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Exrebelde lidera encuestas en elección presidencial de Colombia

Gustavo Petro, también exalcalde de Bogotá, dijo que apoya la independencia del banco central, el objetivo de inflación explícito y una “norma fiscal” que limite hasta dónde puede endeudarse el Estado.

Las elecciones presidenciales colombianas consistían antes en defender al país de los izquierdistas, no en llevarlos al umbral del poder.

La votación del año próximo, la primera desde el fin de una guerra civil que se prolongó cinco decenios, quizá sea diferente. Primero en las recientes encuestas de opinión está Gustavo Petro, exalcalde de la capital, Bogotá, y exguerrillero que promete cobrar impuestos a los ricos terratenientes y a los inversores bursátiles.

Lucha por el primer puesto con dos candidatos a favor de la empresa, en tanto otros izquierdistas también figuran entre los favoritos iniciales.

Colombia es el único país sudamericano importante que nunca ha tenido un gobierno de izquierda. Y dado que comienzan a verse habitualmente inmigrantes de su vecino socialista, Venezuela, mendigando en los autobuses de Bogotá, parecería ser un extraño momento para pensar en abandonar ese título.

El problema para los políticos del establishment es que, al llegar a su fin la larga guerra de Colombia, las prioridades de los votantes cambiaron. La seguridad solía ser una gran preocupación cuando las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), montaban barricadas en los alrededores de las grandes ciudades y secuestraban cada año a miles de personas.

RECUERDOS DE LA VIOLENCIA

Ahora que los rebeldes fueron desarmados exitosamente, los colombianos se concentran más en temas como el desempleo y la salud. La economía exportadora de petróleo se ha visto en dificultades desde 2014, cuando los precios del crudo se desplomaron, y el gobierno recurrió a la austeridad para apuntalar sus finanzas.

El banco central prevé un crecimiento de 1.6 por ciento este año, el peor desde la crisis financiera global.

Al silenciarse las armas, las ideas de izquierda "se desmitifican y se convierten en una opción política como cualquier otra", según Sandra Borda, decana del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá. El espacio para políticos como Petro no hará más que crecer en los próximos años a medida que vayan borrándose lentamente los recuerdos de la violencia, señaló.

Más aún, la izquierda de Colombia fue objeto y a la vez autora de violencia, y actualmente sus dirigentes ya no son blanco de asesinatos como antes. Dos de los candidatos presidenciales de un partido formado por los guerrilleros en los años 1980, una época signada por asesinatos de políticos destacados, fueron asesinados.

A nivel local, la violencia todavía es algo común --más de 70 activistas y trabajadores de derechos humanos fueron asesinados este año-- pero los asesinatos de figuras con proyección nacional se han vuelto una rareza.

Desde entonces, Petro hizo la transición a la política establecida, abandonando la formación de guerrilla urbana M19 hace alrededor de tres décadas. En una entrevista en su oficina de Bogotá, se esfuerza por distanciarse de los hábitos despilfarradores que contribuyeron al desastre que aflige a su vecino, Venezuela.

Más que la mayoría de sus pares regionales, Colombia tradicionalmente ha separado la formulación de la estrategia económica de la política. Petro dice que él apoya los pilares de ese sistema: la independencia del banco central, el objetivo de inflación explícito y una "norma fiscal" que limite hasta dónde puede endeudarse el Estado.

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