Monterrey

La apertura comercial y el crecimiento

Fue en 1994 cuando México dio un cambio transformacional con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Durante el siglo pasado se observó un incremento importante en el intercambio comercial mundial. Particularmente, a partir de la segunda guerra mundial, los países industrializados comenzaron un proceso de integración comercial que resultó en elevar su crecimiento económico y reducir los precios de los bienes y servicios que se comercian.

Para México, la apertura comercial comenzó apenas en la década de los 80s con su incorporación al GATT. Ello después de vivir una década (en los 70s) donde se implementaron políticas proteccionistas que provocaron una pérdida de competitividad en la economía, y mayores precios al consumidor de los bienes y servicios producidos en el país donde no se tenía una ventaja comparativa.

Fue en 1994 cuando México dio un cambio transformacional con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). A partir de ahí, la economía mexicana dejó de depender gradualmente de la producción de petróleo y se convirtió paulatinamente en una economía manufacturera. Hoy en día las exportaciones de automóviles representan el 33 por ciento del total, mientras que las petroleras solamente el 6 por ciento.

Sin embargo, el crecimiento económico del país no ha superado las expectativas. Con un promedio de apenas 2.5 por ciento en las últimas tres décadas, es insuficiente para generar los empleos y el bienestar económico de la población. Países como Corea del Sur, Singapur, China y la India, presumen de tasas de crecimiento mayores. ¿Cuál ha sido el problema para México? La falta de inversión productiva.

La mayoría de los países asiáticos invirtieron grandes cantidades de recursos en ciencia y tecnología y en educación, lo que contribuyó a la expansión de su capacidad productiva. Recordemos que muchos de estos países no cuentan con vastos recursos naturales y, sin embargo, crecen a tasas aceleradas. Mientras tanto, México se quedó atrás, invirtiendo mucho menos en áreas estratégicas para elevar la productividad.

Hoy en día, el gasto en protección social (transferencias) supera al de la salud, ciencia y tecnología y la educación. El resultado de ello es obvio, mientas que la población de Corea del Sur con licenciatura o más es de 70 por ciento, en México es de apenas 22 por ciento. Así, es importante replantear la estrategia de la política económica para poder potenciar el crecimiento económico. Creo que es importante darnos cuenta de que la inversión en educación será clave para el futuro del país, sobre todo en un entorno donde los avances tecnológicos desplazarán a gran parte de la mano de obra manufacturera. México es un país que sufrirá estos efectos y es importante preparar a la población para emprender estos nuevos retos.

El autor es Director general y fundador de GF GAMMA y catedrático en el ITESM campus Monterrey. Cuenta con un doctorado en Finanzas y maestría en Economía Financiera por la Universidad de Essex en el Reino Unido, y una Licenciatura en Economía por el ITESM (campus Monterrey).

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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