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Fugitivos de EU en Cuba podrían abrir nuevo frente entre Trump y Castro

Los fugitivos estadounidenses llegaron desde hace más de 40 años a Cuba y viven bordeando la clandestinidad. Donald Trump volvió a limitar los viajes y negocios entre EU y la isla. 

LA HABANA.- Seguir la pista en Cuba de los fugitivos estadounidenses, que reclama Donald Trump, resulta una tarea ardua, sujeta a coyunturas y empañada por el tiempo, ya que gran parte de ellos, considerados por el gobierno de la isla luchadores por los derechos civiles, llegaron desde hace más de 40 años y viven bordeando la clandestinidad. Además son, para la mayoría, unos desconocidos.

Sin embargo, pueden convertirse en otro campo de batalla entre el gobierno de Raúl Castro y la administración norteamericana, tras el cambio de política de Trump, en la que volvió a limitar los viajes y los negocios con la isla.

No se sabe exactamente cuántos vinieron -fuentes norteamericanas hablan de alrededor de 70-, cuántos murieron, cuántos aún viven aquí. Teniendo en cuenta ciertos indicios, sobre todo las escasas declaraciones a la prensa de algunos, se puede confirmar la presencia de tres -Assata Olugbala Shakur, de 69 años; Charles Hill, 68; y Nehanda Abiodun, 67-, y el fallecimiento de dos -Ralph Goodwin, ahogado en una playa habanera en 1973, y Michael Finney, de cáncer de pulmón en 2004.

Assata Shakur -Joanne Chesimard- es la única mujer incluida en la lista de las personas más buscadas por el FBI, acusada de la muerte de un policía en 1973. Miembro de las Panteras Negras y condenada a cadena perpetua en 1977, escapó de una cárcel de Nueva Jersey en 1979 y después se asentó en Cuba.

Hay quienes la ubicaron hace años en actividades de la Casa de las Américas -una de las instituciones culturales más prestigiosas de la isla-, pero veteranos trabajadores de esa entidad, consultados por El Financiero, no recuerdan que haya tenido un vínculo oficial con la Casa.

Charles Hill es, tal vez, el que más se ha pronunciado públicamente. El año pasado ofreció una amplia entrevista a la revista digital cubana El Estornudo, en la que habló de su soledad y sus penurias económicas. Tras el deshielo entre Cuba y Estados Unidos en 2014, él y Nehanda Abiodun declararon que el gobierno cubano les aseguró que no serían extraditados.

Hill, junto a Goodwin y Finney, eran miembros en 1971 de la denominada República de África Negra, cuando se enfrentaron a tiros con la policía en Albuquerque, Nuevo México, encuentro en el que resultó muerto un agente. Un mes después secuestraron un avión comercial y lo hicieron aterrizar en el aeropuerto de La Habana.

Mulato claro, delgado, de pocas palabras y empedernido fumador, Finney murió cuando todavía la confrontación signaba las relaciones con EU. La Habana aceptó que un funcionario de la Oficina de Intereses de Washington en la isla confirmara la autenticidad de su fallecimiento.

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