Monterrey

La crisis no es de la sociedad

OPINIÓN. La participación ciudadana está sucediendo con mayor fuerza y compromiso de lo que la formalidad jurídica indica.

¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón
Fito Páez


La crisis social y política del país no es la crisis de la sociedad. Las respuestas ciudadanas del pasado 19 de septiembre lo han demostrado.

Así como la crisis de inseguridad del 2011 en NL llegó a casa cuando era mi gente la que vivió las historias de terror; así también en septiembre llegan historias, sólo que ahora son de esperanza. Hay futuro, se puede superar la crisis política del país, de este mejor país que somos.

¡Esto es mejor que una final de la selección mexicana! Hay más entusiasmo que para cualquier equipo de futbol: ya sobran alimentos y voluntarios en los centros de acopio, algunos se declaran saturados y de inmediato se ofrecen otros. Ahora los posts en las redes sociales presumen la activación ciudadana con donativos inesperados; en apoyo a rescatistas con alimentos, masajes, espacios de descanso e higiene; se ofrece gratuitamente la revisión profesional de estructuras dañadas, alojamiento a víctimas, terapias de apoyo psicológico, asesoría jurídica y muchos mensajes alentadores de #FuerzaMéxico.

Los partidos políticos se vieron obligados a donar buena parte de sus recursos de campaña. La mayoría, desafortunadamente, no por propia iniciativa, sino por el mandato ciudadano.

La participación ciudadana está sucediendo con mayor fuerza y compromiso de lo que la formalidad jurídica indica. Nadie tiene que firmar para demostrar la representatividad obligada en las leyes ni las instituciones gastan en la verificación de esas firmas. Tampoco hay candidez, se advierte marcar los alimentos con la palabra DONATIVO y cegar el código de barras para prevenir malas prácticas; se alerta de saqueos y asaltos en tales esquinas o estados; hasta se propone cobrar cada código de barras cegado a las instituciones que han propiciado la "desafección política".

Esto no es desafección política.

La población está facilitando las labores de rescate y reconstrucción con manos, tiempo, espacio, corazón y dinero; a distancia o en el lugar. Esto es la "apropiación del espacio público", término acuñado por la utopía más democrática. Esa misma masa ciudadana está exigiendo la rendición de cuentas fuera de cualquier modelo diseñado desde la teoría.

El involucramiento de todo el país es más efectivo gracias a las redes sociales, a diferencia del sismo del 85. No creo que sea menor, pero la Internet y las plataformas públicas le dieron cause a la adrenalina del susto, participando. Se informó acerca de la dimensión de la catástrofe en redes antes que en comunicados oficiales y noticieros. En Facebook y Twitter se localizaron seres queridos, se ubicaron áreas afectadas y de auxilio; se replicaron teléfonos de ayuda o rescate, las listas de sobrevivientes o no. Y sí, las alertas y prevenciones contra la corrupción.

Esto me habla de una solidez social, de una conciencia colectiva democrática fuerte que ve por su entorno, una sociedad que empatiza y construye soluciones. Estamos viendo actuar los ideales éticos más democráticos: la confianza, la compasión, la generosidad, la inclusión, la tolerancia. Hoy México se muestra socialmente poderoso, la crisis democrática que vivimos es política, y queda claro que tiene solución en cada persona que ofrece su corazón para los demás.

La autora es Consejera Electoral en el estado de NuevoLeón y promotora del cambio cultura a través de la Educación Cívica y la Participación Ciudadana.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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