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El jefe de sección de intereses de EU podría ser embajador en Cuba

Jeffrey DeLaurentis es el jefe de la sección de intereses de los EU en La Habana y le tocó entregar la carta que envió Barack Obama a Raúl Castro; se trata del diplomático estadounidense de mayor jerarquía en la isla y podría ser el próximo embajador. 

LA HABANA. Desde su oficina en un piso alto en La Habana, Jeffrey DeLaurentis tiene una vista panorámica de las aguas azules del estrecho de la Florida y las letras rojo sangre que proclaman el desafío de Cuba a Estados Unidos.

"¡Patria o muerte!", dice el cartel colocado frente a la Sección de Intereses de Estados Unidos hace 15 años, cuando DeLaurentis era un funcionario de menor jerarquía que trataba de resolver el enfrentamiento en torno al niño balsero Elián González.

Ahora, en su tercera misión a la Cuba socialista, DeLaurentis es el diplomático estadounidense de mayor jerarquía en la isla y su tarea es colaborar para poner fin a más de medio siglo de hostilidad entre los dos países vecinos. Conocido por su presencia discreta en público, DeLaurentis podría estar en la lista final de postulados a embajador estadounidense en Cuba, si es que habrá tal cosa.

Este miércoles, DeLaurentis entregó personalmente una carta de la Casa Blanca al Ministerio de Relaciones Exteriores en La Habana acerca de la reapertura de las embajadas en las respectivas capitales.

Sus respectivas misiones diplomáticas, llamadas secciones de intereses, serán convertidas en embajadas a partir del 20 de julio, aunque el Departamento de Estado norteamericano dijo que aún no tiene una fecha para una ceremonia formal.

Cuba dice que la ceremonia de transformación de las secciones de intereses en embajadas se realizará el 20 de julio.

Varios republicanos en el Congreso han prometido que bloquearán el nombramiento de un embajador a La Habana y la asignación de fondos para la embajada.

"No son muchos los diplomáticos que pudieran representar a Estados Unidos en la Habana en esta sensible pero prometedora etapa", dijo el diplomático cubano Carlos Alzugaray. "Jeff es uno de ellos".

DeLaurentis fue funcionario consular en Cuba entre 1991 y 1993, cuando la isla estaba sumida en la crisis económica tras el derrumbe de la Unión Soviética. Como jefe de la división económica y política de la Sección de Intereses de 1999 a 2002, cumplió un papel crucial en la batalla por la tenencia de Elián González.

Vicki Huddleston, entonces jefa de la misión, dijo que la diplomacia discreta de DeLaurentis ayudó a reducir las tensiones cuando las autoridades cubanas amenazaron con una migración masiva de balseros si no se devolvía al joven náufrago a su país. El gobierno del presidente Bill Clinton reconoció la patria potestad del padre y devolvió al niño.

DeLaurentis también cumplió un papel "fundamental" en las discusiones con las autoridades cubanas sobre la decisión del presidente George W. Bush de utilizar la base naval de Guantánamo en el este de Cuba para alojar prisioneros acusados de terrorismo luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

"Siempre sabía cómo salirse discretamente del molde con los funcionarios cubanos, pero ellos confiaban en él", dijo Huddleston. "Siempre acertaba en su interpretación de las motivaciones y medidas cubanas".

Huddleston recordó que ella y DeLaurentis iban a misa en la misma iglesia católica y que él logró que la parroquia obtuviera computadoras en una época en que esa tecnología en manos de una entidad no gubernamental despertaba muchas sospechas.

El sucesor de Huddleston como jefe de misión fue James Cason, quien provocó la furia de Fidel Castro al recibir a opositores al gobierno en la casa de un disidente en 2003. Semanas después, el gobierno arrestó a 75 disidentes.

Las negociaciones para liberar al contratista de USAID Alan Gross habían comenzado meses antes cuando DeLaurentis regresó a La Habana como jefe de misión en agosto. Los presidentes Barack Obama y Raúl Castro anunciaron el 17 de diciembre un acuerdo para liberar a Gross y a tres prisioneros cubanos en Estados Unidos, junto con las gestiones para reanudar las relaciones diplomáticas.

DeLaurentis, de 61 años, alto y delgado, es una presencia conocida en La Habana cuando se presenta de camisa de mangas largas y corbata a las reuniones con otros diplomáticos extranjeros, empresarios y cubanos a los que conoce desde hace años.

Al igual que en sus misiones anteriores, DeLaurentis "sale del edificio y habla con la gente", dijo Philip Peters, un analista que viaja a Cuba periódicamente. "Conoce el país muy, muy bien".

Fiel a su estilo, DeLaurentis se negó a hacer declaraciones porque las negociaciones entre los dos países están en curso. Ha hablado muy poco con los grandes medios desde el 17 diciembre, cuando dijo en un programa periodístico de la cadena CBS que una nueva excepción al embargo comercial estadounidense para permitir el intercambio de tecnología de internet podría "cambiar las reglas del juego más adelante" al conectar a Cuba con el mundo e "iluminar la isla".

DeLaurentis
es graduado de la Facultad del Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown y de la Facultad de Posgrado de Asuntos Internacionales y Públicos de Columbia. Fue un directivo del Consejo de Relaciones Exteriores, un instituto de investigaciones independiente con sede en Nueva York, antes de ingresar al Departamento de Estado, donde ha sido miembro de la misión a la ONU en Ginebra, la embajada en Bogotá, Colombia, y subsecretario adjunto de Asuntos del Hemisferio Occidental en Washington.

Ultimamente, fue viceembajador ante las Naciones Unidas, donde un ex colega dijo que se le conocía por ser "la persona que enciende las luces por la mañana y la última que parte a la noche".

La presencia de DeLaurentis en el internet es mínima, consiste principalmente de textos de discursos ante el Consejo de Seguridad. En un discurso descargado inusualmente en YouTube, el hombre de cabello entrecano y gafas de marco oscuro dijo a los estudiantes secundarios en una Conferencia Modelo de la ONU que la diplomacia internacional "puede ser frustrante, incluso enloquecedora".

No respondió acerca de los retos de ser un diplomático en Cuba, que no tiene relaciones diplomáticas plenas con Estados Unidos desde 1961.

"Trata de reconstruir una relación que está hecha añicos desde hace 55 años", dijo el embajador holandés Norbert Braakhuis.

Estados Unidos necesita a alguien "muy cauto, pero también muy experto y con intuiciones muy por encima de la media", añadió. DeLaurentis es "evidentemente la persona justa en el momento y el lugar justos".

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