargo, Telem destacó que bajo la Ley de cuidado accesible, pronto pudiera ser necesario que los médicos informen a los pacientes sobre opciones que no sean quirúrgicas, lo cual pudiera incluir "observe y espere", ya que algunos casos de apendicitis desaparecen sin tratamiento alguno, y pudiera no haber nada de malo con el apéndice de otros.

"A los cirujanos les caería muy bien tomar un papel de liderazgo en el desarrollo proactivo de auxiliares para decisiones, a fin de informar a pacientes sobre los riesgos y beneficios tanto del tratamiento con antibiótico y sin operación y el tratamiento quirúrgico de la apendicitis", dijo Telem. Sin embargo, ella agregó que la información debería incluir el hecho que faltan los datos sobre el resultado a largo plazo del tratamiento no-quirúrgico.

De igual forma, falta un gran estudio controlado en el que pacientes con apendicitis simple sean asignados al azar a tratamiento con antibiótico o quirúrgico y seguidos durante al menos cinco años o más. Un estudio de ese tipo podría definir exactamente a cuáles pacientes les va mejor con terapia no-quirúrgica y cuáles requieren de cirugía inmediata.

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