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Ciudadanos de EU elogian su economía, pero no a Trump

La creciente confianza de los consumidores en su economía no es atribuida a Trump -que tiene el porcentaje de aprobación más bajo en su primer año de mandato-, sino, según algunos ciudadanos, a Barack Obama.

El presidente Donald Trump está rompiendo la convención de que cuando los estadounidenses se sienten bien respecto de la economía lo atribuyen a su líder.

Nunca en la historia reciente los consumidores han estado tan optimistas sobre las perspectivas económicas y sus fortunas financieras, y al mismo tiempo tan negativos en relación a su presidente. La brecha surge en una administración marcada por el caos, el tumulto en sus rangos superiores y las reiteradas tormentas políticas, a menudo generadas por las propias publicaciones en Twitter e improvisaciones públicas del presidente.

Los estadounidenses "viven en un mundo de dos vías" en el que "separan sus bolsillos de lo que ven en Washington", dijo Julian Zelizer, historiador político de la Universidad de Princeton.

"Hay una sensación de confianza en que la dinámica subyacente de la economía en la que viven es bastante buena", comentó Zelizer. "Estamos en un punto en el que mucha gente no siente que ello esté necesariamente conectado con lo que está haciendo el presidente".

La tasa de aprobación de Trump promedió alrededor del 39 por ciento en 2017, según Gallup, la más baja que haya registrado un presidente en su primer año en el cargo en los 72 años de historia de la encuesta.
La confianza de los estadounidenses, en tanto, promedió un máximo de 17 años el año pasado, según el índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan.

A pesar del optimismo de los estadounidenses respecto de la economía, no están contentos con la dirección general del país. Un 60 por ciento dijo que el país está en el camino equivocado en una encuesta de CBS News realizada entre el 13 y el 16 de enero, casi igual que el 61 por ciento en la misma encuesta realizada un año atrás, justo antes de que Trump asumiera la presidencia.

Las tendencias compiladas por Bloomberg muestran que la brecha entre la confianza del consumidor y las percepciones sobre el presidente aumentó a finales de 2017 para llegar a su mayor nivel desde al menos 1978, cuando comenzó la serie de confianza mensual.

Las últimas encuestas muestran que la confianza del consumidor cayó en enero a un mínimo de seis meses de 94.4, por debajo de la lectura de 95.9 de diciembre, mientras que la tasa de aprobación de Trump descendió al 36 por ciento en la semana del 15 al 21 de enero.

La última disparidad comparable entre la confianza del consumidor y la popularidad de un presidente fue en el otoño de 2006, cuando el expresidente George W. Bush lidiaba con la insurgencia iraquí y la primera detonación de prueba de un dispositivo nuclear de Corea del Norte. Mientras tanto, el Promedio Industrial Dow Jones establecía máximos históricos.

Aun así, la brecha más amplia entre la tasa de aprobación y la confianza del consumidor para Bush -en enero de 2007, después de que los demócratas aprovecharan una elección para tomar el control de ambas cámaras en el Congreso- fue menor que la de Trump en octubre y noviembre. Las tasas de aprobación compiladas por Bloomberg se basan en la última encuesta llevada a cabo por Gallup para cada mes.

Los republicanos temen un golpe similar en las próximas elecciones legislativas de 2018: que la decaída popularidad del presidente pueda amenazar su control del Congreso.


La mayoría de los votantes ven a Trump como deshonesto, carente de habilidades de liderazgo y despreocupado de los estadounidenses promedio, según una encuesta de Quinnipiac publicada el 10 de enero. Y nuevas dudas sobre su idoneidad para el cargo -motivadas por las críticas de excolaboradores en un libro publicado recientemente- así como los controvertidos comentarios sobre los inmigrantes de Haití y África, han acallado los mensajes de la Casa Blanca sobre la solidez de la economía, las prioridades legislativas y los recortes de impuestos recientemente aprobados.

Trump, por su parte, parece reconocer la brecha, aunque ha culpado de sus problemas a los medios de comunicación.

"¿Se dan cuenta que a los grandes medios de noticias falsas nunca les gusta cubrir las noticias económicas estupendas y récord, sino que hablan sobre cualquier cosa negativa o que puede convertirse en negativa?", escribió el martes pasado en un tuit.

A principios de esa semana, Trump tuiteó los comentarios de Fox News argumentando que "no se le estaba atribuyendo el crédito que merece por la economía".

Hay muchas razones para el optimismo de los consumidores: un mercado laboral sólido donde destaca la tasa de desempleo más baja desde 2000; robustos balances de hogares respaldados por un mercado bursátil en alza; y la apreciación de los precios de las viviendas, la gasolina barata, los bajos costos del endeudamiento y la baja inflación.

Una explicación para la brecha de percepción podría ser que los estadounidenses atribuyen la economía robusta no a Trump, sino a su predecesor, el expresidente Barack Obama. Si bien dos de cada tres votantes encuestados por Quinnipiac dicen que la economía de la nación es "excelente" o "buena", el 49 por ciento lo atribuye a Obama y solo el 40 por ciento dice que Trump tiene más responsabilidad en ello.

"Obviamente, una economía fuerte puede ayudar a un presidente, pero no es lo único que la gente usa para evaluar su efectividad", dijo Emily Sydnor, profesora de politología de Southwestern University.

Con información de Chris Middleton*

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