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Fidel Castro: el primer deportista cubano

La pasión del expresidente cubano por el deporte lo llevó a convertirlo en uno de los ejes del modelo de sociedad que impulsó, con lo que regaló a esta isla enormes satisfacciones en este campo.

En plena luna de miel de la revolución, a mediados de 1959, Fidel Castro organizó un partido de béisbol entre un equipo de revolucionarios, los "Barbudos", y una selección de la policía nacional. La policía ganó 3-0 en medio de un ambiente festivo, en un juego recordado porque Camilo Cienfuegos se negó a abrir por los uniformados y optó por jugar con los revolucionarios.

"Contra Fidel ni en la pelota", afirmó Cienfuegos en una frase memorable de la revolución cubana.

El encuentro reflejó la pasión de Castro por el deporte y su decisión de hacerlo uno de los ejes del modelo de sociedad que impulsó. Su promoción del deporte le regaló a esta pequeña isla de 11 millones de habitantes enormes satisfacciones --incluidas 72 medallas olímpicas de oro entre 1972 y el 2016, luego de no ganar ninguna entre 1908 y 1968-- y también grandes frustraciones cada vez que un deportista se fugaba de Cuba, dándole una bofetada a su proyecto.

"Para nadie es un secreto todo lo que hemos ganado, pero también todo lo que hemos sufrido al ver partir a muchachos de la pelota que se formaron aquí", declaró José Manuel Alvarez, un habanero retirado de 62 años que se acercó el miércoles por la noche a un altar instalado en una calle de La Habana Vieja en homenaje a Castro, fallecido la semana pasada, con dos retratos suyos pegados a la pared, uno de ellos con gorra y camiseta de béisbol y en postura de lanzador. "Eso golpeó a Fidel y rompió los corazones de muchas familias".

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Fanático de los Yanquis de Nueva York y aficionado también al baloncesto, poco después del triunfo de la revolución Castro impulsó la creación de un ente nacional para promover el deporte con énfasis en la educación física, salud y recreación en un país en donde prácticamente solo se jugaba al béisbol y se hacía boxeo remunerado antes de la revolución, según expertos.

"Dijo que el deporte es el derecho del pueblo", manifestó la corredora Ana Fidelia Quirot, bicampeona mundial y ganadora de dos medallas olímpicas. "Dijo que en Cuba podía hacer deporte toda persona que quisiera sin pagar un centavo".

El nuevo sistema acabó con el profesionalismo, que le había dado a la isla un popular campeón mundial de boxeo, "Kid Chocolate" y que fomentó que Cuba fuese sede de entrenamientos de pretemporada del béisbol de Grandes Ligas en las décadas de los 40 y 50. El nuevo sistema amateur inculcó el deporte en las escuelas y reclutó a chicos con potencial. Desarrolló un programa en el que los jóvenes iban superando etapas con miras a su posible convocatoria a la selección nacional de su respectiva disciplina.

Ese sistema, que incorporó entrenadores extranjeros de cartel, sobre todo de los países socialistas del este durante la Guerra Fría, formó figuras de calibre mundial como los atletas Quirot, Javier Sotomayor, Alberto Juantorena e Iván Pedroso y los boxeadores Teófilo Stevenson y Félix Savón. También generó numerosas medallas en béisbol y en disciplinas menos impactantes como la lucha y el levantamiento de pesas. 

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Quirot, Sotomayor y entrenadores veteranos consultados coincidieron en que el éxito del deporte obedeció no solo a los programas del gobierno sino al empuje del propio Castro.

"Era el primer deportista cubano", afirmó Nardo Mestre Flores, entrenador en el legendario gimnasio de boxeo Rafael Trejo, de 65 años.

"Fidel se involucraba mucho personalmente con ellos. Los conocía a todos. Sabía lo que habían hecho", acota Ismael Sene, conocido analista deportivo cubano.

"Era un aliento para nosotros en cada competencia. No hay ningún deportista que cuando fuera a competir no pensara en Fidel", afirmó Quirot. "Él siempre estaba ganaras o perdieras, entregando el estandarte y después nos esperaba".

Quirot recordó que cuando sufrió quemaduras graves en un accidente doméstico después de haber ganado el bronce en Barcelona 1992, la primera persona que la visitó en el hospital fue Castro.

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La ruptura de la revolución con Estados Unidos, no obstante, aisló al béisbol, el deporte nacional, y los cubanos no pudieron seguir la liga estadounidense, la más fuerte del mundo, a la que todo pelotero desea llegar.

"Muchos jugadores cubanos que pudieron haber brillado en las Grandes Ligas, pasaron su vida deportiva en Cuba (Omar Linares, Orestes Kindelán, Germán Mesa), ganando muy poco dinero y no llegando a saber lo bueno que eran", expresó Roberto González Echevarría, un cubano que enseña literatura en Yale University y autor de "The Pride of Havana: The History of Cuban Baseball" (El orgullo de La Habana: La historia del béisbol cubano).

"Si tú eres cantante de ópera, quieres ir a La Scala de Milán, quieres ir al Met, quieres medirte con los mejores del mundo. No solamente con los aficionados. Aparte de lo del dinero, era saber cuán bueno eres en realidad", sostuvo González Echevarría, para quien Castro "vio en el deporte un vehículo para la propaganda de su régimen, aunque eso no quita que eso trajera beneficios para el pueblo de Cuba".

Uno de los desertores más famosos, el "Duque" Orlando Hernández, dijo que "cuando nosotros estamos en Cuba somos personas de diez pesos, pero cuando tú sales de Cuba, ya 15 ya es bastante. Y cuando piensas en millones, quieres salir y tratar de jugar el béisbol".


"Estuve por ocho años viajando con el equipo nacional y aprendimos muchas cosas, aprendimos que había algo más fuera de Cuba que nos llamaba, pero a veces nos da un poco de miedo tener dejar a la familia", comentó El Duque en una entrevista con la AP a fines del 2014. "Es un paso bien difícil y bien duro de tomar, creo que eso es lo que a veces nos para un poco".

De todos modos, con tres medalla de oro y dos de plata en las cinco ediciones de los juegos olímpicos en los que se jugó béisbol (el deporte fue excluido nuevamente en el 2012 y regresará en 2020), la pelota pasó a ser algo más que una pasión y se convirtió en un orgullo nacional.

Pero sintió el impacto de la crisis desatada por la desintegración de la Unión Soviética, que sostenía la economía cubana: muchos peloteros hicieron algo que el propio Castro definió como una "traición" a la patria y se fugaron en busca de jugosos contratos en Estados Unidos.

Sin sus mejores figuras, Cuba defraudó al incorporarse en el 2006 al Clásico Mundial, donde tiene apenas un subcampeonato en tres ediciones disputadas. Una de ellas fue ganada por la República Dominicana, su gran rival regional.

Luego comenzaron a irse también boxeadores, debilitando una selección cubana que llegó a ganar siete medallas olímpicas de oro en Barcelona en 1992, en pleno apogeo del programa cubano.

En sus últimos años, ya alejado del gobierno, Castro alcanzó a ver una pequeña apertura impulsada por su hermano Raúl, a partir de la cual se permite a deportistas cubanos competir por dinero en el exterior, algo que la revolución consideró inadmisible durante décadas.

"Fidel decía que 'hay que cambiar todo lo que debe ser cambiado''', señala Mestre, el entrenador de boxeo, mientras decide si trabaja con algunos muchachos en el Rafael Trejo en medio del largo duelo por la muerte del ex presidente. "Quizás más adelante (se abrace más el profesionalismo) pero siempre cuidando nuestros principios y nuestro amor a la patria".

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