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Elecciones en Brasil: entre la esperanza y el temor

Esta semana las encuestas de opinión mostraron a la Presidenta Dilma Rousseff ampliando su ventaja sobre la candidata Marina Silva, terminando así con las esperanzas de poner fin a cuatro años de sus políticas intervencionistas.

A los mercados financieros del mundo desarrollado no parece importarles. En gran parte, le han restado importancia al caos en el Medio Oriente, las incursiones rusas en Ucrania y las protestas en pro de la democracia en Hong Kong.

En el mundo emergente, sin embargo, los acontecimientos políticos todavía pueden afectar grandemente a los mercados. Este año, las bolsas de valores en India e Indonesia han subido más de un 20 por ciento gracias a la victoria electoral de gobiernos más favorables a los mercados. Un patrón similar se perfila en Brasil, sólo que al revés.

Durante el verano los mercados locales se dispararon ante la esperanza de que la oposición podría derrotar a Dilma Rousseff, del gobernante Partido de los Trabajadores, en las elecciones presidenciales que comienzan el domingo. Pero esta semana las encuestas de opinión muestran a la Presidenta Rousseff ampliando su ventaja, y así terminando con las esperanzas de poner fin a cuatro años de sus políticas intervencionistas. El pesimismo de los inversores es ahora tal que la moneda brasileña cayó el mes pasado más que el rublo de Rusia.

Luiz Inácio Lula da Silva, el carismático ex presidente de Brasil, ha salido con todo, atacando a los mercados y en favor de Rousseff, su protegida y sucesora. "Bueno, yo gané en 2002, y nunca pedí el voto de los mercados", dijo esta semana aludiendo a cómo cayeron los mercados financieros cuando fue elegido por primera vez –pero luego disfrutaron de una vertiginosa subida durante ocho años.

La diferencia, sin embargo, es que Lula da Silva, un ex sindicalista, era un valor desconocido hace 12 años. Rousseff, por el contrario, ha estado en el poder durante cuatro años. Hoy en día la economía de Brasil está en recesión, el déficit presupuestario se encuentra en su más amplio nivel en 13 años, las metas inflacionarias han sido incumplidas y las calificaciones de deuda soberana están próximas a ser "basura". Tales retos ponen en peligro las victorias sociales que Rousseff se acredita a sí misma.

LA NACIÓN QUIERE Y NECESITA UN CAMBIO,
CUALQUIERA QUE GANE

No son sólo los capitalistas que se están quejando. La principal rival de la Presidenta Rousseff es Marina Silva, una cristiana evangélica criada en la pobreza extrema en el Amazonas, catapultada a candidata presidencial por la muerte de su compañero de fórmula en agosto. La cautivadora biografía y el estatus de "outsider" de Silva han canalizado el desagrado de la nación con el status quo y las clases políticas tradicionales –la razón principal por la que Aécio Neves, de la oposición de centro-derecha tradicional, se ha quedado atrás en las encuestas. Su programa favorable al mercado, incluyendo una mayor autonomía del banco central, se ha ganado a los inversores. Hace dos semanas Silva parecía que iba a ganar con sus convocatorias de "cambio", aun si su débil bancada en el Congreso significa que cualquier cambio sería gradual.

Rousseff, luchando por su supervivencia política, ha recuperado de vuelta su ventaja gracias a una mejor organización, más tiempo de televisión y una eficaz campaña "anti-Marina". Como titular, su plataforma principal es la continuidad –aunque hasta el punto de la terquedad. La presidenta se niega a aceptar su culpa por la lentitud del crecimiento económico e incluso dijo que en un segundo término no haría cambio alguno a sus políticas. Esto tranquiliza a su base de votantes en las clases más humildes, pero también es falso. El auge de los precios de las materias primas que otrora impulsara la economía, ya terminó. Las protestas callejeras masivas del año pasado fueron una muestra más de la necesidad de un cambio. La continuidad ya no es suficiente.

Las últimas encuestas sugieren que Rousseff y Silva emergerán de los comicios de este fin de semana a pelear una segunda vuelta el 26 de octubre. La igualdad de tiempo por televisión podría cerrar la brecha aunque por el momento Rousseff es la favorita para ganar. Esto sería consistente con las demás elecciones de América Latina, en las que ningún titular ha perdido un intento de reelección en más de una década. Pase lo que pase, sin embargo, el ascenso de Silva ha sacudido Brasil. Para tener un segundo mandato exitoso, Rousseff no puede ignorar lo que los mercados y millones de brasileños quieren: un cambio.

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