Monterrey

Que ALFA, CEMEX y FEMSA salgan del clóset

OPINIÓN. Las empresas de Nuevo León que son parte del movimiento “Hagámoslo bien” deben respetar y cumplir el artículo primero de la Constitución a través de la apertura de espacios dentro de sus empresas que permitan reconocer la diversidad sexual de sus colaboradores, y erradicar discriminación y bullying.

En Canadá, durante todo el mes de junio, la bandera que representa al movimiento LGBTTTI ondea en la mayoría de los edificios públicos para celebrar el orgullo de pertenecer a esta comunidad, también conocido como "pride". Hoy en día, Canadá es un país donde la tolerancia y el respeto a la diversidad sexual ha trascendido los debates políticos de izquierda y derecha.

En Toronto, prácticamente toda la comunidad se une a los festejos del "pride" con el objetivo de celebrar y reconocer que la diversidad sexual es una de las mayores fortalezas de la sociedad canadiense. Y por supuesto, las empresas son uno de los principales aliados en esta celebración.

Scotiabank, Telus, Bell, BMO, KPMG, Price Watherhouse Cooper, entre otras, van mucho más allá de reconocer la diversidad dentro de sus empresas. Se han convertido en socios estratégicos de grupos minoritarios que en la historia canadiense han sufrido discriminación. Así, en Canadá durante el mes del "pride" es común ver sucursales de Scotiabank pintadas con los colores del arcoíris.

Pero el compromiso de las empresas en Canadá va mucho más allá. Por ejemplo, Price Watherhouse Cooper ha desarrollado una red conocida como GLEE (Gays, lesbians and everyone else) con el fin de promover la creación de espacios de respeto y tolerancia a la diversidad sexual dentro de su empresa. Por supuesto, su estrategia ha sido acompañada por diversas políticas internas que luchan contra el bullying, la discriminación y por supuesto, el acoso.

En Nuevo León, nos hemos enfocado en analizar la falta de políticas públicas que erradiquen la discriminación y la violencia contra la comunidad LGBTTTI. Sin embargo hay que subrayar que las empresas tienen un rol fundamental en la lucha por el reconocimiento a la diversidad sexual, en la lucha por la equidad de género, entre otros.

Las empresas neolonesas deben abrazar la diversidad, celebrarla y generar espacios de inclusión y respeto dentro y fuera de sus organizaciones. Visibilizar a la comunidad LGBTTTI dentro de estas organizaciones tendría un impacto positivo en nuestra sociedad y nos permitiría valorar a las personas no por su preferencia sexual sino por su dignidad y condición humana.

Hay que recordar que la Constitución Mexicana establece que todos somos iguales ante la ley. Además, la Suprema Corte de Justicia ha reconocido que los integrantes de la comunidad LGBTTTI tienen el derecho de contraer matrimonio.

Así, las empresas de Nuevo León que son parte del movimiento "Hagámoslo bien" deben respetar y cumplir el artículo primero de la Constitución a través de la apertura de espacios dentro de sus empresas que permitan reconocer la diversidad sexual de sus colaboradores, acompañados por políticas internas que erradiquen prácticas lamentables como la discriminación y el bullying.

Grupos empresariales como ALFA, CEMEX, FEMSA entre otros tienen la capacidad de generar un impacto positivo en nuestra comunidad más allá de la responsabilidad social. Al reconocer la diversidad sexual dentro de sus organizaciones, las empresas estarían innovando su cultura laboral y podrían generar un impacto positivo en sus cadenas de valor y de suministro. Estas acciones transmitirían un verdadero respeto a la legalidad y de un compromiso genuino por terminar con la discriminación y el odio. No podemos tolerar ni una muerte más por LGBTTTIfobia.

Ojalá que en las próximas ediciones de la marcha de la diversidad en Nuevo León, empresas como Axtel, Cementos Monterrey y OXXO participen en el desfile e implementen programas que empoderen, con dignidad y reconocimiento, a todos aquellos colaboradores que pertenecen a la comunidad LGBTTTI.

El autor es politólogo por el Tecnológico de Monterrey y candidato de la Maestría en Ciencia Política y Política Pública de la Universidad de Guelph.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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