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Perú registra gran demanda de cirugías estéticas



Notimex
 
Lima.- Las malas prácticas de algunos médicos o cosmetólogos no logran disuadir a cientos de mujeres que acuden a clínicas de cirugía estética en Perú para aplicarse botox o a realizarse operaciones de seno y glúteos.
 
La prensa peruana ha denunciado numerosos casos de personas inconformes con los resultados de sus cirugías estéticas, que registraron problemas de salud o incluso murieron debido a las malas prácticas o las condiciones insalubres en que fueron atendidas.
 
El costo de una operación puede ir de 500 a 5,000 dólares o más dependiendo lo que quiera el cliente; si busca sólo botox para los labios o quitarse las arrugas el monto es mínimo, dijo un médico peruano que solicitó el anonimato.
 
Aseguró que antes acudían a su consultorio mujeres de 50 años o más, pero ahora las jóvenes buscan tener un cuerpo perfecto y se someten a operaciones de cirugía en Lima, mientras que algunos hombres también acuden para eliminar las arrugas de su rostro.
 
"Primero se hace un estudio de riesgos y tras las pruebas necesarias se procede a la operación", indicó el médico, cuya clínica se ubica en la exclusiva zona de San Borja, en esta capital.
 
A su vez, la doctora Kalieska Arroyo, una reconocida cirujana plástica, explicó que algunas mujeres buscan perder peso a través de la cirugía, mientras que otras apuestan por la rinoplastia, además de que el 40% de los pacientes son adolescentes.
 
El argumento de las jóvenes, muchas de ellas universitarias, es que tienen algunos "defectos" que quieren corregir.
 
Sin embargo, según lo ha documentado la prensa, no todas las operaciones son exitosas, como fue el caso de Raquel Chura Blas, quien se sometió a una operación en el centro de belleza Caprichos Spa, del distrito de Santa Anita.
 
"Me sometí a una lipoescultura y ahora he pasado por una serie de operaciones y hospitalizaciones para poder arreglar las fallas que me dejaron", reveló la joven de 20 años, quien sufrió una infección tras el procedimiento a que fue sometida.
 
Gladys Vera Rojas, de 32 años, fue otra paciente intervenida no por un médico sino por una masajista quien, en un supuesto quirófano, le colocó dos cánulas para sacarle la grasa sin las mínimas medidas de higiene, lo que provocó que la mujer muriera al día siguiente.

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