Monterrey

La dolce vita

OPINIÓN. Después de haber convertido de facto a Tamaulipas en tierra de nadie, el exgobernador que vivía la dulce vida fue finalmente atrapado y aparentemente no gracias a la actuación de las autoridades mexicanas, sino más bien de las americanas junto con las italianas.

Marcello Mastroianni y Anita Ekberg estelarizaron esta película dirigida por Federico Fellini en 1960. La película se centra en una semana en la vida de un escritor que vive en Roma. La escena que se grabó en la mente de muchos es en la que la Miss Suecia y aspirante a Miss Universo se baña la fuente de Trevi. Tiempos aquellos.

Los tiempos actuales muestran otra realidad. Después de haber convertido de facto a Tamaulipas en tierra de nadie, el exgobernador que vivía la dulce vida fue finalmente atrapado y aparentemente no gracias a la actuación de las autoridades mexicanas, sino más bien de las americanas junto con las italianas. No es el único y faltan peces gordísimos como el Duarte de Veracruz y el de Chihuahua, el de Quintana Roo y sus piratas y la lista sigue.

¿Qué hacer para prevenir el latrocinio y la impunidad? Está la ley anti-corrupción publicada en el DOF el 18 de julio de 2016, "para que las autoridades competentes prevengan, investiguen y sancionen las faltas administrativas y los hechos de corrupción."

Esa misma ley indica que "Son principios rectores que rigen el servicio público los siguientes: legalidad, objetividad, profesionalismo, honradez, lealtad, imparcialidad, eficiencia, eficacia, equidad, transparencia, economía, integridad y competencia por mérito. Los Entes públicos están obligados a crear y mantener condiciones estructurales y normativas que permitan el adecuado funcionamiento del Estado en su conjunto, y la actuación ética y responsable de cada servidor público."

Fuera de los independientes, los partidos políticos son los que ponen o más bien, imponen a sus candidatos. Hay de todo: Los hay íntegros y capaces, pero, ¿qué hay de los corruptos que roban poquito o muchito? ¿Y los traidores que se alían con los que deberían de combatir en primer lugar? Hay hasta señalados de mandar matar por cuenta de grupos delictivos.

Escuchamos a los candidatos con su lastimoso mensaje de cómo los demás son corruptos, reparten dádivas y compran los votos (cuando salen las fotos de su promoción los mariachis callan, pero solo por un ratito).

Sin embargo, en días pasados en una conferencia en Rotterdam, el ex primer ministro de Holanda comentaba acerca del porque está tomando fuerza el populismo en el mundo. A raíz de eso, preguntó a un grupo de aproximadamente 100 ejecutivos en desarrollo o ya en puestos directivos altos de todo el mundo, quién quisiera dedicarse a la política: nadie. No se vale solo quejarse en el café y criticar. Eso es fácil y comodino.

Un elemento más de gobierno corporativo debería ser no solo tomar en cuenta a los terceros involucrados (stakeholders) sino involucrarse activamente en mejorar el entorno de la empresa: ¿Qué tal que las empresas aporten a algunos ejecutivos para el servicio público? No es novedad, ya lo hizo Cemex desde tiempos de Fox y Calderón. Habría que ahondar y analizar el cómo les fue a las involucrados, pero creo que fue algo bueno para todos.

La academia también debería aportar. Sirve que se enriquecen las clases con experiencia práctica de los maestros en materias y programas de las maestrías y carreras que se enfoquen en preparar personas para la vida real. Consecuencias más reales que aportar para acabar con la corrupción no pudiera haber.

El autor es Doctor en Finanzas por la Universidad de Tulane; cuenta con la Maestría en Alta Dirección de Em- presas, en el IPADE. Se desempeñó como Director Gen- eral de entidades del área Internacional en Santander Serfin. Es Director del programa OneMBA y tiene su Despacho asociado con Crowe Horwath para proporcio- nar asesoría en temas de Finanzas Corporativas.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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