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'D', la marca del conflicto Venezuela-Colombia

Autoridades venezolanas marcaron con una "D" de demolición las puertas de las casas donde viven ocupantes ilegales e inmigrantes colombianos y con una "R" las casas que deben revisarse. 

Las fuerzas de seguridad de Venezuela recorrieron la ciudad fronteriza de San Antonio y marcaron con una "D" de demolición las puertas de las casas donde viven ocupantes ilegales e inmigrantes colombianos siete días después de que el presidente Nicolás Maduro cerrara la frontera con Colombia.

Las casas en que viven residentes legales y las que están en mejor estado se marcaron con una "R" de revisión. La operación se organizó como respuesta al ataque de la semana pasada por parte de contrabandistas en la zona oeste del estado de Tachira, que dejó un saldo de tres efectivos venezolanos heridos. Muchas familias abandonan San Antonio antes de que se las desaloje.

"Aquí ya no queda nada para nosotros", dijo David Meneces, un obrero de 40 años del barrio pobre Pequeña Barinas, mientras trasladaba a su familia a la frontera. "¿Qué voy a hacer con ocho niños asustados en casa?".

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La tensión ha crecido a lo largo de la frontera en tanto los contrabandistas lucran con los controles de precios en Venezuela y venden productos del otro lado de la frontera, en Colombia, con lo que exacerban la escasez de todo, desde arroz hasta papel higiénico. Los inmigrantes colombianos son blanco cada vez más de las autoridades venezolanas en momentos en que el gobierno lucha con una popularidad en declinación y con la caída de una economía basada en el petróleo. Más de mil colombianos ya han sido deportados, según Vielma Mora, la gobernadora del estado de Tachira.

Meneces se encaminaba con su familia a un río que divide los dos países sudamericanos, que en los últimos días han atravesado centenares de personas. El miércoles, soldados empezaron a rechazar a posibles refugiados a lo largo del río.

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MARCADOS CON "D"

El miércoles había una fuerte presencia militar en San Antonio, donde patrullas de vehículos blindados y guardias nacionales recorrían los barrios pobres.

"Esto es humillante; hace ocho años que estamos aquí y no sé qué vamos a hacer", dijo Judith Ramírez, de 40 años. Junto con su hija, Ramírez había tratado de atravesar el río la mañana del miércoles para reunirse con su esposo colombiano que había huido días antes. Las tropas, sin embargo, las hicieron retroceder.

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Muchos habitantes se quejaron de haber recibido maltratos y amenazas mientras las autoridades registraban sus viviendas en busca de productos de contrabando e identificación. No se sabía cuál era el criterio exacto que las tropas utilizaban para marcar una vivienda con "D" o con "R".

"Nadie sabe qué va a pasar. Esto es un caos", dijo María Casares, una colombiana de 23 años que vive en el barrio Pequeña Barinas. Dijo que su casa estaba marcada con una "D" y que le habían dicho que debía irse a pesar de que lleva ocho meses de embarazo y está casada con un venezolano.

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