New York Times Syndicate

36 horas en Río de Janeiro

Mucho más que samba y futbol. El área portuaria del centro está en medio de una impresionante reforma de obras públicas, con sitios históricos exhumados y restaurantes nuevos.

La década de 2010 ha dado a Río la oportunidad de incorporar un cariz cosmopolita como sede del Mundial de futbol de 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016. El área portuaria del centro está en medio de una impresionante reforma de obras públicas, con sitios históricos exhumados y restaurantes nuevos.

Y con ello, la energía ha estado fluyendo hacia vecindarios más céntricos y animados, lejos de los destinos tradicionales de la Zona Sur de Copacabana e Ipanema, aunque sus playas siguen dando fiestas en la arena como ningún otro lugar.

VIERNES
4 p.m.
Arte em espanhol

Río alguna vez buscó en Europa alta cultura, como lo atestigua la arquitectura de su centro y las viejas fotos de colonos ataviados en forma sofocantemente inapropiada. Pero Daros Latinamerica, empresa con sede en Zúrich, abrió en 2013 la Casa Daros tras una suntuosa restauración de un hito neoclásico deteriorado del siglo XIX. Desde entonces ha llenado al ex orfanato (posteriormente escuela) con obras de arte de Latinoamérica, un drástico rompimiento con el tradicional aislamiento cultural de un Brasil de habla portuguesa respecto de sus vecinos de habla castellana. Admisión, 14 reales, o 3.95 dólares a un tipo de cambio de 3.54 reales por dólar.

7 p.m.
Inmersión amazónica

Durante el último siglo, migrantes del noreste de Brasil han traído con ellos su estilo de cocina, y los asadores del sur desde hace mucho se han vuelto un clásico de Río. Saborear el Amazonas es más esquivo: hasta la fiebre por el batido de açaí trajo una versión adulterada de la forma en que esta fruta se sirve en la selva. "Eso no sirve", dijo un empleado de Tacacá do Norte, que parece como si simplemente fuera otra cafetería más de Río, pero que de hecho es una mancha de selva en la ciudad. Aquí, el açaí se sirve menos dulce, más parecido a un pudín sabroso que a un postre helado de playa. Acompañado de una pila de cangrejos especiados (22 reales) y jugo de mangaba (8.5 reales), que sabe un poco a pera, tendrá una cena ribereña.

8:30 p.m.
Centralmente posicionado

Los viajeros han tomado como base desde hace mucho atrás los distritos playeros del sur, con incursiones ocasionales a Lapa en busca de vida nocturna, o cuesta arriba hacia la artística Santa Teresa. Sin embargo, ll fulcro de Río ha estado cambiando hacia el centro y los vecindarios de clase media de Flamengo y Catete, previamente ignorados, están justo en la trayectoria. Empiece en Praça São Salvador, donde el gentío tiende mucho a los estudiantes y donde abundan los vendedores de cerveza mala (si quiera una mejor selección, baje por la calle hasta Salvatore Café, un sitio de comida argentina para llevar que también cuenta con excelentes empanadas; 6 reales). Después es hora de ir al Mercado São Jose das Artes, barrio de esclavos del siglo XVII que milagrosamente sobrevivió y que se ha convertido en sede de bares donde el entretenimiento va desde música en vivo hasta futbol local televisado.

SÁBADO
10 a.m.
Día de campo con vistas

Diríjase al vecindario Jardim Botánico y compre baguettes, gougères, terrina de pato, prosciutto y queijo canastra (un queso brasileño lleno de sabor originario de Minas Gerais) en Casa Carandaí. Viaje en taxi hacia Parque Lage, que rodea un palacio estilo romano que alberga a la Escuela de Artes Visuales de Río. También tiene exhibiciones de arte (en la escuela) y una cueva artificial empotrada con acuarios de peces brasileños. Desde espacios en los árboles, el Cerro del Corcovado se asoma a una distancia corta, pareciendo como si perforara el cielo encabezado por el Cristo Redentor. Está diagonalmente detrás de la estatua, como en los bastidores de un concierto, con un despliegue de brunch apropiadamente celestial.

1 p.m.
Bici-ini

No puede visitar Río sin mirar boquiabierto la escena (y ni hablar del paisaje) en las playas de Leblon, Ipanema y Copacabana. En Leblon, agarre una bicicleta naranja compartida de Bike Rio (10 reales el mes; regístrese con anticipación con un celular brasileño, disponible a través de un chip SIM barato) y diríjase al paseo costero para observar o socializar alrededor del Posto 9. Tómese un descanso para comerse un helado en Vero o sorba agua de coco en un quiosco de la playa. Tome otra bici y déjela en la Playa Arpoador, y después camine hacia la formación rocosa para admirar la playa en media luna y la montaña conocida como Dois Irmãos. Con su tercera bici, dé la vuelta hacia Copacabana y contemple una vista al Pan de Azúcar.

3 p.m.
Sardinas coloniales

Portugal, por supuesto, colonizó Brasil, e incluso después de la independencia los inmigrantes portugueses siguieron llegando por oleadas (la más reciente luego de la última crisis económica). En Adega Pérola, un bar casual con mucho estilo y techos altos, los empleados sacan platos de aperitivos tipo tapas de atrás de la barra. Las sardinas, el bacalao salado y la salchicha de cordero (la salchicha: rebanada, calentada y empapada en cebollas, ajo, perejil y tomate) son buenas opciones (precio promedio, 25 reales) y van bien con una cerveza artesanal brasileña.

5 p.m.
En construcción

El área portuaria de Río hacía años que se había deteriorado en un sitio mugriento y peligroso cuando empezó el proyecto de renovación Porto Maravilha. Está retrasado, pero puede caminar entre las obras para ver algunos destacados; el MAR (Museo de Arte de Río; admisión 8 reales) tiene exhibiciones que rebosan de talento y color brasileño; el Museo del Mañana, diseñado por Calatrava, tiene programado abrir a finales de año en un embarcadero reformado. Entre los atractivos de un circuito de herencia africana figura el desenterrado Muelle Valongo, a donde llegaron esclavos africanos en el siglo XIX.

8 p.m.
Haute cuisine

Una comida de primera con servicio de primera puede ser una combinación esquiva en Río. ¡Eureka! Térèze, dentro de la empinada propiedad del Hotel Santa Teresa. El elegante salón comedor ofrece sorpresivos vistazos a la centelleante ciudad, y la cocina es internacional, pero fortalecida con toques brasileños. Una carnosa langosta viene acompañada del tradicional guiso de pescado conocido como muqueca (o moqueca), transformado en risotto; un "escondidinho", el pesado plato tipo pastel de carne, se vuelve casi delicado con bacalao y puré de papa baroa en lugar de carne seca y mandioca. El ambiente parece para vino, pero sólo después de probar la caipiriña de marañón y lima. La cena, con tragos, cuesta aproximadamente 250 reales por persona.

10 p.m.
Libreta de baile llena

El área de Lapa está llena de oportunidades para bailar, pero además de los de siempre, hay otras opciones: Estudantina Musical, un sitio (muy) anticuado y cavernoso localizado en un viejo edificio de Praça Tiradentes, justo afuera de Lapa, donde la norma es el zapateo tipo baile de salón y donde la edad no es factor. Llegue temprano. Un sitio muy distinto es La Paz, un pulsante lugar de tres pisos en Lapa donde los DJ's tocan distintos géneros y donde la edad está informalmente restringida a los que no les importa llegar a la 1 de la mañana y hacer fila.

DOMINGO
9 a.m.
Dos por uno

El trazado de Río, alojado entre exuberantes montañas y monolitos de granito que sobresalen desde el mar, puede verse desde cualquiera de los dos atractivos principales de la ciudad: el morro del Pan de Azúcar o el Cerro del Corcovado, casa del Cristo Redentor. ¿Pero por qué no despilfarrar y ver los dos desde el aire? El paseo de 12 minutos y 560 reales de Helisight sale desde su ubicación en el Pan de Azúcar y vuela sobre las playas en media luna y rascacielos que rodean al Corcovado.

11 a.m.
Playa alternativa

Para un fabuloso paisaje de playa sin el telón de fondo tachonado de hoteles o turistas pálidos, súbase al ferry para cruzar la bahía hacia Niteroí (otra ciudad) y use la aplicación 99 Taxi para pedir un taxi a la Playa Itacoatiara, donde otro telón de fondo rocoso hace que se sienta como a 100 kilómetros de la ciudad, excepto que ¿cómo llegó toda esta gente? Para un aislamiento más real, tome otro taxi y recorra un solitario camino de tierra con dirección a Taberna do Darwin, restaurante encantador, si es que puede llamarse restaurante a un chef que sirve dos platos al día a una decena de clientes en una veranda. Sí requiere reservación, pero claramente es la casa del chef Márcio Sabino. Un fin de semana (sólo está abierto los fines de semana y sólo recibe efectivo) ofrecía filete con papas fritas o ñoquis de plátano en salsa de camarón; ambas opciones venían con una vista a grandes mariposas azules revoloteando y lagartijas tamaño crías de caimán deslizándose cuesta arriba. El almuerzo vale alrededor de 100 reales por persona.

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