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El futbol femenil, la última esperanza haitiana

El equipo femenil de futbol, que tiene poco apoyo de su país y que sigue aún no se recupera del terremoto de 2012, se juega su única oportunidad de hacer historia si pasa a la Copa Mundial Femenil. 

SOUTH BEND, Indiana.– Desde 2012, el equipo femenil nacional de fútbol de Haití ha pasado seis meses al año entrenando cerca del aeropuerto regional aquí, siguiendo por un camino vecinal y cruzando las vías del tren, principalmente pasando inadvertido, sin ninguna probabilidad como potencia regional.

Cada mujer del equipo tiene una historia de desesperación en torno al sismo de 2010 que devastó a Haití, la nación más pobre en el Hemisferio Occidental. Una casa que se plegó como una billetera, la pierna destrozada de un hermano, una tía aplastada a la puerta de una iglesia, un tío perdido en un edificio y nunca encontrado.

Cada jugadora, también, tiene una historia de resiliencia y perseverancia. Ninguna nación caribeña ha calificado jamás para la Copa Mundial Femenil. Ahora Haití, de entre todos los países, está al borde de llegar al torneo de 2015, que se jugará el próximo verano en Canadá. Es una cruzada de gran ambición y escasos recursos.

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ES TODO LO QUE TIENEN

No hay salario para las jugadoras. Ni para el entrenador polaco-estadounidense y sus asistentes. Las jugadoras viven de ocho o nueve en un departamento. Incluso la capitana duerme en un delgado colchón en la sala de estar. La federación de fútbol de Haití paga un vuelo redondo a casa cada año y trata de ayudar en casos de emergencia.

Pero incluso un estipendio de 200 dólares pagado a cada jugadora en 2013 no fue posible este año. El equipo trata de sostenerse vendiendo pollos rostizados y playeras, y ofreciendo clínicas de futbol en iglesias y escuelas. Los benefactores han sido generosos. Un club de futbol local ofrece campos de entrenamiento sin costo alguno. Un taller de reparación no cobra por las composturas de la camioneta del equipo.

Anne Marie Wright, una estudiante de bachillerato de 17 años de edad, ha ayudado a suministrar zapatos, calcetas y sostenes deportivos e incluso botellas de agua para que las jugadoras que entrenan para llegar a la Copa Mundial no tengan que beber directamente del grifo.

Marc Dume, un hombre de negocios de 43 años de edad que inmigró de Haití hace una década, ayuda con la renta y dinero para comprar plátanos, arroz y frijoles para aromáticos estofados.

"El futbol es todo lo que tienen", dijo Dume, quien dirige una compañía en Elkhart, Indiana, que entrega vehículos recreacionales de las fábricas a las concesionarias. "No tienen nada más".

La Copa Mundial Femenil se ampliará el año próximo de 16 a 24 equipos. Canadá, como país anfitrión, tiene asegurada la participación automática. Otros tres equipos de la región de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe calificarán en un torneo en Estados Unidos que comenzó el 15 de octubre. Un cuarto equipo entrará en un partido de clasificación contra Ecuador, el calificado en tercer lugar en Sudamérica. Las estadounidenses, clasificadas como en el puesto número uno del mundo, son inaccesibles favoritas en el torneo regional.

También se espera que México reclame un lugar. Eso dejaría a Haití, Guatemala, Costa Rica, Jamaica y Trinidad y Tobago tratando de llegar a la Copa Mundial por primera vez.

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DISCRIMINACIÓN EN EL TERRERNO DE JUEGO

En Haití, el equipo nacional femenil es en gran medida ignorado y poco apreciado. El fútbol femenil sigue llevando un estigma social ahí y puede ser considerado como poco femenino. En ocasiones, los hombres y los niños evitan que las mujeres y las niñas incluso entrenen, dijo el presidente de la federación de fútbol.

Kencia Marseille, de 33 años de edad y capitana del equipo, dijo que su madre la golpeaba con un cinturón cuando la encontraba jugando futbol de niña. Hoy, algunas madres aún quieren a sus hijas en casa, para que estudien, para que ayuden a aportar sustento para los hermanos, para que restablezcan los lazos de

"El pueblo haitiano no cree en nosotros", dijo la portera Geralda Saintilus, de 28 años de edad. "Dicen que no somos lo bastante buenas. Trataremos de probar que están equivocados".

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TIENES QUE ESTAR LOCO

Incluso el entrenador de Haití, Shek Borkowski, no creía en un principio. Cuando habló por primera vez con funcionarios haitianos, Borkowski no quería el empleo. La economía del país era horrible. La federación de futbol tenía poco dinero.

El terremoto de 2012 colapsó las oficinas centrales de la federación durante una reunión, causando la muerte de más de 30 personas en su interior, incluido el entrenador del programa nacional femenil, Jean Yves Labaze. En otras partes, una o dos jugadoras de alto nivel también perecieron, dijo la federación. El estadio nacional se convirtió en un campamento de casas de campaña para los damnificados. La recuperación tras el sismo se complicó con una epidemia de cólera.

"Tienes que estar loco", comentó Borkowski que se dijo a sí mismo sobre convertirse en entrenador de Haití.

Reconsideró después de ver en línea como Haití participó en el torneo de calificación para la Olimpiada de Londres de 2012. Haití se quedó a un paso de calificar, pero Borkowski quedó intrigado por la habilidad individual de sus jugadoras. Llamó a Yves Jean-Bart, presidente de la federación de fútbol de Haití, e hizo una propuesta: El equipo femenil se financiaría en gran medida solo, y principalmente fuera de Haití.

Entrenaría durante seis meses a la vez en South Bend, jugaría partidos de exhibición contra equipos universitarios como Notre Dame y Ball State, y entraría a la Liga de Futbol Premier Femenil (WPSL, por su sigla en inglés) de segunda división, un circuito semiprofesional. "Parte de ello fue egoísta; yo quería lograr algo a nivel internacional", dijo Borkowski, de 51 años de edad y nacido en Polonia, que ahora vive en Goshen, Indiana.

Había ganado dos títulos de la WPSL y un título de la liga femenil rusa antes de convertirse en entrenador de Haití el 20 de marzo de 2012.
"Pero uno empieza a pelear por estas muchachas". Jean-Bart estuvo de acuerdo con el plan, y dijo sobre la Copa Mundial en una entrevista telefónica: "Es muy difícil para las muchachas en Haití cambiar su vida.

Esto pudiera ser un buen desafío para que todas las mujeres traten de tener una vida mejor".

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RECUERDOS LES JUEGAN UNA MALA PASADA

Pero Haití sigue siendo un equipo frágil. La mayoría de las jugadoras perdieron sus casas en el terremoto. Natacha Cajuste, una defensa de 30 años de edad, estaba estudiando en un café Internet cuando empezó la sacudida y dijo que fue la única que logró salir; todos los demás murieron o resultaron heridos. Manoucheka Pierre-Louis, mediocampista de 25 años de edad, dijo que vivió en la ciudad de tiendas de campaña durante dos años antes de ser convocada al equipo nacional. Las jugadoras de Haití se volvieron itinerantes después del sismo, entrenando en la República Dominicana y en Brasil.

En un torneo en México, algunas jugadoras estaban recelosas de hospedarse en un elevado hotel, temerosas de quedar atrapadas si colapsaba.

"Jugábamos futbol para tratar de olvidar", dijo Ketura Woodlyne-Robuste, una mediocampista de 22 años de edad. Las jugadoras haitianas que llegaron a South Bend en 2012 eran tácticamente ingenuas y físicamente débiles, dijo Borkowski. Muchas se caían al menos contacto. El equipo era insuficiente. Incluso las botellas de agua escaseaban.

Si Haití llega a la Copa Mundial dijo, tratará de anotar un gol en honor de su padre.

"Él me compró mis primeros zapatos de futbol", dijo. Para calificar, advirtió Borkowski a sus jugadoras en una práctica reciente, el equipo de Haití necesitará una concentración, disciplina y confianza en sí mismo inquebrantables.

Para estas jugadoras, dijo, solo habrá una oportunidad en la vida. La práctica terminó con un círculo de oración, seguido por el grito "Uno, dos, tres, ¡2015!" "El fútbol es lo único que elimina el estrés", dijo Marseille, la capitana del equipo. "Si llegamos a la Copa Mundial, voy a estar muy orgullosa de mí misma".

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