Monterrey

¿Y dónde está el piloto?

OPINIÓN. Ya no es tiempo de investigar lo que alguien más hizo o dejo de hacer. Ahora es tiempo de hacer y dejar que la ciudadanía investigue si se hizo bien o no.

El entrañable Leslie Nielsen protagonizó, por allá de 1980, la película "Airplane!". Fue una película de bajo presupuesto, en donde hasta los familiares de los productores tuvieron que actuar en papeles de extra.

Sin embargo tuvo éxito económico. La trama es lo de menos para lo que aquí nos aplica. El título, en su versión para México, lo dice todo.

Si uno regresa del aeropuerto General Mariano Escobedo, muy probablemente tome la avenida Constitución, ya sea por el carril tradicional o por el carril exprés. Si toma Ud. los carriles exprés, entonces podrá apreciar las pintas que "adornan" muchos de los bajo puentes y bardas que hay a lo largo de dicha vía.

De hecho, se puede observar que hay pintura nueva, de color gris, que cubrió el grafiti que han dejado algunos grupos, pero que han vuelto a grafitear sobre esa pintura nueva. Si hay alguien que considera a los que hacen grafiti como "pobres-muchachos-que-no-los-dejan-expresarse", que ofrezca su casa para que los jóvenes se expresen artísticamente en su domicilio.

Póngase Ud. a pensar que estamos hablando del carril exprés, en donde se supone que habría velocidades que si no son de autopista, ciertamente son más altas que en los carriles tradicionales y no se diga en las calles de la ciudad.

No son grafitis artísticos. Claramente son declaraciones gráficas de la predominancia de bandas que marcan su presencia, su territorio, en la ciudad. Sin embargo, esta realidad -la de los "chavos banda"- no se debe sobre-simplificar y hay una vasta cantidad de literatura que la analiza. Citemos unas cuantas referencias.

Por un lado, de acuerdo al indicador del INEGI: "Porcentaje de atestiguamiento de la existencia de pandillerismo o bandas violentas, (a nivel) Nacional" que mide "el porcentaje de la población de 18 años y más que atestiguaron la existencia de pandillerismo o bandas violentas" para 2015, fue de un 32.7 por ciento. A una de cada tres personas les consta.

Por otro lado, la SSP en 2012 publicó el estudio "Formas de Expresión Juvenil: Graffiti". Este estudio, que cita a mucha literatura, llega entre varias conclusiones a que: "La problemática que genera este fenómeno social se debe principalmente a las conductas transgresoras de los jóvenes, ya que estas manifestaciones son percibidas por las personas como conductas vandálicas o ligadas a la delincuencia. Sin embargo, no todos los grafitis están relacionados con la delincuencia". Además, Tom King, un fotógrafo inglés, documento gráficamente la cruda realidad de estas bandas en Monterrey.

¿Percepción o realidad?. Pueden llegar a ser las fuerzas básicas de la delincuencia. Pintas en vías rápidas y no pasa nada; robo y tampoco; distribuidores de droga y ahí sí llegan las atrocidades. Pensemos en que los criminales no nacieron de la nada. Se formaron y empezaron en un punto –o un una pinta- a transgredir el orden.

Mucha literatura cita a la marginación como punto de origen de esta situación social. Sin embargo, el único camino seguro contra la marginación que arrastra a la violencia es la generación de empleo y la educación. Pero, en tanto sucede esto, no se puede dejar la ciudad al garete.

He ahí la relación con el título de la columna: Ya no es tiempo de investigar lo que alguien más hizo o dejo de hacer. Ahora es tiempo de hacer y dejar que la ciudadanía investigue si se hizo bien o no. O lo que es lo mismo: ¿Dónde está el piloto….de Monterrey?.

* El autor es Doctor en Finanzas por la Universidad de Tulane; cuenta con la Maestría en Alta Dirección de Empresas, en el IPADE. Se desempeñó como Director General de entidades del área Internacional en Santander Serfin. Es Director del programa OneMBA y tiene su Despacho asociado con Crowe Horwath para proporcionar asesoría en temas de Finanzas Corporativas.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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