Monterrey

La mujer: el llamado sexo débil

Es innegable que mucho del comportamiento que tiene y que se tiene a la mujer, proviene de la religión, y tanto en el mundo occidental en el que vivimos, como también en parte del mundo oriental, el árabe o musulmán primordialmente.

Si bien la celebración oficial fue el día de ayer ocho de marzo, no quiero dejar pasar la ocasión para comentar algo que considero vale la pena reflexionar; el papel de la mujer en la sociedad.

Es innegable que mucho del comportamiento que tiene y que se tiene a la mujer, proviene de la religión, y tanto en el mundo occidental en el que vivimos, como también en parte del mundo oriental, el árabe o musulmán primordialmente, la mujer tiene un papel predeterminado desde la creación del mundo.

Recordemos que desde el génesis ya se dice que ella nace de una costilla de Adán, por lo tanto, depende de él, además ella fue la que le dio la manzana al mismo Adán, fruto que le dio la malvada serpiente; se que no estoy diciendo nada nuevo, solamente busco hacer énfasis en aspectos que marcan el papel social que todavía tiene la mujer, a pesar de más de dos mil años; depende del hombre, la manipuló la serpiente y por lo tanto no es posible de fiar.

Y si bien en el cristianismo de alguna manera se suaviza el papel femenino con la Virgen María, no es suficiente para quitarle ese estigma de ser eso: Mujer.

Y en lo personal me cuesta trabajo concebir que a pesar de todos los avances en las ciencias naturales y sociales en los pasados dos mil años, que el ser humano fue ya a la luna y regresó, que se han enviado satélites hasta los confines de la galaxia, que se esté llegando a conocer de qué está hecho el átomo a través de la nanotecnología, y otros avances notables en el conocimiento; a pesar de todo esto repito, todavía se tengan estigmas religiosos como paradigmas para calificar a la mitad del género humano.

Y que además sigamos manejando esa competencia sin sentido de quién es mejor, el hombre o la mujer; cual utilidad tiene el encontrar un ganador en esta competencia inútil, y si realmente hubiera un ganador cuál sería el siguiente paso; ¿uno va a depender de otro? ¿y luego que pasará?

Creo que es mejor buscar en qué se pueden complementar en lugar de pensar en qué se dividen y en que somos mejores unos u otros.

De sobra hay información plenamente verificada de cosas en las cuales el hombre o la mujer son incapaces, tanto biológica como socialmente; entonces, ¿por qué estar buscando la superioridad de uno respecto al otro?

Ya es hora que este tipo de celebraciones como este de la mujer, del niño, del abuelo o cualquier otro relacionado con algún papel social que tenga el ser humano, sea para precisamente para celebrar, y no en la ocasión para reclamar injusticias que desafortunadamente existen.

Todavía nos falta mucho como sociedad en donde el hombre y la mujer sean vistos entre sí como dos seres que se complementan y buscan su mutuo beneficio, y no estar metidos en una competencia sin sentido en la cual nadie ganará; es mejor comprometer nuestra responsabilidad social con el otro género, algo que actuará de manera recíproca y por lo tanto nos beneficiará a todos.

Seguiremos platicando …

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Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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