Redacción
¿Quién soy yo para juzgar a los homosexuales?, declaró ayer el Papa Francisco durante una entrevista que concedió el Pontífice a su regreso a Roma después de su visita a Brasil.
El representante de la Iglesia católica llamó así a no marginar ni discriminar a las personas con orientaciones sexuales hacia su mismo sexo.
Sin embargo, durante años, la homosexualidad ha sido un tema criticado de forma severa por parte de la Iglesia, que incluso califica las relaciones homosexuales como 'abominación', citando el capítulo de 'Uniones ilícitas y pecados contra la naturaleza', del Levítico, libro del Antiguo Testamento.
A finales de 2012, el entonces titular de la Iglesia católica, Benedicto XVI, calificó como un ataque a la familia la unión entre personas del mismo sexo.
"El ataque que actualmente estamos experimentando contra la verdadera estructura de la familia, formada por padre, madre e hijo, es mucho más profunda. Los homosexuales niegan su propia naturaleza", declaró el Papa.
Juan Pablo II y el Vaticano, en un documento publicado en 2003, instaron a los políticos y gobernantes a oponerse la legalización de cualquier tipo de unión homosexual.
"El matrimonio es santo, mientras que las relaciones homosexuales contrastan con la ley moral natural. Los actos homosexuales, en efecto, 'cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. No pueden recibir aprobación en ningún caso'", se lee en 'Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales'.
"Ante el reconocimiento legal de las uniones homosexuales, o la equiparación legal de éstas al matrimonio con acceso a los derechos propios del mismo, es necesario oponerse en forma clara e incisiva".
En la entrevista que concedió el actual pontífice durante el viaje de avión de regreso al Vaticano desde Brasil, sostuvo que el problema para la Iglesia no es la tendencia, ya que los homosexuales "son hermanos".
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