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Chiapas grita gracias al "Tatic Francisco"

Luego del discurso del perdón de la Iglesia católica a los pueblos indígenas de América Latina, el grito de la multitud se escuchó fuerte y nítido: ¡Tenemos... un Papa... al lado de los pobres!

SAN CRISTOBAL DE LAS CASAS.- Luego del discurso del perdón de la Iglesia católica a los pueblos indígenas de América Latina, el grito de la multitud se escuchó fuerte y nítido: "¡Tenemos... un Papa... al lado de los pobres!"

Allá adentro, una danza alucinante de miles de indígenas al compás de violines y marimba. Afuera, la efervescencia por el recorrido hacia la catedral amarilla.

Adentro, las suaves y dulces palabras en lenguas choles, tzotzil o tzetzal, incluso náhuatl, el recuerdo de la masacre de Acteal y el sol cayendo como loza. Afuera, los pasos apresurados de cientos de mujeres y hombres para encontrar un espacio cerca de catedral, cerca de la cripta de "Tatic Samuel", como lo conocían por estas tierras.

"Muchas gracias, Tatic Francisco", agradeció allá adentro Miguel, un indígena chiapaneco al Papa, colocándolo así en el mismo sitio del obispo que fue expulsado de esta diócesis por Juan Pablo II.

Parecía una nueva emancipación de los pueblos originarios, un reencuentro con la historia milenaria y reciente, la de Fray Bartolomé de las Casas y la de Samuel Ruiz García, a quien el papa Francisco sin duda vino a reivindicar, luego de esa embestida por su cercanía con el movimiento zapatista, con la Iglesia de los pobres, con la teología de la liberación.

RÍO MULTICOLOR

A las tres de la mañana todo es frío y bruma en San Cristóbal de las Casas. Eso no importa, desde esa hora comenzaron a arribar miles de indígenas a las inmediaciones del Deportivo Municipal para asegurarse un lugar en la homilía del Papa.

Pasaron cinco horas desde que comenzara a avanzar ese río de gente. A las ocho y media de la mañana el caudal de personas, en su mayoría indígenas de las distintas etnias de Chiapas, no paró de caminar.
Banderas de Guatemala, de Ecuador, de Honduras, de El Salvador y de Argentina, patria de Jorge Mario Bergoglio, se asomaban primero tímidas y más tarde en todo lo alto.

Los coloridos atuendos de mujeres y hombres sobresalían en la bruma espesa. Venían de comunidades distantes, incluso de Oaxaca, Hidalgo y Guerrero... la convicción es la misma. Un café en la mano, un arroz con leche, un pan o una torta casera aliviaron la espera.

No dejó de correr ese río de gente. En el acceso principal, frente al panteón municipal, se observó esa marea multicolor y multicultural. Los rezos y los cantos no faltaron, tampoco el rosario de a diez pesos, la banderita de a veinte, la playera de dos por 120...

Pero lo más solicitado eran las playeras blancas con la figura del Papa y, también, del gobierno del estado, que repartieron hombres arriba de camionetas pick up.

A falta de media hora para el acto religioso, el río multicolor y multicultural no cesaba. De hecho no se detuvo por espacio de seis horas, donde se percibió una nueva emancipación con una consigna que retumbó en toda esta Ciudad Real: "¡Tenemos... un Papa... al lado de los pobres!".

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