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Los 'monstruos' abundan rumbo al acuerdo climático de París

El problema es cómo debían diferenciar el acuerdo entre los que se volvieron ricos consumiendo combustibles fósibles y los que dicen necesitar energía barata para erradicar la pobreza.

El camino hacia el acuerdo climático de París dentro de un año está sembrado de obstáculos, entre los que se destaca cómo diferenciar entre lo que harán los países industrializados encabezados por Estados Unidos para reducir la contaminación de los combustibles fósiles y los compromisos que asumirán las naciones en desarrollo como India y Brasil.

Los enviados de unos 190 países reunidos en Lima la semana pasada dieron un paso hacia la concreción del primer acuerdo que obliga a todos los países a limitar los gases de efecto invernadero. Si bien esbozaron qué información deben proporcionar los países para respaldar los compromisos que asumirán antes de París, esas promesas siguen siendo voluntarias y la división entre ricos y pobres claramente se mantuvo.


"Las profundas divisiones que se evidenciaron aquí no van a desaparecer camino a París", dijo Alden Meyer, que sigue las conversaciones desde hace dos décadas para la Unión de Científicos Preocupados de Washington. "Va a ser más complicado de lo que cree la gente porque hay muchas diferencias en la visión de largo plazo del mundo".

Pesa sobre las conversaciones el recuerdo de Copenhague, la cumbre de 2009 cuando los enviados intentaron por última vez llegar a un acuerdo de esa amplitud. Esa conferencia comenzó con optimismo y terminó con recriminaciones entre los Estados Unidos, China y otros.

Para que París tenga éxito, los delegados de los ministerios de energía y medio ambiente tendrán que analizar las cuestiones una por una en lugar de tratar de abordarlas todas de una sola vez, según Manuel Pulgar-Vidal, ministro de Perú que presidió las conversaciones en Lima.

FANTASMAS Y MONSTRUOS 

"Cuando uno tiene un montón de fantasmas, debe matar monstruo por monstruo", señaló Pulgar-Vidal. "No es posible matar a todos a la vez".

El clima que impera en las conversaciones es más esperanzado ahora, puesto que la ONU aprendió las lecciones de Copenhague y la política ha cambiado.

Uno de los mayores cambios tuvo lugar el mes pasado, cuando el presidente de los Estados Unidos Barack Obama y el presidente de China Xi Jinping anunciaron una iniciativa conjunta para contener las emisiones. China aún está clasificada como país en desarrollo y su decisión contribuyó a salvar las diferencias entre las partes. Como las temperaturas y las emisiones mundiales han alcanzado récords, la ONU percibe mayor urgencia en todos los gobiernos en esta materia.

"Hay un reconocimiento de que todos los países deben actuar", declaró el secretario general de Naciones Unidas Ban Ki-moon al responder preguntas por correo electrónico. "La política ha cambiado de manera fundamental desde Copenhague".

Sin embargo, llegar a un consenso es difícil en estas conversaciones, que se extendieron treinta horas más de lo previsto en Lima. El principal motivo de fricción este año fue cómo debía diferenciar el próximo acuerdo entre los que se volvieron ricos consumiendo combustibles fósibles y los que dicen necesitar energía barata para erradicar la pobreza.

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