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La contaminación es un asesino silencioso… pero aún podemos detenerla

La contaminación mata a tres veces más personas que el SIDA, la tuberculosis y la malaria, en conjunto, según datos del WEF.

Estamos expuestos a eso todos los días y silenciosamente nos está matando. Al ir en bicicleta al trabajo, respiras el humo de los autos que te rodean. Bebiendo del grifo, estás consumiendo microplásticos. Al comer tu comida es probable que estés expuesto a los químicos traza utilizados en su producción.

La contaminación es generalizada y hemos llegado a aceptarla como un subproducto de la industrialización. Es hora de despertar a sus impactos negativos en nuestra salud y economía.

La semana pasada, escribe en un artículo Antonia Gawel, Jefe de la Iniciativa Circular de Economía del Foro Económico Mundial Ginebra, la Comisión Lancet sobre contaminación y salud lanzó un informe que denominó a la contaminación como la mayor causa ambiental de enfermedad y muerte prematura actualmente en el mundo.

El documento determina que las enfermedades causadas por la contaminación fueron responsables de un estimado de nueve millones de muertes prematuras en 2015, equivalentes al 16 por ciento de todas las muertes en todo el mundo. Esto es tres veces más muertes que las combinadas de SIDA, tuberculosis y malaria.


Es 15 veces más que todas las guerras y otras formas de violencia. Además, las pérdidas de bienestar debidas a la contaminación se han estimado en más de 4.6 billones de dólares por año, lo que equivale al 6.2 por ciento de la producción económica mundial.

Los países más pobres son los que más sufren, con el 92 por ciento de todas las muertes relacionadas con la contaminación en países de ingresos bajos y medianos. Los niños y los ancianos son los más afectados.

En el siguiente mapa podemos observar el tipo y grado de contaminación en el mundo.

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(Ver mapa original aquí)

Estos números son asombrosos. Entonces, ¿qué podemos hacer para actuar?

Innovación y diseño

El diseño es crítico para prevenir la contaminación en primer lugar. Se trata de los materiales que entran en los productos que utilizamos, los combustibles que impulsan nuestros hogares y vehículos, los nutrientes que ayudan a que nuestros alimentos crezcan.

Las decisiones que suceden en la fase de diseño en algún momento nos afectarán a todos, aunque quizás no visiblemente. Diseñar en congruencia con la naturaleza puede prevenir la contaminación. Es posible en todos los sectores.

Considera al Grupo Balbo, el productor de caña de azúcar orgánico más grande de Brasil. Ha revitalizado los ecosistemas, logrado mayores rendimientos y creado un modelo de agricultura industrial que funciona tan bien como la naturaleza misma.

Tenemos también el caso de Fairphone. Aunque actualmente es de pequeña escala, es un ejemplo de diseño para eliminar el desperdicio y la toxicidad aguas arriba, mientras que permite la modularidad para una vida útil más larga y una reparación más fácil. Estos enfoques han demostrado ser posibles y rentables.

Medidas para mitigar la contaminación

Los lugares que más sufren los efectos de la contaminación son también aquellos que carecen de la infraestructura y los marcos legales para gestionarlo. La inversión en medidas de control de la contaminación es crítica y proporciona un rendimiento positivo.

En Estados Unidos cada dólar invertido en el control de la contaminación del aire ambiente desde 1970 no solo ha mejorado la salud, sino que también se estima que genera beneficios económicos de 30 dólares, según el informe Lancet. Esto representa un beneficio agregado de 1.5 billones de dólares frente a una inversión de 65 mil millones de dólares.

Los recursos para apoyar la introducción de medidas de control de la contaminación, en particular en los países en desarrollo y de ingresos medios, darán sus frutos.

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Regulación y supervisión inteligentes

La protección contra los impactos desconocidos de la contaminación a través de la regulación inteligente sigue siendo crítica. La primavera silenciosa de Rachel Carson en 1962 fue una clara advertencia sobre los peligros para la salud y el medio ambiente del DDT, un poderoso pesticida que se generalizó después de la Segunda Guerra Mundial. Se demostró que ingresa a la cadena alimenticia y se acumula en los tejidos grasos de los animales, incluidos los seres humanos, y causa cáncer y daño genético. Esto ayudó a estimular el movimiento ambiental de los años 70 e introdujo regulaciones importantes.

El informe de Lancet destaca que desde la década de 1950, se han sintetizado unos 140 mil nuevos productos químicos y pesticidas. De los 5 mil producidos en el mayor volumen, menos de la mitad de estos se han sometido a pruebas de seguridad o toxicidad. Señala que la rigurosa evaluación previa a la comercialización de nuevos productos químicos se ha convertido en obligatoria en la última década y solo en unos pocos países de altos ingresos. Esto debería preocuparnos. Se requieren enfoques de precaución para monitorear y comprender mejor los impactos de los productos químicos y pesticidas antes de que entren en nuestros alimentos, agua y aire.


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La acción colaborativa público-privada es clave

La asociación entre las agencias gubernamentales y el sector privado será fundamental para ayudar a escalar y acelerar el desarrollo de tecnologías limpias que eviten la contaminación en su origen. El éxito del sector de las energías renovables es un ejemplo positivo. La sólida política gubernamental y el compromiso con una transición a la energía renovable han ayudado a impulsar la innovación tecnológica y a reducir los costos rápidamente. Como resultado, hoy en día, la electricidad de los paneles fotovoltaicos cuesta casi una cuarta parte de lo que hizo en 2009. Su costo es competitivo en muchos mercados y, en algunos, es más económico que las fuentes de electricidad convencionales. Los analistas proyectan que incluso en lugares como China e India, que están instalando rápidamente plantas de carbón, la energía solar comenzará a proporcionar electricidad más barata tan pronto como a principios de la década de 2020.

La colaboración también puede ayudar a implementar rápidamente los esfuerzos de limpieza. El Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono, firmado hace 30 años, sirve como un ejemplo positivo de cómo el gobierno y las empresas se unen para eliminar los productos químicos que se sabe que eliminan la capa de ozono. El Protocolo ahora tiene 197 países participantes. Ha resultado en la eliminación del 99 por ciento de los casi 100 productos químicos que agotan la capa de ozono. Este enfoque puede ser replicado.

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Decisión personal

Cada uno de nosotros toma decisiones diariamente. Podemos conducir o ir en bicicleta al trabajo. Podemos llevar una taza de café reutilizable o tirar un equivalente de plástico todas las mañanas. Podemos hacer preguntas sobre los alimentos o la ropa que compramos. Si bien estas acciones pueden parecer triviales a nivel individual, a nivel colectivo tendrán un gran impacto. Crecerán en el mercado de productos más limpios y disminuirán la demanda de productos que sabemos que causan contaminación. Estas decisiones personales son críticas y tendrán un impacto a gran escala.

En diciembre de 2017, la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente reunirá a ministros de medio ambiente y partes interesadas de todo el mundo para debatir soluciones mundiales a la tierra, el agua, el mar y la contaminación atmosférica. Esta será una reunión importante de líderes, pero cada uno de nosotros también puede actuar para #beatpollution.

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