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Cooperativas, la apuesta de Cuba para contener al capitalismo

Las autoridades cubanas están convirtiendo empresas estatales en cooperativas, proporcionando incentivos a los privados para que pasen a esa forma de gestión. Ya hay 450 cooperativas y hay planes para crear miles más.

LA HABANA. Las lentas y cautelosas reformas que ha emprendido Cuba para reanimar su moribunda economía controlada por el Estado están cobrando vida en la antigua discoteca Karabalí, que ahora es una cooperativa operada por 21 socios.

El Gobierno de Raúl Castro comenzó a arrendar la empresa estatal a sus empleados hace sólo seis meses y el club que durante años estuvo poco concurrido, ahora recibe más de 100 clientes los fines de semana pese a la competencia de decenas de bares privados y estatales en La Habana.

Jóvenes en su mayoría cubanos que concurren a la céntrica Calle 23 en el barrio del Vedado, son a menudo atraídos por brillantes y multicolores luces que alegran el club Karabalí, donde bailan hasta el amanecer al ritmo de la música en vivo.

Incluso los miércoles, cuando el local sólo tiene música grabada, algunos agitan sus caderas al ritmo de una rumba sobre el escenario giratorio.

"Ahora tenemos más sentido de pertenencia. Aquí nadie roba, esto es de todos, ganamos por lo que hacemos, sin problemas, sin interferencias del Gobierno", dijo eufórico Heydell Alom, quien ha pasado 11 de sus 38 años preparando tragos en el bar del Karabalí.

Las autoridades cubanas están convirtiendo empresas estatales en cooperativas y proporcionando incentivos a los particulares para que pasen a esa forma de gestión, con la esperanza de frenar el auge de capitalismo.

Unas 450 cooperativas se formaron durante el año pasado y hay planes para crear miles más.

La iniciativa es una de las reformas orientadas al mercado, ordenadas por el presidente Raúl Castro tras reemplazar en el poder a su hermano enfermo Fidel en el 2008.

Mientras Raúl Castro sostiene que sus reformas buscan fortalecer el socialismo, miles de empresas particulares han surgido desde el 2010, desde restaurantes privados hasta reparaciones de artículos electrónicos, y han captado la atención de todo el mundo.

Las cientos de cooperativas experimentales surgidas en el último año han tenido menos publicidad, pero son parte del equilibrio político propuesto por el Estado, que necesita sacar cientos de miles de trabajadores de la nómina estatal pero también frenar el auge del capitalismo en la isla.

Como es típico en las reformas cubanas, la iniciativa para establecer más cooperativas comenzó como un experimento que luego se expandirá si resulta exitoso.

Los partidarios de las cooperativas lo ven como una forma de permitir la libre empresa, al igual que lo han hecho otros países comunistas, limitando al mismo tiempo un aumento inevitable en la desigualdad de ingresos.

"El modelo es diferente de China y Vietnam", dijo un economista cubano experto en cooperativas. "Tenemos la ventaja de aprender de sus experiencias", agregó.

El economista que pidió no ser identificado debido a que no tenía una autorización para conceder entrevistas, dijo que muchos países tienen cooperativas, pero ninguno ha probado a gran escala convertir empresas estatales a esta forma no estatal.

Las cooperativas cubanas han aparecido de muchas formas y tamaños, desde restaurantes, cafeterías y mercados mayoristas y minoristas de productos hasta servicios contables e informáticos, fregadoras de autos, servicios de construcción, clubes nocturnos y venta de aves exóticas.

Esta nueva forma de gestión no estatal funciona de forma independiente al Estado y los precios se fijan en función de mercado en la mayoría de los casos, según una resolución publicada en diciembre.

Algunos han prosperado. Otros, en cambio, deben aún comprender lo que significa competir.

Lejos de la divinidad

El restaurante La Divina Pastora está instalado en una hermosa propiedad cercana al legendario Castillo del Morro, un sitio turístico desde donde se tiene una privilegiada vista a la capital cubana a través de la bahía habanera.

El lugar se llena a la hora del almuerzo con autobuses repletos de turistas que visitan el sitio, pero no ocurre lo mismo en las noches. Un sábado reciente el restaurante estaba casi vacío a pesar del buen clima.

Ningún miembro de la cooperativa había propuesto un plan para atraer clientes, según dijo una joven empleada que no se identificó.

La Divina Pastora era una antigua empresa estatal que cerró el año pasado y reabrió como una cooperativa, aunque al nuevo personal no tuvo la oportunidad de elegir a su líder.

"¿Cómo podemos elegir al administrador cuando fue él quien nos contrató?", dijo la empleada.

Karabalí, que está al otro lado de la bahía de La Habana, tiene un éxito claro.

El club tiene una posición privilegiada en la céntrica calle 23, donde los habaneros salen a caminar los fines de semanas paseando por la heladería Coppelia hasta el paseo marítimo conocido como Malecón.

Los 21 miembros de la cooperativa planean remodelar Karabalí, empezando por la cafetería que el Estado dejó en ruinas.

"Cuando terminemos la cafetería pensamos en invertir para hacer otras mejoras", dijo Alom, empleado del bar.

Cada miembro de la cooperativa gana 750 pesos cubanos (31 dólares al mes), tres veces más que los 250 pesos cubanos que pagaba el Estado. También reparten las utilidades cada tres meses.

"Nos liberamos de los esquemas de la empresa estatal, ahora lo decidimos todo, qué compramos, cuánto compramos, a qué hora abrimos o cerramos sin que vengan a sancionarnos. Nos ajustamos a cómo se comporta la clientela", dijo Ariel Rodríguez, encargado de llevar las cuentas del Karabalí.

"Este sitio es de nosotros, no viene ningún extraterrestre a decir qué está bien o mal, cuándo o cómo pagamos los salarios, qué artistas contratamos o quién hace las reparaciones constructivas (...) buscamos alternativas con libertad", añadió.

De todo un poco

La mayoría de las cooperativas visitadas están viviendo experiencias intermedias entre lo que sucede con el club Karabalí y el restaurante La Divina Pastora.

La cooperativa Bella II, antes un salón de belleza estatal, está compitiendo con los negocios privados apelando a una clientela con menor poder adquisitivo.

"Estamos compitiendo con los privados porque tenemos mejores precios. Hemos fijado los precios por encima de los que teníamos cuando administraba el Estado pero por debajo de los precios de la calle, de los particulares", dijo Sandra Menéndez, estilista que ganaba 400 pesos cubanos (17 dólares) al mes cuando el centro era del Estado y ahora gana unos siete mil pesos (292 dólares) al mes.

Sin embargo, otros en la cooperativa de 27 miembros se mostraron menos conformes con sus resultados.

La empleada Danisley Nápoles dijo que tiene algunos beneficios pero que su sueldo "es más o menos el mismo que ganaba cuando no era cooperativa". Nápoles es una manicura, un trabajo menos especializado que la de una estilista y que trae menos ingresos.

La ley que regula el surgimiento de cooperativas permite un número ilimitado de miembros y el uso de empleados contratados por un plazo base de tres meses. El presidente de cada cooperativa es elegido por los miembros, quienes también participan en la toma de decisiones que van desde las escalas salariales hasta las inversiones.

En diciembre pasado, el presidente de la comisión de implementación de las reformas, Marino Murillo, dijo al Parlamento de la isla que "las cooperativas tienen prioridad sobre las pequeñas empresas privadas".

"Esta forma de gestión tiene un carácter más social en la producción y distribución de las riquezas que genera", agregó Murillo.

El funcionario dijo que las cooperativas pagan menos impuestos y tienen algo de acceso al sistema mayorista estatal mientras que los negocios privados tienen que comprar sus provisiones en mercados mayoristas y tiendas.

Aun así, es el Estado el que decide si un negocio pasa o no a ser cooperativa y los empleados no tienen ni voz ni voto. Aceptan o son despedidos.

La televisión estatal tiene los domingos el programa Cultura de Cooperativas, dedicado a tratar temas como la historia, gestión y aspectos relacionados con este tipo de propiedad.

Un economista cubano dijo que dar entrenamiento a las cooperativas es un buen comienzo, pero agregó que deberían hacer más para ayudarlas a tener éxito en lugar de apresurarse a crearlas sin el soporte adecuado.

"Deberían frenar un poco y poner más énfasis en la calidad sobre la cantidad", dijo.

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