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Oposición venezolana queda arrinconada después de elección

Las 17 victorias del régimen en las elecciones del domingo pasado generan dudas sobre la posibilidad de que los opositores acaben con el presidente Nicolás Maduro por medio de la maquinaria de la democracia.

La oposición venezolana quedó en un callejón sin salida.

El amplio triunfo del régimen socialista en unas elecciones empañadas por acusaciones de fraude dejó a los opositores con pocas esperanzas de una votación presidencial limpia en 2018. La presión internacional no ha logrado mover al presidente Nicolás Maduro. Tampoco lo han logrado meses de protestas en las calles.

Ahora los opositores se están dividiendo ante la pregunta básica de si las urnas son el lugar adecuado para resistir al gobierno de Maduro.

"Creerán que ni las protestas pacíficas ni la votación pueden lograr un cambio y que entonces deberán resignarse, muchos tratarán de abandonar el país o algunos, los más desesperados, se volcarán al último recurso de tomar las armas", dijo Jennifer McCoy, politóloga de la Georgia State University y exdirectora del Programa de las Américas del Carter Center, un grupo que monitorea elecciones.

Maduro preside un país productor de petróleo, alguna vez el más rico de Sudamérica, que cayó víctima de una inflación calamitosa y el hambre cuando los precios del crudo se desplomaron.

En las próximas semanas, Venezuela debe pagar miles de millones en deuda próxima a vencer, pero Maduro ha recurrido cada vez más a Rusia para garantizar el pago de las cuentas y perpetuar su poder de cara a un disenso implacable y por momentos violento.

Victoria robada

Las repercusiones de las elecciones celebradas en 23 gobernaciones el domingo pasado --y las 17 victorias del régimen-- generan más dudas sobre la posibilidad de que los opositores acaben con el presidente por medio de la maquinaria de la democracia.

La alianza había abordado las muy postergadas elecciones con desconfianza después de que Maduro conformó un superórgano legislativo para reescribir la constitución y perseguir a los opositores.

El régimen respondió trasladando los lugares de votación a áreas hostiles y ampliando el horario para votar hasta entrada la noche. Los resultados contradijeron radicalmente a las encuestas de opinión que predecían una victoria aplastante de la oposición.

"La derecha engañó a la opinión pública", dijo a los periodistas Jorge Rodríguez, alcalde del distrito de Caracas y jefe de campaña de los socialistas en el gobierno. "Venezuela demostró al mundo cómo se ejerce la democracia".

Más allá de cómo se produjeron los sorprendentes resultados, en reiteradas ocasiones se ha cuestionado el compromiso democrático de los socialistas.

El gobierno afirmó que más de ocho millones de venezolanos votaron el 30 de julio con el fin de elegir a los delegados para la todopoderosa asamblea constituyente. La oposición boicoteó la elección.

Las acusaciones de que los socialistas amañaron la elección ganaron terreno cuando la firma de servicios para votaciones Smartmatic, que proveyó el software y las máquinas, dijo que las cifras del régimen se habían exagerado en al menos un millón de votos.

Esta vez, la oposición debatió si debía participar o no. En los barrios que controla, aparecieron grafitis rogando a los ciudadanos que permanecieran en sus casas antes que correr el riesgo de legitimar a Maduro.

Pero los líderes de la alianza dijeron que participar les permitiría controlar si había fraude en la elección. Sostuvieron que una presencia fuerte en las urnas podía traer aparejadas negociaciones tendientes a restablecer una democracia plena y centrar la atención en candidatos que podrían desbancar a Maduro el año próximo.

 
   

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