Monterrey

Universidades y la Observación Electoral

OPINIÓN. En 2018 además de las elecciones, tendremos consultas populares, esto es, más campo de exploración para la ciudadanía que quiere conocer, vigilar y aportar a su comunidad.

No encuentro mejor manera para formar ciudadanía en las universidades que la Observación Electoral. La figura me gusta hasta para proyecto de servicio social, investigación y, obviamente, la sensibilización del alumnado en asuntos políticos-electorales.

Sé de la buena intención y creciente reto que significa, sobre todo para las universidades privadas, el promover entre estudiantes, docentes y directivos los valores democráticos, el conocimiento político y el compromiso social.

Estas instituciones, públicas y privadas, tienen el semillero de líderes que estarán tomando las decisiones del país, al segmento poblacional que pasará a formar parte de la élite educada del país. Y, algunos diagnósticos en asuntos de ética pública y compromiso social, no son buenos.

Se tiene la creencia que la Observación Electoral sólo vale para el día de las elecciones, pero no es así.

La figura está definida en la ley con atribuciones especiales, la persona debe reunir algunos requisitos y tomar un curso de inducción, certificación le dicen, que le permita estar en cada uno de los momentos del proceso electoral: procesos de licitación, registro de candidaturas, debates y más.

La observación electoral es útil a todo programa de formación cívica y ética, no sólo para quienes están en la abogacía o la ciencia política. Ser y hacer ciudadanía abarca a la administración, ingeniería, artes plásticas, contaduría, ciencias biológicas, físicas, químicas, futbolistas, astronautas o cibernautas. Cada rol social debe implicarse en el quehacer público para tener una elemental madurez ciudadana.

Imagino equipos de trabajo que le den seguimiento al desarrollo de debates, logística electoral, reglamentación, sistemas informáticos para trasmisión de resultados, brigadas de vigilancia que disuadan el fraude en áreas estratégicas.

Grupos de análisis sobre mensajes de campaña, imagen o identificación del story-telling detrás de una o todas las candidaturas; análisis de la ingeniería electoral (dónde promover el voto) por partido político en zona urbana, rural o todo el estado; o bien, derechos vs obligaciones en ejercicios de fiscalización; influencia o participación de los medios masivos, seguimiento a coberturas por partido, por género, por región.

De cada una se pueden obtener conclusiones que lleven a propuestas para el Congreso local.

En 2018 además de las elecciones, tendremos consultas populares, esto es, más campo de exploración para la ciudadanía que quiere conocer, vigilar y aportar a su comunidad.

En esta idea, con conocimiento y experiencia de campo, la población estudiantil universitaria podría estar ayudando al congreso en la próxima reforma electoral en el diseño de la reglamentación secundaria para Ley de Participación Ciudadana.

Y a ver quién detiene a esta fuerza juvenil una vez que encuentren el gusto y los medios para participar.

Gana Nuevo León, las universidades, la clase política y la sociedad. Esas generaciones con altas tendencias al desinterés político se contagiarían de lo público de manera ordenada, informada y conducida.

Lo mejor es que lo harían participando y aportando, como les gusta a los milenials.

Bueno, es sólo una idea.

La autora es Consejera Electoral en el estado de Nuevo León y promotora del cambio cultura a través de la Educación Cívica y la Participación Ciudadana.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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