Monterrey

México no necesita enemigos, una historia de 5 siglos

Para el 1520, unos años más tarde Cortez hace su entrada y se encuentra con Moctezuma y ahí se gesta el inicio del fin que maravillosamente nos narra “La Visión de Los Vencidos”.

El imperio azteca era la civilización más poderosa de un continente en ciernes que recién se había bautizado, y aunque los aztecas no lo sabían cómo América, de las crónicas y códices se deduce que la población pudiera llegar a 12 millones de habitantes de toda la región central de la altiplanicie mexicana cuyo centro político y capital era la gran Tenochtitlan.

Y desde aquel entonces se disputaban el poder político y control de las tierras diversas etnias que habitaban desde Oaxaca hasta Veracruz y desde Puebla y Tlaxcala hasta el occidente de México. El valor codiciado era el pago de los tributos principalmente. Desde su arribo a Veracruz, Hernán Cortez contó con el apoyo de la que se dice era una hermosa natural, a quien hoy conocemos como la Malinche, que le sirvió no solo de interprete sino que le abrió los ojos para saber cómo el odio entre las diversas etnias y tribus podría ser utilizado para enfrentarlos entre ellos. Así Cortez, narra en sus crónicas cómo diversas tribus que veían en los españoles a un arma para liberarse del imperio y los tributos que le imponía el poderío azteca decidían unírsele en su camino a la gran Tenochtitlan y en su lucha que terminaría acabando con el imperio Azteca. Así, Olmecas, Totonacas y Tlaxcaltecas, entonces formaron un grupo que se unió a los escasos 400 españoles que conformaban las huestes de Cortez. El fin ya todos los sabemos; para el 1520, unos años más tarde Cortez hace su entrada y se encuentra con Moctezuma y ahí se gesta el inicio del fin que maravillosamente nos narra "La Visión de Los Vencidos". De Ángel Ma Garibay.

De esta forma, 500 años después los extranjeros no necesitaron más que a una mujer, solo a una, para voltear mexicanos contra mexicanos y hacer que el estómago se nos revolviera al contemplar por televisión como hasta el Presidente saliente Peña Nieto, no aplaudiera a nadie, NI A NADA MÁS QUE, a Ivanka Trump. Vimos cómo unas horas antes se condecoraba con una de las máximas preseas que el pueblo mexicano puede otorgar a alguien, en este caso al yerno del enemigo de México- y de los mexicanos-, en un acto de humillación y acatamiento anticipado como muestra de sometimiento.

La nueva "realeza" mexicana ya reunida en simulación a los tlatoani, entre chamanes y símbolos más paganos que culturales, dieron al mundo el espectáculo de un vodevil político que ni mandado a hacer para continuar alimentando los odios entre los mexicanos y ser el hazmerreír ante el mundo.

Hoy los pobres, no encuentro otro calificativo, individuos que se creen derrocaron al poder, que se sienten que nuevamente el petróleo será suyo, que pudieron echar de su casa a "las castas de la opresión, que duró en el poder más de 80 años", y que se regodean paseando por los Pinos esperando que les llegue su ayuda, ya sea de nini, de discapacitados -o de cualquier otra forma que brinde poder político a los que estarán a cargo- seguirán siendo pobres, no me cabe duda.

Así después de cinco siglos no necesitamos enemigos, ya aquí están, dentro, mexicanos contra mexicanos aplaudirán a los extranjeros que envíen una princesa rubia a que se le brinde pleitesía.

Hoy, en todos los medios electrónicos donde el pueblo pueda escribir observamos los mensajes de odio contra las instituciones y las personas que el pueblo cree representan al pasado alimentados por el odio de llamar a éstas, "la mafia del poder", a los grupos de intelectuales denominarles "fifís" y de todas esas muestras que han enfrentado a mexicanos contra mexicanos.

Mientras, en la frontera Norte del país, el que envió a la princesa güera a la que los nuevos políticos aplaudieron en un apoteosis masoquista y rastrera entre sueños lujuriosos, con lo que ellos se conformaran onanistamente con robar durante los próximos dos sexenios. Mientras nos seguirán gravando con impuestos, insultando, y logrando así el control político y económico sobre un país, que desde hace quinientos años no ha sabido más que escribir la Visión de los Vencidos, ya que: no necesitamos enemigos, los tenemos dentro.

El autor es analista político en Texas, y experto en temas de la frontera México-Estados Unidos.

Opine usted: javier.amieva@hispanicinternational.com

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