Monterrey

Mujeres y empresa

OPINIÓN. Resulta paradójico que varias empresas de nuestra comunidad hayan firmado su adhesión al Pacto Mundial, pero en la práctica no contribuyan con acciones dentro de la propia empresa para que exista una mayor equidad y empoderamiento de las mujeres.

De acuerdo con información del Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desparecidas, del Sistema Nacional de Seguridad Pública; del 2007 hasta el 31 de diciembre de 2016, hay siete mil 693 casos de mujeres desaparecidas, de un total de 30 mil 499 casos reportados.

La región del Noreste de México es una de las zonas geográficas con mayores desapariciones. Sólo por detrás del Estado de México, Tamaulipas es la segunda entidad a nivel nacional con mayores reportes de casos, mil 179; y le siguen las entidades de Nuevo León y Coahuila con 623 y 313 casos, respectivamente.

Si bien, los tres niveles de gobierno tienen responsabilidad en brindar seguridad a la ciudadanía, el problema es mucho más complejo y va más allá de las clásicas instituciones de gobierno. Es urgente involucrar a otras instituciones que tienen un gran poder en nuestra comunidad como lo son las empresas.

En 1999, y como una forma de sumar a las empresas al trabajo que realiza la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, entonces Secretario General de esa organización, lanzó la iniciativa llamada Pacto Mundial, con el objetivo de promover una ciudadanía corporativa mundial y conciliar los intereses de las empresas con las demandas de las organizaciones de la sociedad civil y la agenda impulsada por la misma ONU.

En el 2015, la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sustentable, la cual contiene 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable que busca generar una mejora importante en la calidad de vida de los ciudadanos del mundo en diversos aspectos que van desde el medio ambiente, la seguridad alimentaria, los derechos humanos y las ciudades.

Y quizá uno de los objetivos más importantes es el quinto, que tiene como objetivo lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas. La ONU reconoce que siguen sufriendo discriminación y que son víctimas de la violencia en, prácticamente, todos los lugares del mundo. Según datos de la propia organización, en el periodo del 2006 al 2016, el 19 por ciento de las mujeres de entre 15 y 49 años de edad aseguraron que habían experimentado violencia física, sexual o ambas.

Por eso, las empresas de nuestra comunidad, sin importar su tamaño, pueden ser parte del esfuerzo que lidera las Naciones Unidas a través del Pacto Mundial. Por lo menos en las grandes empresas, queda claro que hay mucho que hacer. Resulta paradójico que varias empresas de nuestra comunidad hayan firmado su adhesión al Pacto Mundial, pero en la práctica no contribuyan con acciones dentro de la propia empresa para que exista una mayor equidad y empoderamiento de las mujeres.

Tan sólo hay que buscar quienes integran los equipos directivos en Alfa, Cemex, Cydsa, Deacero, Femsa, Frisa, Proeza, Vitro, Xignux y Ternium para constatar que únicamente hay mujeres. Dudo que no haya mujeres preparadas en las mejores escuelas de negocios del mundo, con la capacidad y la experiencia necesaria para ocupar puestos de primer nivel.

Las empresas no se rigen por sistemas democráticos, pero es importante que comprendan su rol en la sociedad y redimensionen el papel de la mujer dentro de sus instituciones. Si queremos avanzar en el respeto a la mujer y evitar que sean víctimas de violencia y desapariciones, es indispensable empoderarlas, valorar su trabajo y hacerlas parte del proceso de toma de decisiones.

El autor es politólogo por el Tecnológico de Monterrey y candidato de la Maestría en Ciencia Política y Política Pública de la Universidad de Guelph.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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