Tras jornadas de hambre y cansancio por más de 35 días, fueron recibidas 145 personas por las autoridades de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés), informó el delegado del Instituto Nacional de Migración en Baja California, Édgar Antonio González Rubio.
Un primer grupo de 70 personas ingresó por la mañana y 20 más se agregaron por la tarde, aunque estos últimos sólo se apostaron en la entrada sin la garantía de ser recibidos.
Aproximadamente 200 migrantes llegaron al puerto fronterizo de El Chaparral y ahí durmieron varias noches sin importar las bajas temperaturas que azotaron la región, acompañadas de lloviznas y viento que hacían titiritar a los pequeños que apenas soportaban el frío, debajo de abrigos, suéteres, cobijas y las débiles casas de campaña que les fueron prestadas.
Muchas madres de familia se negaron a retirarse del lugar, según aseguraron los organizadores de la Caravana, porque temían perder su lugar; a pesar de que les aseguraron que podían irse a un albergue y regresar al otro día. Solo unos cuantos optaron por esta alternativa, el resto se quedó porque ya habían recorrido mucho.
Permanecerán todavía 50 personas más con la esperanza de ser aceptados con el resto de la Caravana Migrante. Poco a poco se han retirado varios de los medios nacionales e internacionales que le dieron cobertura al recorrido.
Los niños no deben usarse como instrumento de presión
El Consejo Estatal de Atención al Migrante de Baja California rechazó el uso de los niños de la Caravana Migrante como instrumento de presión política a Estados Unidos, según dio a conocer el presidente del organismo, Rodolfo Olimpo Hernández Bojórquez.
El funcionario estatal resaltó que ha habido apoyo y tolerancia de las autoridades y pidió a la gente que deje de llevar ayuda al Chaparral, debido a que hay suficiente apoyo y que es mejor que la comunidad canalice la ayuda a los albergues donde sí se necesita.