Monterrey

Más allá de derechas e izquierdas

OPINIÓN. Ser un buen candidato en las elecciones no es garantía para liderar una administración eficiente y eficaz.

Hace algunos años, cuando estudiaba mi primer año de licenciatura, tuve la oportunidad de leer una obra clásica de Ciencia Política del teórico italiano Norberto Bobbio titulado "Derecha e izquierda" en el que analiza las dos corrientes ideológicas preponderantes en el escenario político y cuya diferencia conceptual más clara sería la noción de igualdad.

Para Bobbio, mientras que en los regímenes de izquierda se alentaría una mayor igualdad de condiciones de la sociedad; la derecha buscaría consolidar un régimen en el que la desigualdad es natural debido a la existencia de diferentes clases sociales.

Hoy en día, nuestra realidad es mucho más compleja y con el fin de comprender los fenómenos políticos, económicos y sociales es necesario observar y analizar estos hechos utilizando no solamente conceptos clave como la igualdad y desigualdad de Bobbio sino también temas como los derechos humanos, seguridad, la igualdad de género, la seguridad alimentaria, el medio ambiente, entre otros.

Mientras que Alemania y Francia enfrentan al terrorismo y la migración como retos a sus democracias; en México, la corrupción es uno de los principales retos que enfrenta nuestro sistema político. Y aunque el Presidente Peña Nieto haya pedido perdón dos años después por el escándalo de la "Casa Blanca", el daño que generó la incapacidad de gestionar no solo una crisis sino de enfrentar con políticas públicas eficientes que marcaran una diferencia entre las administraciones panistas y la nueva administración, ha marcado de forma definitiva a su gobierno.

Además, la administración federal ha privilegiado la realización de las reformas estructurales sobre el diseño y la construcción de un nuevo andamiaje institucional que fortalezca las instituciones mediante la innovación de un sistema que les permita a los ciudadanos hacer uso de herramientas de democracia participativa y generar condiciones que realmente beneficien a la sociedad.

En su columna del viernes pasado en El Financiero, Raymundo Riva Palacio afirmaba que las ideas y propuestas de Donald Trump sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte representan la molestia de las clases media y trabajadora ante el colapso de sus oportunidades. Riva Palacio bien señala que este mismo escenario debe ser tomado en cuenta por la clase política mexicana.

Nuevo León y el gobierno independiente del Estado representan esa nueva aspiración que tienen los ciudadanos para generar alternativas eficientes que resuelvan la problemática de los ciudadanos en frentes tan amplios y diversos como desarrollo económico, seguridad, educación y garanticen la movilidad social que tanto nos urge.

Y aunque apenas se ha celebrado un año del triunfo en las urnas de Jaime Rodríguez Calderón y en tres meses habrá transcurrido el primer año de la nueva administración estatal; ha quedado claro que ser un buen candidato en las elecciones no es garantía para liderar una administración eficiente y eficaz. Este es tal vez uno de los riesgos más graves de nuestra democracia que inciden en el ánimo y la frustración colectiva de una sociedad que se siente rebasada por su realidad y sus autoridades.

Ojalá que las demandas de justicia, transparencia, rendición de cuentos y respeto a los derechos humanos que la sociedad neolonesa ha planteado sean atendidas a la brevedad; no hacer nada refleja la incapacidad de un gobierno y conllevan un alto costo político para los actores políticos que deciden no hacer nada.

* El autor es politólogo por el Tecnológico de Monterrey; consultor político de la firma internacional Global Nexus y cursa sus estudios de posgrado en la Universidad de Wisconsin.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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