CIUDAD DE MÉXICO. Xenófobos, radicales de izquierda y hasta promotores del latín como lengua franca integran el nuevo rostro político de Europa tras las elecciones legislativas.
A futuro, quizá se resaltará que el avance de los opositores habría sido mayor de sumar al Partido Independencia del Reino Unido, cuyo jefe, Nigel Farage, descartó apoyar la Alianza Europea de la Libertad de Marine Le Pen y el Frente Nacional al considerarla racista.
En Francia, Le Pen, que moderó el discurso ultraderechista de su padre, Jean-Marie, ya exigió con su victoria en 71 de los 96 departamentos la disolución de la Asamblea Nacional y proyecta su sombra hacia 2017, cuando el presidente Francois Hollande apenas lograría once por ciento de los votos.
El contraste está representado por Alternativa para Alemania, que demanda extensos cambios basados en el federalismo suizo y propone el latín como idioma oficial de la Eurocámara. Ante este panorama, el primer reto será designar en octubre al sucesor de José Durao Barroso como titular de la Comisión Europea; Jean-Claude Juncker, el candidato de Alemania, es visto por Farage como "el más fanático constructor de los Estados Unidos de Europa" y un aspirante que llega en el peor momento.
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