Monterrey

Los límites del gasto público

OPINIÓN. Podemos afirmar, es que el nivel del gasto gubernamental debe estar asociado a la cantidad y a la calidad de los servicios públicos que proporciona.

Si bien la fracción IV del Artículo 31 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos nos impone a los mexicanos la obligación de contribuir para los gastos públicos de los tres órdenes de Gobierno, no existe ninguna disposición LEGAL que determine el MONTO que debe alcanzar este gasto público que los mexicanos debemos solventar.

Sin embargo, la fracción VII del Artículo 73 del mencionado ordenamiento, referente a las facultades del Congreso de la Unión, le otorga a éste la facultad "Para Imponer las Contribuciones necesarias a cubrir el Presupuesto"…..pero ¿Cualquiera que éste sea?

Si estas disposiciones se aplicaran de manera estricta, no habría deuda pública, ya que el Congreso podría y debería imponer las contribuciones necesarias para cubrir el presupuesto, sin tener que endeudar al país para financiar el gasto, pero esto NO ocurre, ya que año con año, en la Ley de Ingresos de la Federación, se incluyen ingresos por financiamientos, ya que existe insuficiencia de los ingresos propios (contribuciones) para cubrir la totalidad del gasto aprobado por el Congreso.

Si año con año se ocupan entre 600 y 700 mil millones de pesos SÓLO para cubrir el Presupuesto de Egresos de la Federación, ya que si incluimos los gastos extra presupuestales, (por actividades gubernamentales NO contempladas en el Presupuesto), así como la operación de los Bancos del Gobierno, la deuda que el Gobierno Federal contrata cada año, casi roza el BILLÓN de pesos, la conclusión, entonces, es que el gasto público propuesto por el Ejecutivo Federal, y aprobado por el Congreso, es muy superior a la CAPACIDAD CONTRIBUTIVA del país, lo que necesariamente implica que se le debe autorizar al Gobierno a colocar deuda suficiente para que pueda cubrir su gasto.

Esta reflexión nos conduce a concluir que el nivel del Gasto Público Federal, es de tal magnitud, que los propios legisladores se ven obligados a incumplir con su mandato constitucional de imponer las contribuciones suficientes para financiarlo, y por lo tanto autorizan la deuda pública.

Ahora bien, ¿Existe un nivel de Gasto Público Óptimo o Ideal?, la respuesta es un rotundo NO.

Lo que sí podemos afirmar, es que el nivel del gasto gubernamental debe estar asociado a la cantidad y a la calidad de los servicios públicos que proporciona. Si la sociedad demanda más o mejores servicios públicos, existe entonces una justificación para que el gobierno gaste más y por ende, para que el Congreso nos imponga más contribuciones.

Lo interesante aquí, es que NO es la sociedad la que determina los servicios públicos (o prebendas y apoyos) que desea recibir por parte del Gobierno, sino que es éste último, el que decide el nivel de gasto a ejercer, y los servicios públicos que va a ofrecer a los ciudadanos.

Así, de tener un presupuesto federal de 1.2 Billones de pesos en el año 2000, para el año pasado, 2016, éste alcanzó la friolera de los 5.3 Billones de pesos, es decir, se multiplicó 4.4 veces en sólo 16 años, cuando la inflación, por ejemplo, no alcanzó ni a duplicarse.

Si usted aspira a que haya una escuela pública en la esquina de su cuadra, donde le den desayunos escolares a su hijo, y que haya una clínica del sector salud enfrente de cada escuela, entonces ciertamente lo que ocupamos es que haya más gasto público, pero si usted aspira a ganar un sueldo suficiente que le permita a su hijo estudiar en la escuela privada que usted elija, y recibir servicio médico privado, entonces vamos en sentido contrario, lo que ocupamos es menos gasto público, y no más.

Lo más alarmante y preocupante del enorme y desproporcionado crecimiento en el gasto público, es que NO ha conducido a una reducción de la pobreza en el país, sino al contrario, a más gasto público, más pobreza.

El autor es especialista en estudios económicos y de finanzaspúblicas. Actualmente ocupa el cargo de Socio Economía en Pérez Góngora y Asociados.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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