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Fantasmas del 11/9 acechan esfuerzos de Europa contra terrorismo

Existen analogías entre los atentados perpetrados recientemente en Bruselas que cobraron la vida de 32 personas y los días previos a la destrucción de las Torres Gemelas en Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001.

Desde brigadas terroristas que se escabullen de los controles fronterizos hasta la valiente pero demasiado improvisada respuesta de los equipos de emergencia, la historia de fondo de los ataques de la semana pasada en Bruselas es inquietantemente similar a lo que sucedió en los Estados Unidos en vísperas del 11 de septiembre de 2001.

Prácticamente todos los errores cometidos por la maquinaria de seguridad nacional estadounidense encontraron su análogo en Bélgica el 22 de marzo.

Ahora, los líderes de Europa deben elaborar sus propias respuestas a estos retos superando a la vez obstáculos particularmente europeos. Hasta que lo hagan, sus ciudadanos continuarán estando expuestos a la siguiente atrocidad.

"La inteligencia compartida en Europa actualmente se parece mucho a lo que experimentamos en los Estados Unidos antes del 11/9", dijo el senador estadounidense Angus King, quien participaba en una misión de investigación de hechos en París cuando los terroristas atacaron con bombas la semana pasada, dijo en una respuesta a preguntas por correo electrónico. "Las rivalidades y las historias complicadas actúan como barreras que impiden trabajar juntas a las agencias de inteligencia de toda Europa".

La Unión Europea integrada por 28 países hace la paz, no la guerra. Ha hecho tan bien ese trabajo que ganó el Premio Nobel en 2012. Pero la lucha por rastrear a los atacantes que hicieron estragos en Bruselas demuestra que también necesita reforzar su aparato de defensa y eso es ajeno a una cultura de la UE basada en derribar murallas, no en erigirlas.

HISTORIAS PARALELAS

Cuando los futuros historiadores expresen su juicio acerca de los atentados en el aeropuerto y el metro de Bruselas que dejaron 32 muertos, podrían trabajar sobre la base de un informe estadounidense independiente sobre los ataques del 11/9. En algunos casos sólo cambiaron los detalles.

Los servicios de espionaje estadounidense persiguieron y luego perdieron de vista a dos agentes de al-Qaeda en 2000; Bélgica y Holanda siguieron el rastro de uno de los terroristas suicidas de Bruselas en julio y luego abandonaron la pista. En agosto de 2001 Estados Unidos arrestó a un piloto en entrenamiento, que posteriormente fue el presunto vigésimo secuestrador; la policía belga capturó a Salah Abdeslam, buscado por los homicidios de noviembre en París, cuatro días antes de los atentados en Bruselas.

Nadie espera que los gobiernos europeos se movilicen tan rápido como los Estados Unidos después del 11/9 estando ya el bloque en una postura defensiva. Logros emblemáticos como la zona de libre circulación sin pasaporte entre 26 países están en peligro, Gran Bretaña analiza abandonar la UE y la fe del bloque a fines del siglo XX en el comercio, los viajes, la comunicación y las finanzas como una fuerza benigna se ve sacudida hasta sus cimientos por refugiados que llegan en cantidades a través de sus fronteras.

Se ha hablado mucho de los fracasos de Bélgica –la división entre las subculturas de habla holandesa y francesa, los niveles superpuestos de gobierno que opacan la rendición de cuentas, el desdén por las comunidades musulmanas perjudicadas- pero constituyen un microcosmos de lo que Europa debe enfrentar. La seguridad nacional en la UE es eso: una prerrogativa nacional.

Se reduce a "trabajo típico de detective", dijo Colin Clarke, investigador en terrorismo en RAND Corp. en Pittsburgh. "Los servicios de inteligencia europeos tienen sin duda más sospechosos que necesitan rastrear, monitorear y vigilar. Dentro de Europa, lo que se comparte no va más allá de las fronteras, pero los terroristas sí que las pasan".

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