Monterrey

La Reforma Energética o vivir con cáncer

La Reforma Energética fue un tema que en muchos sexenios le sacaron la vuelta, pero el costo del subsidio ya no puede seguir y mi opinión es reducirlo poco a poco, aceptando a los nuevos jugadores en el mercado mexicano.

Estimados lectores, no es novedad, pero por muchos años y décadas hemos visto como nuestro Pemex fue de las principales fuentes de ingreso al país, donde en todos los pasados sexenios lo utilizaron como "caja chica" y "caja grande", pero pasó el tiempo y las utilidades nunca las destinaron a vías financieras inteligentes, como modernización y actualización en equipos, o en refinerías que ayudaran a la empresa a ser más efectiva en la producción del llamado "oro negro", como debiera ser.

El resultado, hoy por hoy, es que las refinerías de la empresa tienen equipos obsoletos, donde su capacidad de producción es sólo del 30 por ciento de lo que podría producir y donde actualmente por cada tres pesos el gobierno federal tiene que subsidiar con dos pesos y el consumidor pagar uno, en el caso de la gasolina.

La Reforma energética promovida por el actual gobierno federal es en sí muy buena para dos finalidades: la primera, aminorar el cáncer del costo de Pemex, que nos ocasiona por el subsidio federal, y la otra; más importante, es que con esta acción -Reforma Energética- ya se abrió el mercado de las importaciones.

¿Qué quiere decir esto? Pues que el precio del hidrocarburo es menor y de mucha mejor calidad, y esto se va reflejar al consumidor en el mercado mexicano, en pocas palabras la gasolina, el diésel, gas licuado y los demás tipos de hidrocarburos tendrán un valor por abajo del precio de Pemex, y eso, sin duda, ayuda o debería ayudar a la economía mexicana, ya que los equipos de transporte que utilizan estos combustibles son utilizados por el 85 por ciento de la población en México, un país donde el crecimiento poblacional y la contaminación no tiene un tope.

Parte del contenido de la Reforma energética es que se podrán importar a empresas independientes en México, ya muy conocidas con la norma que rige y condiciona lo que debe ser la calidad del hidrocarburo, dando un producto de mejor de mejor calidad en cuanto al nivel de azufre.

Estoy convencido que la Reforma Energética fue un tema que en muchos sexenios le sacaron la vuelta, pero el costo del subsidio ya no puede seguir y mi opinión es reducirlo poco a poco, aceptando a los nuevos jugadores en el mercado mexicano.

En pláticas con funcionarios del sector energético, que he tenido, percibo que están convencidos de que Pemex seguirá siendo un jugador importante, pero participando cada vez con menores porcentajes, es decir en 10 años tendrá solo el 50 por ciento del mercado mexicano, y en 15 años más tendrá solo el 25 por ciento, es decir un 75 por ciento del posicionamiento de ahora será ocupado por los nuevos competidores que fueron autorizados con las regulaciones de la Secretaría de Energía.

De acuerdo con estadísticas de Pemex, el consumo de gasolina en México es de 839 mil 900 barriles diarios, de los cuales un 82 por ciento corresponde a la Magna y un 18 por ciento a la Premium.

Para los emprendedores es una gran oportunidad de inversión, ya que la nueva regulación da pie a nuevos jugadores y ya no a la paraestatal, debido a que la regulación permite que los nuevos y ya existentes jugadores tengan Bandera Blanca, que quiere decir renunciar a su franquicia Pemex y abrir nuevas puertas.

Al final de cuentas el monopolio no es un camino sano, no invita a la competencia y sobre todo a la libertad de consumo.

La pregunta aquí sería: ¿Cómo aguantó tantos años una empresa como Pemex operando con pérdidas y subsidios?

Hasta la próxima.

El autor es asesor en Estrategias de Inversión de Casa de Bolsa Finamex; Director de Columbus MX Asesores y autor del libro "Tu presente definirá tu futuro". carlos@openmx.online Tw: @CarlosPeaSalas1

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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