Monterrey

Sobre el TLCAN

Las promesas de campaña de Trump hacían referencia a regresar empleos y a arreglar tratados que, según él, habían sido “desastrosos” para la economía estadounidense.

La semana pasada parecía que ya se había logrado un acuerdo preliminar en la renegociación del TLCAN. Sin embargo, esta semana iniciamos con la noticia de que aún falta mucho por definir.

El TLCAN es un acuerdo que se firmó en 1992 tras varios años de pláticas entre tres equipos negociadores que tenían al frente mandatarios a favor del comercio. Además, en 1992 China no era la potencia mundial de comercio que es hoy. Tampoco había sucedido un ataque terrorista tan fuerte como el del 2001, ni una crisis financiera global. En el 1992 la OMC estaba en su apogeo.

Hoy por hoy ni en la OMC se ponen de acuerdo, ya que la ronda más reciente de negociación, Doha, aun no culmina tras 17 años de pláticas. Por otro lado, la seguridad nacional por temor a nuevos ataques terroristas ha hecho más lento el comercio internacional, a pesar del incremento en el comercio digital. Después de la crisis financiera, como en toda crisis, el mundo se volvió proteccionista, para incentivar la venta de sus propios productos, particularmente en Estados Unidos en donde su presidente llegó a la Casa Blanca con promesas de "volver a hacer grande a Estados Unidos".

Las promesas de campaña de Trump hacían referencia a regresar empleos y a arreglar tratados que, según él, habían sido "desastrosos" para la economía estadounidense. Asimismo, al inicio de su mandato, Trump parecía desconocer las cifras que muestran la importancia del comercio con México, particularmente para estados como Nuevo México, Texas y Arizona en los cuales más del 35 por ciento de sus exportaciones tienen como destino México.

Finalmente, China es hoy el mayor socio comercial de Estados Unidos a pesar de no tener un tratado comercial con ese país, pero también es el mayor extranjero tenedor de bonos del Tesoro de Estados Unidos. China tiene un régimen cambiario de tipo de cambio fijo que utilizó durante mucho tiempo para hacer más competitivas ante el mundo sus exportaciones. Esto y su controvertida política laboral, generaron la idea a nivel global de que China practicaba un comercio injusto. Aún y cuando Estados Unidos ha impuesto a China aranceles en más de mil productos, el sentimiento de retorsión contra quienes se aprovechan de la situación parece dominar el ambiente en Estados Unidos. Así, la situación actual para la renegociación es muy diferente a cuando se firmó el TLCAN.

Pero no todo está perdido. De hecho, a pesar de todo lo anterior es muy probable que el tratado se firme siendo sólo una modernización del TLCAN original. Las cadenas productivas en algunas industrias ya están tan entrelazadas que romperlas sería desastroso para los tres países, en términos de producción y empleo que se perderían, además del incremento en la inflación y pérdida de competitividad.

Con esto, al parecer el escenario de que el TLCAN desaparezca no es el de mayor probabilidad. Sin embargo, como factor de riesgo está el temperamento de Trump, y ante esto el mayor riesgo no sería que el TLCAN terminara, sino que Estados Unidos dejara la OMC. Idea descabellada, pero no imposible.

La autora es economista en Jefe de Grupo Financiero BASE y profesora de economía en el Tec de Monterrey.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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