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Conflicto Rusia-Ucrania se sirve en las mesas de Nueva York

Comensales ocupan todas las mesas de restaurantes de comida rusa ubicados en Manhattan, algunos con ánimo de realizar comentarios sobre la política de Vladirmir Putin, especialmente desde que comenzó el conflicto con Ucrania por Crimea.

MANHATTAN.- Mientras Karen Peterson posaba para una foto junto a un juego de muñecas matryoshka en el Russian Tea Room, el restaurante de Manhattan fundado por migrantes antibolcheviques en 1927, no estaba de humor para hablar de Vladimir Putin.

"Me gusta la comida rusa, no la política rusa, Rusia es mucho más que Putin", dijo Peterson, neoyorquina que cenaba con una amiga.

A medio mundo de distancia de los sangrientos combates del este de Ucrania que han enredado a Rusia en el peor conflicto diplomático con Estados Unidos desde la Guerra Fría, el negocio prospera en el Russian Tea Room.

Esta semana, en las primeras horas de la tarde, las mesas estaban todas ocupadas por personas que estudiaban un menú en el que se destacan platos como el caviar dorado de osetra de 295 dólares, el pollo a la Kiev de 38 dólares y shots de vodka Beluga de 25 dólares

Desde que comenzó la crisis, cuando Putin anexó la península de Crimea en marzo, algunos turistas de fuera de la ciudad han ido al restaurante con la intención de hablar de política, contó la recepcionista Anna Zinenko.

Los clientes que hablan ruso guardan silencio sobre el conflicto, tema que se ha vuelto aún más sensible luego del derribo de un avión de pasajeros que causó la muerte de 298 personas la semana pasada. Sólo vienen a comer, dijo la mujer.

A varias cuadras del Tea Room, las mesas del Russian Samovar no estaban tan llenas pero el sentimiento era el mismo.

"Me gusta la comida, me gusta la cultura, la política me confunde mucho", declaró Paula Place, residente de Connecticut que suele comer en los restaurantes rusos de Manhattan.

POLÍTICA DE LA COMIDA

En Soho, Alisa Savia, gerente de Korchma Taras Bulba, que se especializa en cocina ucraniana, atendía a los clientes que habían venido a cenar temprano. Dijo que el conflicto la había llevado a modificar las recomendaciones que solía hacer. Cuando un cliente nuevo pide probar un plato ucraniano auténtico, ahora lo orienta a una bandeja de empanadillas rellenas de carne precocida llamadas vareniki en lugar de una sopa borsch.

Aunque el origen del borsch es motivo de debate –"y eso puede ser visto como una cuestión política en este clima"-, no hay duda de que este plato de vareniki es ucraniano, explicó Savina. Los rusos tienen una comida parecida, pero la de ellos se hace con carne cruda y esa es una "diferencia enorme", dijo.

Savina lo sabe muy bien. Es rusa.

En el barrio de Brighton Beach en Brooklyn, donde las palabras rusas en alfabeto cirílico son más comunes que las inglesas en el frente de los negocios, la vendedora Lyuba Kornilova una tarde les aconsejaba a unos clientes de la tienda de comestibles que llevaran una porción extra de caviar importado.

Como Estados Unidos y la Unión Europea están evaluando aplicar sanciones más duras al gobierno de Putin por ayudar a los rebeldes prorrusos de Ucrania, Kornilova teme que la crisis pueda conducir a restricciones en las importaciones.

Putin podría tratar de tomar represalias a través del comercio, señaló, "y ustedes podrían terminar comprando caviar canadiense, que para mí tiene gusto a plástico".

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