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Panadería de prisión ofrece dulce camino para reducir el crimen

El manjar característico de la panadería es el pan dulce, cocinado con una receta tradicional que está preservada en la ley italiana. De los casi 800 detenidos en la prisión Due Palazzi de Padua, 150 reciben una paga para trabajar en proyectos como éste.

Panaderos enfundados en batas blancas cortan nueces, colocan masa en chocolate líquido y cuelgan los pan dulce de Navidad boca abajo para preservar su forma.

Pero cuando uno de los miembros del equipo, compuesto por hombres, sale a fumar, se encuentra en un sitio con barrotes junto a la prisión de Padua.

El dulce aroma sale del edificio desde el 2005, cuando la cooperativa local Giotto abrió la "Pasticceria Giotto", que dicen es la única panadería dentro de una cárcel.

La cooperativa asegura que la tasa de reincidencia entre los prisioneros que trabajan en sus proyectos en Padua cayó a 1-2 por ciento desde el promedio nacional que afirmaron superaba el 70 por ciento.

Los prisioneros, que cumplen sentencias por crímenes como asesinato, se refieren con entusiasmo a los beneficios psicológicos.

"Este trabajo hace que una persona sienta que tiene valor, uno obtiene satisfacción de ello. Se desarrolla la creatividad", dijo Davor, de 49 años. "Cuando uno entra aquí no siente que está en prisión", agregó.

De los casi 800 detenidos en la prisión Due Palazzi de Padua, 150 reciben una paga para trabajar en proyectos como éste, que también incluyen un call center y talleres de fabricación de maletas y bicicletas.

El manjar característico de la panadería es el pan dulce, cocinado con una receta tradicional con la mezcla exacta de harina, manteca, huevos y azúcar que se hace en 72 horas y que está preservada en la ley italiana.

Aislados del mundo, los prisioneros pueden concentrarse mejor en el aprendizaje, dijo Elio, de 62 años, mientras echaba 2 kilos de manteca cortada en trozos a una batidora.

"Hay menos distracción. No tenemos la oportunidad de ir a un bar o atrás de mujeres", agregó.

AUTOESTIMA

Los criminales reincidentes son un problema creciente para Italia, cuyas prisiones están entre las más pobladas de Europa y son costosas para el presupuesto estatal.

El trabajo y tareas creativas son el mejor tratamiento para evitar que los prisioneros recaigan en el crimen, dijo Gemma Marotta, profesora adjunta de criminología en la Universidad Sapienza de Roma.
"Dejar la cárcel habiendo aprendido un oficio refuerza su autoestima", afirmó.

La presidenta de la cooperativa, Nicola Boscoletto, dijo que la respuesta del público al proyecto era con frecuencia negativa en Italia, donde el desempleo está en un máximo histórico.

"Pero esto es bueno para los bolsillos de los italianos y para la seguridad italiana", agregó.

"Cada millón de euros invertido en rehabilitar prisioneros dándoles un trabajo, pagado según las leyes del mercado, ahorra nueve millones", afirmó.

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