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Barco pesquero, símbolo de tsunami


 
 
AP
 
 
Un pesquero varado que fue el símbolo de los daños causados por el tsunami de 2011 en Japón ha dividido desde hace tiempo a los habitantes de una ciudad costera nororiental de Japón: entre quienes querían mantenerlo como un monumento a la sobrevivencia y quienes preferían el desmantelamiento de un penoso recuerdo.
 
 
La semana pasada, la ciudad anunció que desguazará el pesquero tras un acalorado debate y una votación del electorado. La polémica ha destacado la continuidad de las consecuencias del tsunami en Japón dos años después.
 
 

El Kyotokumaru, de 330 toneladas métricas (360 toneladas imperiales), fue barrido por el tsunami en el muelle municipal y arrastrado unos 750 metros (800 yardas) a un distrito residencial.
 
 
Ha pasado a ser un punto de referencia en Kesennuma, una ciudad portuaria de 70,000 personas y un testamento del poder destructivo del tsunami ocasionado por un sismo de magnitud 9 el 11 de marzo de 2011, que mató a casi 19.000 personas.
 
 
Los edificios cercanos derruidos y los escombros fueron retirados, pero el atunero de 60 metros (200 pies) de eslora se mantuvo majestuoso en tierra firme durante más de dos años.
 
 
La opinión sobre la nave ha sido tan dividida que su suerte fue sometida a votación el mes pasado entre los residentes de la municipalidad. De las 14.083 respuestas, el 68%, 9.622 personas, votaron a favor del desguace. Solamente el 16% quiso conservarlo.
 
 
Yoshimi Abe, un ama de casa de 72 años y residente de Kesennuma, figuró entre los que querían la retirada del pesquero.
 
 

"Es un recuerdo constante del terrible desastre", dijo. "Cuando camino ante él cada mañana, se me encoje el corazón".
 
 

La casa en la que creció Abe fue destruida por el tsunami y vive ahora en un domicilio temporal.
 
 
En contraste, Shigeru Saito, de 80 años, es partidario de conservar la embarcación, que consideró una ventaja para atraer negocios.
 
 
"Mi hijo es propietario de un comercio en el mercado temporal cerca de Kyotokumaru. Muchos de sus clientes son visitantes de fuera que se acercan a ver el barco", afirmó.
 
 

Por ahora, el Kyotokumaru sigue dominando el barrio destruido, con su pintura azul y verde oxidada, sostenido por vigas de acero y cercado con cinta plástica amarilla. Está rodeado por ramos de flores que dejó la gente. Los visitantes oran y toman fotos. Algunos se limitan a mirar.
 
 

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