Monterrey

Pablo De la Peña: A dos años de gobierno

Andrés Manuel López Obrador tomó posesión como presidente de México, y su discurso inicial generó cierto grado de optimismo al suponer que en verdad se “barrería la corrupción de arriba hacia abajo, como las escaleras”.

Hace unos días el INEGI confirmó que el crecimiento del PIB en el tercer trimestre del año fue de 12.1 por ciento respecto al trimestre previo; sin embargo, en términos anuales tuvo una caída del 8.6 por ciento respecto al 2019; incluso, de enero a septiembre entre el 2019 y el 2020, el PIB presenta una caída del 9.8 por ciento, esta cifra está alineada con la mayoría de las proyecciones que visualizan una caída de la economía mexicana cercana al 10 por ciento para todo el 2020.

Aunque por un lado tenemos un resultado positivo dado que el tercer trimestre muestra un incremento en la dinámica de la economía mexicana; por el otro tenemos que el precio que se tiene que pagar por esa recuperación inercial de la economía es el incremento en los contagios de covid-19 en el país.

Sin lugar a duda hemos visto un incremento en la actividad comercial, industrial y de servicios, claro a costa de continuar con una tasa de contagio del covid-19 cada vez mayor. Se me hace difícil creer que a pasar de la gran movilidad que hemos visto en nuestras ciudades la tasa de contagio se mantenga ligeramente superior a los cinco mil casos diarios en promedio en los últimos meses.

Sin embargo, ya sabemos que el reporte de casos confirmados depende estrictamente del número de pruebas oficiales que se realizan, y en este sentido tenemos un gran reto que resolver; es decir, no tenemos una mayor cifra de casos reportados simplemente porque no hacemos más pruebas.

Por poner algunos ejemplos y de acuerdo con datos de la Organización Mundial de Salud, Canadá tiene una tasa de 30 mil 660 pruebas de covid-19 por cada 100 mil habitantes, los Estados Unidos tienen una tasa de 57,362 pruebas, España de 36 mil 893 pruebas, Colombia de nueve mil 250 pruebas, mientras que en México solo tenemos mil 715 pruebas de covid-19 por cada 100 mil habitantes.

Los Estados Unidos tiene una tasa de tres mil 910 casos acumulados de covid-19 por cada 100 mil habitantes (12.9 millones en total, al momento de escribir estas líneas); Canadá de 951.4 casos acumulados por cada 100 mil habitantes (350 mil casos totales), Colombia de dos mil 536 casos por cada 100 mil (1.29 millones acumulados) y México de 846 casos de covid-19 por cada 100 mil habitantes (1.1 millones en total), ¡tenemos-menos que Canadá!.

Por lo tanto, conociendo que la tasa de pruebas en Canadá es 18 veces mayor que la tasa de pruebas en México nos hace pensar que es muy posible que haya un número mayor de contagios en nuestro país del que se reporta oficialmente, simplemente no lo sabemos porque no hacemos suficientes pruebas.

A pesar de ello, sólo en los últimos 10 días de noviembre, el número de contagios diarios reportados en promedio se incrementó de un poco más de seis mil casos el 20 de noviembre a más de 12 mil casos en los últimos días del mes.

En resumen, las buenas noticias sobre la economía en el tercer trimestre se verán oscurecidas por las malas noticias en el área de salud por el incremento en contagios y decesos por el covid-19.

Hace dos años que Andrés Manuel López Obrador tomó posesión como presidente de México, y su discurso inicial generó cierto grado de optimismo al suponer que en verdad se "barrería la corrupción de arriba hacia abajo, como las escaleras" y que se buscaría lograr mayores niveles de eficiencia en la administración pública sin perjudicar la actividad económica y al mismo tiempo buscando privilegiar a los más necesitados.

Sin embargo, dos años después, no hay claridad de lo que se esta haciendo desde adentro del gobierno federal para combatir la corrupción, las restricciones presupuestales están coartando la capacidad operativa de la administración federal y por ende de la actividad económica, y lo único que se está privilegiando es a los proyectos insignia de su administración, que difícilmente darán una ventaja competitiva al país para fortalecer la productividad o para atraer más inversión extranjera.

Encima de todo esto, la actual pandemia ha demostrado que el gobierno federal no alcanza a entender la urgencia de implementar una política fiscal que propicie la sostenibilidad de las empresas frente a la pandemia, ni mucho menos a fomentar la atracción de inversión ni la creación de nuevas empresas que generen más y mejores empleos en el sector formal.

Al parecer la 4T está enfocada a tres cosas: (1) construir sobre la informalidad (empleos mal pagados e informales), (2) a aparentar que la riqueza del país será producto del sector público (pura fantasía) y (3) a engordar una base clientelar rumbo a las elecciones del 2021 y del 2024.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad única de quien la firma y no hay que hacer que la postura editorial de El Financiero.

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