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"Gracias a Dios me detuvo Obama y no Trump"

En entrevista, Ramón Vargas contó que vivió 26 años en Estados Unidos como indocumentado, señala que con el arribo de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ve un panorama difícil. "Si quisiera regresar me ganaría unos años en la cárcel".

CIUDAD DE MÉXICO.- Llegaron 135 migrantes deportados de Estados Unidos al aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y fueron recibidos por el presidente Enrique Peña Nieto.

En entrevista, Ramón Vargas contó que vivió 26 años en Estados Unidos como indocumentado; señala que con el arribo de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ve un panorama difícil. "Si quisiera regresar me ganaría unos años en la cárcel".

Dejó a cuatro hijos, la mayor tiene 18 años, todos son ciudadanos estadounidenses, incluso su esposa, quien está naturalizada, aunque, como él, es originaria de Tamazula, Jalisco.

Armando, migrante deportado, terminaba su trabajo en Las Vegas, cuando un auto se detuvo frente a él, vestidos de civil le pidieron bajar del auto, se identificaron como agentes de migración, le pidieron papeles y lo llevaron al centro de detención. Dos horas después ya estaba en México.

"No tuve tiempo ni de apelar frente al juez, allá se quedó toda mi familia", cuenta el hombre de 50 años que fue deportado en 2016 y ahora vive en la Ciudad de México.

Sus cinco hijos son ciudadanos estadounidenses, pero su esposa no. "Mi mayor preocupación es que ella pueda tener algún problema, entonces mis hijos se van a quedar en el limbo, porque normalmente Migración te quita a los hijos, no te los da", cuenta el hombre que dejó un negocio de limpieza de albercas en Las Vegas.

Por último en entrevista Samuel Morales González, vivió 16 años en Virginia y contaba con la residencia estadounidense, pero por problemas de impuestos con su restaurante "me agregué un delito a mi historial criminal", dijo quien ahora vive en la colonia Granjas, en Iztacalco, luego de ser deportado de Estados Unidos.

El señor de 57 años intenta poner un negocio en la Ciudad de México, "no hay de otra, por mi edad ya no me contratan", cuenta a El Financiero. A través del programa Somos mexicanos, recibió 25 mil pesos para emprender su negocio de comida (prefiere reservarse los detalles para no "salar su proyecto") y no extrañar la vida cómoda que logró en Virginia.

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