Monterrey

Una sociedad por los derechos humanos

OPINIÓN. En Nuevo León y en todo México en general, la llegada de Felipe Calderón a la Presidencia de México abrió un capítulo de la historia regional y nacional que se ha caracterizado por la militarización de la seguridad pública, producto de la llamada “guerra contra el narcotráfico” que desencadenó un recrudecimiento en el uso de la violencia tanto de militares como de los cárteles de las drogas y como consecuencia, se incrementó el número de “daños colaterales,” es decir, la desaparición y muerte de miles ciudadanos.

Este año, el Premio Nacional de Derechos Humanos fue para la hermana Consuelo Morales, directora de "Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, A.C." (CADHAC), una organización no gubernamental, producto de las comunidades de base de la Iglesia Católica en Nuevo León. En los últimos veintidós años, esta organización ha realizado un gran trabajo en la defensa y promoción de los derechos humanos en la región del Noreste de México.

Desafortunadamente en Nuevo León y en todo México en general, la llegada de Felipe Calderón a la Presidencia de México abrió un capítulo de la historia regional y nacional que se ha caracterizado por la militarización de la seguridad pública, producto de la llamada "guerra contra el narcotráfico" que desencadenó un recrudecimiento en el uso de la violencia tanto de militares como de los cárteles de las drogas y como consecuencia, se incrementó el número de "daños colaterales," es decir, la desaparición y muerte de miles ciudadanos.

Por esta razón, la labor de CADHAC en Nuevo León y en la región del Noreste de México ha sido fundamental en un importante proceso de documentación de miles de casos de desaparición, en un entidad donde desafortunadamente, la administración del Gobierno del Estado anterior prácticamente hizo caso omiso a las demandas de ciudadanos neoloneses que buscaron y buscan a sus seres queridos.

CADHAC le ha permitido a miles de familias que cada uno de esos "daños colaterales", como denominó Felipe Calderón en su esquizofrénica "guerra contra el narcotráfico", se convirtieran en seres humanos como cada uno de nosotros, personas con rostro y sueños que alguna vez, estuvieron entre nosotros.

CADHAC le ha permitido a la sociedad rescatar la memoria de todas aquellas víctimas que no solo son una herida abierta en el corazón y en la memoria de miles de familias, sino que representan el clamor de justicia de una sociedad cansada de la inacción de las autoridades.

En este sentido, resulta necesario que tanto los ciudadanos como las autoridades así como las fuerzas policiales y militares tengamos la voluntad de llevar a la práctica la agenda de la hermana Consuelo que consiste en cuatro recomendaciones puntuales que son elementos clave para ganar esta batalla: 1) la no criminalización de las víctimas, 2) la solidaridad necesaria para enfrentar como comunidad estos retos, 3) la necesidad de apoyar con recursos materiales y legales a las familias que sufren esta situación y 4) un verdadero Estado de Derecho que permita expedir justicia así como la cooperación internacional.

Quiero rescatar una frase de la hermana Consuelo Morales en su discurso en la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Derechos Humanos: "Con respeto y humildad, me atrevo a decirle que su legado se juega también en esta agenda (los cuatro puntos arriba mencionados), pues hemos visto que ningún plan de reformas económicas puede prosperar si no está basado en un fortalecimiento del Estado de Derecho que ponga al centro los derechos humanos."

Enrique Peña Nieto puede pasar a la historia como el presidente de las reformas o como el estadista que logró implementar un Estado de Derecho eficiente para todos los ciudadanos. Por supuesto, Jaime Rodríguez Calderón también puede y debe luchar por la defensa de los derechos humanos en Nuevo León. Este será el mejor legado del primer gobernador "independiente" de México.

*El autor es politólogo por el Tecnológico de Monterrey; consultor político de la firma internacional Global Nexus y cursa sus estudios de posgrado en la Universidad de Wisconsin.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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